La Real Lotería Nacional de España se creó como institución en noviembre de 1812. Según cuentan los historiadores, se concibió en sus orígenes como una manera de aumentar los ingresos públicos sin que fuera percibido como un impuesto más por parte de los contribuyentes. El juego lo había traído a España el rey Carlos III, en la segunda mitad del siglo XVIII, importando una tradición italiana, aunque el juego original y el actual no guardan demasiado parecido. COMPRUEBA AQUÍ TU NÚMERO.
Hubo que esperar 200 años para que un ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, exprimiera un poco más su causalidad y se decidiera a gravar, por primera vez en la historia, los premios. Lo hizo mediante la ley 16/2012, “por la que se adoptan diversas medidas tributarias dirigidas a la consolidación de las finanzas públicas y al impulso de la actividad económica”. Entre estas medidas se incluían también la supresión de la deducción por la compra de la vivienda habitual o la subida del impuesto mínimo a los cigarrillos y el tabaco de picadura.
Casualidad o no, la ley que va firmada por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y sancionada por el Rey, se publicó en el Boletín Oficial del Estado al día siguiente, festividad de los Santos Inocentes y entró en vigor el 1 de enero de 2013. Eran tiempos muy difíciles para la economía española, que en julio de 2012 tuvo que aceptar el rescate de la banca por parte de la Unión Europea y el FMI, mediante un crédito a muy largo plazo y bajo tipo de interés de hasta 100.000 millones de euros que en ningún momento llegó a agotar.
Por eso, el objetivo no era otro que corregir lo antes posible los principales desequilibrios que afectaban entonces (también ahora) a la economía española, principalmente la reducción del déficit público. Y para eso hacían falta hasta los 257 millones de euros que se recaudaron en el primer año de funcionamiento de este “impuesto”, que grava con un 20% los premios obtenidos en la lotería en la cuantía que supere el mínimo exento de tributación en el IRPF establecido cada ejercicio.
El 'impuesto dulce'
Si la banca presume de haber inventado las “comisiones de éxito”, eufemismo bajo el que se esconden los porcentajes que las entidades financieras cobran por gestionar mejor las inversiones que le confían los clientes, a Montoro nadie le puede quitar el honor de haber creado el 'impuesto dulce', que en los diez años completos que llevará vigente cuando finalice este ejercicio han dejado en las arcas públicas más de 3.500 millones de euros sin que los ciudadanos hayan expresado queja alguna en las calles. ¿Quién no estaría dispuesto a ceder a Hacienda el 20% de un ingreso que depende del azar y que, por tanto, no tiene presupuestado?
Con los últimos datos de la Agencia Tributaria correspondientes al mes de octubre pasado, el gravamen sobre los premios de la lotería ha proporcionado al Estado 331 millones de euros en el conjunto de los diez primeros meses del año, 25 millones más que en el mismo periodo de 2020 y 20 millones más que en 2019. Entre enero y octubre de 2013, el Estado recaudó 205 millones de euros.
¿Cuál es la razón por la que el Estado ingresa menos cada año? Desde la entrada en vigor del gravamen, el 1 de enero de 2013, la cuantía del premio que estaba exenta de tributación ha ido creciendo. En su primer ejercicio, todos los premios que superasen los 2.500 euros tenían que pagar a Hacienda el 20%, lo que suponía, en la práctica, la casi totalidad de los afortunados.
Este límite exento se mantuvo inalterado hasta julio de 2018, cuando se elevó a 10.000 euros, un nivel bastante más selectivo. En 2019 subió hasta los 20.000 euros y desde enero del pasado año se ha fijado en 40.000 euros. Quizás por eso, el ejercicio con mayor recaudación fue el de 2017, con 465 millones de euros, según los datos publicados por la Agencia Tributaria. Desde entonces las cifras se han ido reduciendo hasta llegar a los 336 millones de 2020.
El mayor sorteo del mundo
En tres semanas se celebra el sorteo de lotería más importante del mundo, el de Navidad, que tomó esa denominación por primera vez en 1892. Se repartirán 2.408 millones de euros en premios (688 millones exclusivamente para el premio “gordo”), el 70% de la cuantía total de los 100.000 números y las 172 series que se imprimirán.
La posibilidad de que un jugador resulte agraciado con el primer premio es de una sobre cien mil y la de que un número sea premiado es del 1,78%, sin tener en cuenta las terminaciones y las aproximaciones. Incluyendo éstas, uno de cada seis números resultará favorecido por la fortuna, aunque únicamente sea con la devolución de la cantidad jugada.
Pero soñar es gratis y la recompensa bien vale la pena el pequeño desembolso: 400.000 euros por cada décimo jugado. Si se da ese caso, el ganador tendría que tributar a Hacienda por 360.000 euros el 20%. El montante sujeto a gravamen resulta de restar a 400.000 euros los 40.000 euros exentos. El reparto final será de 328.00 para el afortunado y 72.000 euros para el Estado.
Según Borja Muñiz, presidente de la Agrupación Nacional de Asociaciones Provinciales de Administradores de Lotería (Anapal), solo tendrán que tributar los décimos agraciados con el primero, segundo o tercer premios. Alrededor del 60% de los premios distribuidos en el Sorteo de Navidad estarán libres del gravamen.