El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, se ha encargado este miércoles de borrar de un plumazo la sonrisa de la banca. El que fuera ministro de Economía en España ha dejado claro al sistema financiero europeo que eso de celebrar la subida de tipos es pan para hoy y hambre para mañana. “Si uno se centra en el corto plazo se llegaría a la conclusión de que es positivo, pero hay que mirar un poco más allá”, declaró el representante del BCE.
Y es que cuando se hace ese ejercicio, el sector financiero se encuentra con varios problemas. El primero es la clara desaceleración económica que se va a producir en Europa, eso si no se tiene en cuenta que ya el propio De Guindos ha reconocido que el BCE ya trabaja con un escenario de recesión.
A esto hay que sumar que los clientes “van a tener más dificultades” y se tendrá que hacer frente a más “endeudamiento y seguramente la morosidad va a subir”, explicó el vicepresidente del BCE. En estos términos, prosiguió, es normal que se reduzca la renta disponible de las familias. Los márgenes también se verán afectados por los recortes en energía, entre otros aspecto.
Además, ha recordado que los bancos no sólo viven de sus activos. “También tienen un pasivo que se tiene que remunerar”. En este contexto habrá más competencias y los bancos tendrán que empezar a pagar más a sus clientes por los depósitos. Ante este escenario, ha pedido a los bancos que no se ciegan con el “espejismo de la subida de tipos a corto plazo” y sigan manteniendo provisiones suficientes.
Por otro lado, Luis de Guindos no ha descartado que el BCE pueda volver a restringir el dividendo o recortar los bonus de los altos directivos de la banca si el peor escenario -recesión- se cumple.
Por el momento, el supervisor no trabaja sobre esta tesis pero no descarta realizar ningún movimiento extra para proteger la estabilidad financiera. "En este momento ponerse en el peor de los mundos no es lo más adecuado, pero nosotros estamos preparados para tomar todo tipo de medidas, aunque por ahora no se plantea ninguna actuación de esa naturaleza", ha aclarado.
En marzo de 2020 el BCE instó a los bancos a que no abonasen ningún dividendo a sus accionistas, ya sean estos a cuenta de 2019 o de 2020, debido al impacto del coronavirus covid-19, con el fin de elevar la capacidad de las entidades de absorber pérdidas y apoyar los préstamos a hogares, pequeñas empresas y compañías durante la pandemia.
De hecho, el propio Andrea Enria llegó a advertir en abril de que el BCE empleará las medidas legales a su disposición para obligar a los bancos a no pagar dividendos en línea con su recomendación.
El BCE teme un otoño caliente
A este respecto, el italiano informó al Parlamento Europeo que la banca europea ha suspendido el pago de más de 27.000 millones de euros en dividendos a sus accionistas a causa de la pandemia de covid-19, lo que representa un 75% del total que las entidades financieras tenían previsto repartir antes del brote de la enfermedad.
Las palabras de Luis de Guindo vienen a corroborar el temor que existe de que en septiembre empeore la situación económica, después de un verano con mucho consumo, pero con datos poco realistas.
De hecho, el propio vicepresidente ya marcó en su hoja de ruta el mes de septiembre para controlar la inflación y habló por primera vez de una subida de tipos superior a 25 puntos básicos en ese mismo mes si la inflación no da tregua y las herramientas antifragmentación dan sus frutos.
De Guindos ha asegurado que el BCE seguirá con su plan de evitar la fragmentación de la deuda de los países y así evitar que suban las primas de riesgo, que terminarán por arrastrar al mercado de crédito y la renta fija, lo que se podría trasladar a la economía real.
El banquero ha recordado que el BCE en este momento está trabajando en esa herramienta pero también ha puesto en marcha el proceso de reinversión del programa de compras antipandemia, conocido como el PEPP, que durará hasta 2024. "Nuestro objetivo primario es la estabilidad de precios", ha destacado.