Los hogares españoles con rentas bajas han cambiado este verano sus hábitos de consumo como consecuencia de la inflación, renunciando total o parcialmente a los 'grandes' gastos, como unas ansiadas vacaciones. Apenas un 20% de las familias del quintil inferior de ingresos se plantean un gasto de este tipo en los próximos doce meses.
Así lo recoge el Banco de España (BdE) en un artículo publicado este miércoles sobre el impacto del repunte de la inflación y de la guerra sobre las perspectivas económicas de los hogares, basado en la encuesta que realiza mensualmente el Banco Central Europeo para sondear las expectativas de los consumidores.
Una de sus principales conclusiones del informe del BdE es que el quintil de renta inferior "es el único estrato en el que las perspectivas relativas al gasto en vacaciones se han corregido a la baja desde el verano de 2021".
"Las perspectivas relativas al gasto en vacaciones han mantenido un perfil de recuperación incluso tras el estallido de la guerra, excepto en los hogares de menores ingresos, que disponen de un menor margen para absorber los incrementos de inflación sin reducir sus niveles de gasto y se han visto más afectados por el repunte en los precios de la energía", detalla el supervisor bancario.
Menos ahorro para encarar la inflación
Las rentas bajas sufren más la crisis inflacionista. En primer lugar, porque están más expuestas a las variaciones en el precio de la energía al absorber ésta una mayor proporción de sus ingresos; y, en segundo lugar, porque no cuentan con grandes ahorros para mantener el mismo nivel de consumo que sin una inflación tan elevada. Al no poder 'tirar' de ahorro, los hogares con menos poder adquisitivo reducen el gasto en otros bienes y servicios.
El Banco de España explica que la energía consumida en el hogar presenta características de bien esencial o de primera necesidad. Por este motivo, ante un incremento de su coste, los hogares tenderán a hacer ajustes poco significativos en su demanda y a reducir, por el contrario, su gasto en otros bienes o su nivel de ahorro.
En este sentido, "las familias españolas con un colchón modesto de liquidez, que mayoritariamente son las de rentas bajas, han reducido el gasto en otros bienes ante un aumento del gasto nominal en energía consumida en el hogar", detalla el organismo presidido por Pablo Hernández de Cos.
Por el contrario, "los hogares que disponen de un mayor colchón de liquidez no han modificado de forma sustancial sus niveles de gasto en otras partidas y habrían financiado el incremento de precios mediante una reducción temporal de sus tasas de ahorro".
Esto ya lo constató el Instituto Nacional de Estadística (INE) el pasado junio, cuando publicó que los hogares españoles situaron en el primer trimestre su tasa de ahorro en el -0,8% de su renta disponible, registrando así su primera tasa negativa desde el primer trimestre de 2019. Es decir, que no sólo no ahorraron, sino que tuvieron que usar parte del ahorro acumulado para financiar el gasto.
No obstante, cuando el problema de la inflación se agravó con la guerra en Ucrania, en términos generales los hogares españoles ya contaban con un colchón acumulado durante la pandemia. El principal refugio del dinero se localiza en los depósitos bancarios, con una rentabilidad muy baja pero disponibilidad inmediata. A cierre de junio, acumulaban un 18% más de ahorro que en el mismo mes de 2019, cerca de 152.000 millones más, según datos del BdE.
Ahora el supervisor advierte que "las perspectivas de los hogares sobre la evolución de sus rentas y sobre el crecimiento económico se han visto afectadas negativamente por la guerra" y "puesto que la brecha entre el avance previsto del gasto nominal y el de los ingresos se ha ampliado, los hogares estarían anticipando, implícitamente, unas tasas de ahorro ligeramente más reducidas".