El Instituto de Estudios Económicos (IEE) presentó esta semana un amplio documento que versaba sobre el tratado de libre comercio con Estados Unidos, comunmente conocido como TTIP y cuyas características se están negociando entre las autoridades comunitarias y Estados Unidos. Con este estudio realizado por la profesora de Harvard y la UCM Concepción Latorre se pretenden desactivar las muchas críticas que ha recibido este tratado, sobre todo desde sectores ecologistas, agrícolas y de izquierdas, estos últimos han organizado una conferencia en febrero en Madrid respaldada por líderes como Ada Colau, Yanis Varufakis o Susan George.
Al acto en la sede de CEOE (el IEE depende de la patronal) acudió el secretario de Estado de Comercio en funciones, Jaime García-Legaz, conocido defensor de las tesis liberales desde que operara como secretario general de FAES. También estuvieron José Luis Feito y Juan Rosell por CEOE, José Manuel González Páramo (ex BCE y actual directivo de BBVA) y Alfredo Bonet, de la Cámara de Comercio de España y que fue secretario de Estado con el PSOE de Rodríguez Zapatero.
Todos ellos mostraron el respaldo al documento presentado para el que los efectos del tratado serán muy buenos para la economía española, hasta el punto de que impulsaría el PIB hasta en 7 décimas por año gracias a:
- La apertura de nuevos mercados. Singularmente, de Estados Unidos, un país al que se pasaría a exportar más de lo que se importaría de él.
- Las empresas producirían más al tener abierto el mercado americano. Las exportaciones a EEUU subirían entre un 32% y un 16%.
- Los salarios subirían, según el informe, porque se elevaría la mano de obra y también aumentaría el consumo.
- Los consumidores tendríamos una mayor variedad de productos para comprar, todos ellos suministrados por empresas norteamericanas o importados directamente de allí. Las importaciones subirían también entre un 30% y un 14%, casi al mismo nivel que las exportaciones.
El estudio es muy extenso y matemático en algunas padres, optando por demostrar con fórmulas cómo un mayor mercado sin restricciones, aranceles u otro tipo de tasas al comercio acabaría redundando en beneficio para las empresas, singularmente en sectores como el automóvil, donde España ya tiene una posición industrial muy poderosa.
No habla sobre el tribunal
No obstante, en las 176 páginas no se dice nada sobre uno de los puntos más polémicos del tratado, y que por el momento tan sólo es una propuesta: la creación de un tribunal de arbitraje internacional que dirimiera los conflictos entre los Estados y las corporaciones y que ha sido uno de los puntos más criticados por organizaciones de izquierdas como Attac por pretender poner al mismo nivel los derechos de los Estados y los de las empresas, y además porque sólo contemplaría las demandas en una dirección: del sector privado al sector público.
Greenpeace ha informado recientemente de un caso que podría servir de ejemplo de actuación de un tribunal como este: la demanda de la empresa TransCanadá al Gobierno de Barack Obama por haber paralizado el oleoducto Keystone KL, que hubiera traslado petróleo desde Alberta (oeste de Canadá) hasta el golfo de México a través de territorio norteamericano, para allí refinarlo y exportarlo a Europa. Después de que Obama hiciera caso a los ecologistas y paralizara la gran tubería, TransCanadá ha amenazado con reclamar 15.000 millones de dólares de indemnización a Washington por paralizar su proyecto amparándose en una violación del Nafta (North American Free Trade Agreement, el equivalente norteamericano al TTIP). Serían este tipo de actuaciones las que, según aseguran los ecologistas, se acabarían generalizando en el supuesto de la aprobación del TTIP tal y como se plantea.
Tampoco se habla en el estudio, por último, de otra de las críticas que se realizan al TTIP, como es que el el tratado permitiera entrar en Europa alimentos tratados con productos no permitidos en el viejo continente pero que sí que se usan de forma generalizada en Estados Unidos.