Las Sociedades de Inversión de Capital Variable (sicavs) son instituciones de inversión colectiva, al estilo de los fondos de inversión. Aunque sus acciones, como destaca Inverco, la patronal del sector, cotizan en el BME Growth (antes Mercado Alternativo Bursátil), suelen ser el vehículo de inversión de los grandes patrimonios familiares de España.
En los últimos ejercicios no atraviesan por sus mejores momentos. La irrupción de la pandemia y la necesidad de obtener liquidez tras la paralización de la actividad económica; su reflejo en los mercados internacionales y la permanente amenaza de los gobiernos (sean del signo que sean) de modificar su fiscalidad para incrementar su transparencia fiscal han pasado factura.
Una factura que no se ha detenido tras la publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) de la modificación de la Ley de Medidas de Prevención y Lucha contra el Fraude Fiscal hace apenas dos meses. Y eso, a pesar de que algunas de las medida no entrarán en vigor hasta enero próximo.
En los últimos cinco años, el patrimonio de las sicavs se ha reducido en 4.249 millones de euros; su número, en algo más de 1.000 (un 30%), y el total de accionistas ha descendido en más de 125.000, un 26% sobre los datos de 2016, según los últimos datos recogidos por Inverco correspondients al mes pasado.
Evolución de las sicavs
El cambio de signo no es achacable a la propagación de la crisis sanitaria y las consecuencias posteriores que tuvo en los mercados internacionales hasta finales del año 2020. No, viene de más atrás. En 2015, el año con mejores cifras para el sector, había en España 3.378 sicavs, con cerca de 485.000 accionistas. El patrimonio de estas sociedades de inversión superaba entonces los 34.500 millones de euros.
Desde ese año, todo el camino que ha recorrido el sector ha sido cuesta abajo, con una única excepción: el patrimonio gestionado en agosto de este año es superior en cerca de 2.000 millones al del mismo mes del año anterior, por la mejoría de los mercados bursátiles. Pero no deja de ser una victoria pírrica.
No hay ningún otro signo optimista. El número de sociedades sigue reduciéndose (2.347) y el de accionistas (359.103), también. Hace sólo unos meses, el presidente de Inverco, Ángel Martínez-Aldama, alertaba de que un nuevo giro de tuerca en la legislación de las sicavs podría conducir a muchas de ellas al cierre. Entonces, la reforma de la Ley de Prevención del Fraude Fiscal era sólo un proyecto en marcha, que tenía que superar la tramitación parlamentaria.
El mercado está claramente dominado por las principales entidades bancarias. El líder indiscutible es Banco Santander, con 4.975 millones de euros de patrimonio, el 17% del total. Le siguen BBVA (2.954 millones), Bankinter (2.856), Banca March (2.210) y Credit Suisse (1.784). Entre los cinco copan algo más de la mitad del sector.
Las sicavs son también una forma de ahorro. De acuerdo con los últimos datos del Banco de España, el patrimonio de este vehículo representaba el 4,8% del ahorro de las familias españolas, una cifra ligeramente inferior a la de los fondos de pensiones (5,1%), pero lejos aún de los fondos de inversión (14,3%) o de los seguros (11,5%). En los últimos cinco años, las suscripciones netas (la diferencia entre el dinero nuevo que entra en las sicavs y los reembolsos solicitado) han bajado a razón de 2.500 millones de euros anuales desde 2016.
En la directiva comunitaria no se exige un número mínimo de accionistas, pero en la Ley de 4 de noviembre de 2003, en su artículo 9.4, se dice que no podrá ser inferior a 100 en ninguna sociedad de inversión, la misma cantidad que en Portugal. La Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) impone como condición, al tratarse de instituciones de inversión colectiva, que no se restrinja la captación de capital a solo un inversor.
La figura del 'mariachi'
La necesidad de contar con al menos un centenar de accionistas ha sido una de las trabas a su expansión, que se ha podido solucionar mediante la figura del 'mariachi', un inversor que aporta su nombre, apellidos y número de identificación fiscal con el único fin de completar el mínimo de accionistas exigido por la ley. Al final, el 99% del patrimonio de la sociedad está bajo el control de una gran fortuna.
Esta exigencia hizo que se redujera el número de sociedades, pero no todo lo que la Agencia Tributaria y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AiREF) hubieran deseado. A instancias de ambas, el Gobierno aprobó una nueva reforma en julio pasado, en la que cada uno de estos “accionistas” tiene la obligación de mantener como mínimo 2.500 títulos de la sicav en la que participa. En opinión del Gobierno, “la concentración de porcentajes del accionariado en una sola persona, desvirtúa el carácter colectivo que cabe predicar de las SICAV y que justifica la aplicación del tipo de gravamen reducido”.
Las Sicavs, lo mismo que los fondos de inversión, pensiones o cualquier otra forma de ahorro, están sujetas a los que en la jerga tributaria se denomina “neutralidad fiscal”. No se tributa por el producto de ahorro, pero sí cuando se vende la inversión, se reciben dividendos o intereses. Las sicavs tributan al 1% en el Impuesto sobre Sociedades, pero sus accionistas lo hacen al 19, 21 o 23% en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) en función de si sus plusvalías superan los 6.000 euros/año (19%), al 21% entre 6.000 y 50.000 euros, y al 23% cuando se rebasa esta cifra. Si se trata de personas jurídicas, la tributación es del 25% en el Impuesto sobre Sociedades.
Todas estas modificaciones legislativas han pesado mucho sobre esta forma de ahorro/inversión de forma negativa. Por si fuera poco, la puntilla la ha dado la última normativa aprobada en julio pasado. Abre un régimen transitorio para aquellas sociedades que acuerden su disolución o liquidación con el fin de permitir que sus accionistas puedan trasladar su ahorro a otras fórmulas de inversión colectiva que cumplan los requisitos para seguir beneficiándose de una tributación del 1% en el Impuesto sobre Sociedades: es decir, que se mantengan en España por un periodo de tiempo razonable, no concretado. Solo en los ocho primeros meses del año han desaparecido 87 sicavs y el número de accionistas se ha reducido en más de 23.500.