No son versiones de precio especialmente accesibles entre los compactos, pero con los planes de ayudas encontramos en estos dos compactos híbridos enchufables modelos de lo más interesante por su doble faceta de turismos urbanos y, a la vez, sobrados cuando de cubrir largas distancias en carretera se trata. Porque al precio ya con las ayudas mucho más igualado a las versiones de combustión, se unen unas economías de consumo más ajustadas que, a largo plazo, pueden llegar según el uso a compensar la diferencia.
Porque ambos cuentan con sistemas híbridos enchufables que permiten a diario poder cubrir recorridos en torno a los 50 kilómetros en modo eléctrico con un coste por kilómetro muy bajo. Sus sistemas híbridos resultan bastante diferentes en sus configuraciones y, aunque ambos tienen como elemento principal un motor de gasolina, el del León es un 1.4 sobrealimentado mientras que el del Mégane es atmosférico con una cilindrada ligeramente superior.
Además, mientras que el León cuenta con un solo motor eléctrico de 102 CV, el Mégane opta por dos más pequeños de 67 y 34 CV respectivamente, con una batería de menor capacidad, 9,8 kWh frente a 13 kWh en el León, y tiempos de carga muy similares en un enchufe convencional doméstico, por debajo de las cuatro horas. Pero quizás lo que más marca las diferencias en la conducción, prestaciones al margen, son las cajas de cambios. La del León eHybrid es una DSG de doble embrague mientras que Renault recurre a un cambio que carece de embrague y sincronizadores y para engranar las relaciones son los motores eléctricos los encargados de igualar la velocidad de giro del cigüeñal del motor y la de los ejes de la propia caja.
Por ello, el Mégane siempre inicia la marcha en modo eléctrico, pero cuando una vez en marcha si buscamos ganar velocidad con rapidez genera mucho ruido con una sensación de no empujar demasiado a pesar de sus 160 CV. Prestacionalmente está por debajo del León eHybrid, que además de más potente con sus 204 CV cuenta con un cambio DSG de funcionamiento mucho más rápido y eficiente, sobre todo cuando se trata de buscar ritmos muy vivos.
En ciudad y a baja velocidad el Mégane llega a resultar incluso más agradable mientras no exijamos rápidas aceleraciones, y muestra además unos consumos más ajustados. Con las baterías a plena carga, el Mégane puede cubrir sin necesidad de una conducción muy suave y eficiente entre 40 y 45 kilómetros, mientras que la mayor capacidad de la batería del León permite superar más fácilmente los 50 kilómetros.
Una vez agotada, el consumo de combustible del Mégane se queda en unos 5 l/100 km y el León ligeramente por debajo de los 6 l/100 km. Ambos cuentan con diferentes modos de funcionamiento del sistema híbrido, incluido uno destinado a preservar la carga de la batería durante la conducción en unos niveles que se pueden seleccionar previamente de modo manual para garantizar que en todo momento dispongamos de un mínimo nivel de carga.
En carretera, las diferencias con más evidentes que en ciudad a medida que aumentamos el ritmo. Mientras haya algo de batería disponible el Mégane E-Tech permite moverte con bastante viveza en recorridos que requieren cambios de ritmo, pero si llega a agotarse pierde mucho en su respuesta. El León eHybrid impone sus 204 CV con una respuesta en general más intensa, permitiendo sobre todo en trazados virados moverse con más soltura de curva en curva gracias también al mejor funcionamiento del cambio DSG en este tipo de conducción.
Pero cuando de cubrir largas distancias se refiere a ritmos más estables y constantes, las tornas se igualan bastante, y mantener cruceros entre 130 y 140 km/h de marcador supone hacerlo con mínimo esfuerzo, sin apenas ruido en el habitáculo y con consumos sin duda muy moderados, incluso ligeramente más bajos en el Mégane, con una media obtenida en nuestro recorrido de 6,2 l/100 km frente a los 6,7 litros del León. Muestras también ciertas diferencias, o personalidades más bien, en la dinámica de conducción. Ambas versiones suponen las opciones más deportivas en sus acabados, R.S. Line en el Mégane y FR en el León, aunque el compacto de Renault muestra un pequeño escalón más en la puesta a punto del bastidor.
Se siente algo más firme de amortiguación y algo más directa la dirección, además de contar con unos asientos más próximos a unos de tipo ‘bacquet’ que recojen y sujetan con mayor eficacia que los del León. Por todo ello, se disfruta de una carácter y unas sensaciones algo más deportivas en el Mégane R.S. Line que se mueve entre curvas con más viveza. El León FR parece menos ágil, pero por aplomo y precisión en la trazada acaba siguiendo el ritmo de su rival con la sensación de hacerlo todo más sencillo. No genera la misma intensidad deportiva, pero su eficacia está en términos similares.
A la hora de viajar la mayor suavidad de amortiguación del León FR impone un confort de marcha algo superior, filtrando mejor las irregularidades y aislando a los ocupantes en mayor medida de las mismas. También supera ligeramente al Mégane E-Tech en capacidad de maletero, muy justo sin duda en ambos que pierden mucho volumen respecto a sus respectivas versiones de combustión, con271 litros en el León eHybrid, diez litros más que su rival.
FICHAS TÉCNICAS:
VERSIÓN León 1.4 eHybrid FR; MOTOR Gasolina, 4 cilindros, turbo + eléctrico de 102 CV; CILINDRADA 1.395 cm3; BATERÍA 13,2 kWh; POTENCIA CONJUNTA 204 CV; PAR MÁXIMO 350 Nm; VELOCIDAD MÁXIMA 220 km/h; ACELERACIÓN 0-100 KM/H 7,5 s; CONSUMO EN RECORRIDO PRUEBA 6,7 l/100 km; AUTONOMÍA 590 km; DIMENSIONES 4.368 / 1.799 / 1.460 mm; NEUMÁTICOS 225/45 R 17; PESO EN VACÍO 1.614 kg; MALETERO 270 l; PRECIO 32.100 €
VERSIÓN Mégane E-Tech R.S. Line; MOTOR Gasolina, 4 cilindros + 2 eléctricos de 67 y 34 CV; CILINDRADA 1.598 cm3; BATERÍA 9,8 kWh; POTENCIA CONJUNTA 160 CV; PAR MÁXIMO 255 Nm; VELOCIDAD MÁXIMA 175 km/h; ACELERACIÓN 0-100 KM/H 9,4 s; CONSUMO EN RECORRIDO PRUEBA 6,2 l/100 km; AUTONOMÍA 620 km; DIMENSIONES 4.359 / 1.814 / 1.447 mm; NEUMÁTICOS 205/55 R 16; PESO EN VACÍO 1.605 kg; MALETERO 261 l; PRECIO 34.800 €