Cómo resolver políticamente el problema de la impagable deuda griega está poniendo a prueba el control de los nervios de los inversores. Con la euforia de unos mercados alcistas, alimentados por el programa de compra de deuda del Banco Central Europeo, las diversas correcciones experimentadas a lo largo de las últimas semanas, aunque esperables técnicamente, han significado frenar el entusiasmo de unos inversores que parecían haber perdido el sentido del riesgo.
La estrategia de desgaste en las negociaciones seguida por el gobierno de Alexis Tsipras con sus socios europeos, tensando cada vez más la cuerda, ha mostrado que la volatilidad de las bolsas ha venido para quedarse hasta que no se alcance un acuerdo definitivo. Y la tensión del inicio de la subida de tipos de interés en Estados Unidos tampoco ayuda a eliminar el vértigo.
El acuerdo entre Grecia y el Eurogrupo parece más cerca una vez que el ejecutivo heleno ha aceptado retocar el sistema de pensiones y subir el IVA, aunque el FMI debe ratificarlo y ha mostrado algunas discrepancias, pero el asunto central sobre la sostenibilidad del pago de la deuda helena sigue pendiente de ser resuelto, lo que podría seguir creando distorsiones en los mercados.
Según el equipo de análisis de Bankinter, la solución definitiva no llegará hasta después del verano. En su informe de previsiones presentado el martes, el escenario más probable que manejan en el banco es que las autoridades griegas intenten estirar todo lo que puedan su capacidad de negociar un acuerdo político a un problema que los inversores ya saben que no es puramente económico.
La economía se encuentra en un ciclo expansivo de los países desarrollados que podría durar entre tres y cinco años, con valoraciones atractivas en las bolsas europeas
Esto explica por qué tras un aparente principio de acuerdo las bolsas europeas han reaccionado positivamente, ya que, a su juicio, la economía se encuentra en un ciclo expansivo de los países desarrollados que podría durar entre tres y cinco años, con valoraciones atractivas en las bolsas europeas.
Que los griegos no pueden pagar la deuda contraída es algo descontado por los inversores. Pero lo que quieren visualizar es algún tipo de acuerdo que aleje el fantasma de una quita formal, porque ofrecería un mal ejemplo a otros socios del Eurogrupo. Ramón Forcada, director de análisis de Bankinter, asegura que se crearía un antecedente peligroso, al igual que no contemplan una salida de Grecia de la zona del euro.
En este tránsito del verano hacia una solución final, en Deutsche A&WM no descartan que se produzca incluso un 'corralito' para contener la salida de capitales de Grecia y ganar tiempo en las negociaciones.
Pero en este tira y afloja de las negociaciones, los griegos podrían conseguir preservar el nominal de la deuda sin pagos de intereses y con vencimientos a largo plazo para alcanzar un superávit primario de su economía. Y esta tensión hasta ver plasmado el acuerdo político definitivo impactará en los mercados, que mostrarán de nuevo su alta volatilidad.
La solución no podrá retrasarse mucho más en el tiempo porque la Reserva Federal norteamericana pretende iniciar el incremento de tipos de interés como muy tarde a finales de este año, si los datos de la economía de Estados Unidos siguen sosteniendo la teoría del crecimiento. Hasta ahora ha estado conteniendo esta subida, aunque sea residual, para no interferir en el proceso de recuperación de la economía europea. Pero no puede retrasarla mucho más en el tiempo para normalizar su política monetaria.
Así que los mercados pueden reencontrarse dentro de poco con la sensación de estar montados en una montaña rusa, olvidando que el ciclo de la economía es expansivo para las bolsas europeas.