Hace poco más de dos años que Isabel Díaz Ayuso le dio la llave de las cuentas públicas de la Comunidad de Madrid. Javier Fernández-Lasquetty asumió el reto de pilotar la fiscalidad de la región que más pesa en el PIB español, tras el 'sorpasso' a Cataluña. Desde la Consejería de Hacienda y Función Pública, aplicó desde el primer momento las 'recetas' políticas de la presidenta popular: más libertad empresarial y menos regulación. Hasta que la pandemia se cruzó por medio. Fernández-Lasquetty y los consejeros del PP siguieron sin fisuras a Díaz Ayuso en su apuesta por mantener lo más abierta posible la economía madrileña. En junio, asumió también la cartera de economía y empleo, y la responsabilidad de mantener la senda de la recuperación con la llegada de los fondos de ayuda europeos.
P.- Varios dirigentes socialistas, con el propio Pedro Sánchez a la cabeza, abogan por trasladar de Madrid a otras comunidades determinados organismos públicos. ¿Qué le parece la propuesta?
R.- Forma parte de una ofensiva contra Madrid, en la que Sánchez participa, para castigar a los madrileños porque no votan al PSOE. Es una pretensión condenada al fracaso, ya lo hizo Zapatero hace 15 años con la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones y no logró nada de nada. Me gustaría ver cómo comunican a los funcionarios de Madrid dónde quieren trasladarlos y bajo qué condiciones. Tenemos un régimen funcionarial que no es precisamente fácil para este tipo de cosas. En el fondo, se trata de continuar en esa retórica de que Madrid es culpable.
P.- Hay quien lo considera una cortina de humo para tapar otros problemas de gestión...
R.- Quienes impulsan estas supuestas iniciativas pretenden que el resto de España piense que, sin Madrid, le iría mejor. Y eso es al revés, les iría peor porque el crecimiento económico y del empleo en el país sería inferior. Sin Madrid apenas habría tampoco apenas inversión extranjera. Me parece tremendamente injusto y muy destructivo generar rencor entre españoles, cuando la realidad indica todo lo contrario.
P.- A la cabeza de los ataques a la Comunidad de Madrid está el presidente valenciano, Ximo Puig.
R.- Puig debería centrarse en investigar por qué le va mal a Valencia, una tierra con mucha energía, que ha sido muy importante en otras épocas para la economía española. Le va mal porque tiene muy mal gobierno, que derrocha y malgasta el dinero. Puig, desde antes del verano, ha elegido como posición política culpabilizar a Madrid de todo, con propuestas disparatas como ponernos un impuesto a los madrileños por el hecho de ser madrileños. Lo que ocurre en Madrid es la demostración diaria de que la política liberal funciona: con menos impuestos, intervención y regulación, las cosas funcionan mejor. Parece que la obsesión del PSOE no es que las cosas mejoren en España, sino que empeoren en Madrid, para que no se note lo mal que funcionan los territorios donde gobiernan ellos.
P.- ¿El gobierno madrileño puede permitirse seguir bajando impuestos?
R.- Tiene capacidad y lo vamos a hacer. En pocas semanas enviaremos a la Asamblea los proyectos de ley para bajar medio punto el IRPF en todos los tramos y también para suprimir los impuestos propios. La primera es la continuación de una senda de bajadas que ha dejado en manos de sus propietarios 53.000 millones de euros, lo que ha tenido consecuencias muy positivas en la generación de empleo y riqueza. La segunda manda un mensaje claro a potenciales inversores extranjeros que busquen dónde invertir: en Madrid tienen la seguridad de que no le vamos a poner más impuestos.
Puig debería centrarse en investigar por qué le va mal a Valencia: porque tiene muy mal gobierno, que derrocha y malgasta el dinero
P.- Y una política fiscal tan agresiva ¿no tiene impacto en los servicios esenciales, como la educación o la sanidad? ¿Cómo se financia esa bajada tan potente de los impuestos?
R.- La clave está en la capacidad de generación de ingresos y en la eficiencia a la hora de usarlos. La bajada de impuestos nos obliga a quienes gobernamos a hacer un mejor uso de cada euro. Esta semana se ha aprobado el techo de gasto de Cataluña: 30.000 millones. En Madrid estamos en 21.000 millones, pero Cataluña sólo tiene un millón de habitantes más. ¿Qué ocurre? Allí hay despilfarro y no les importa imponer todo tipo de tasas. Pero los hospitales, los colegios o los institutos no son mejores que los de Madrid; al menos, igual de buenos.
P.- El Gobierno ha aprobado un techo de gasto presupuestario récord. ¿Es el momento de apostar por el gasto para impulsar la economía o hay riesgo de derroche?
R.- Se está transfiriendo más dinero que nunca y de manera desordenada, y no sólo hablo de los fondos europeos. El Gobierno ha aumentado el gasto un 28% respecto al nivel anterior a la pandemia. ¿Qué familia, qué empresa o qué autónomo puede permitirse incrementar un 28% sus gastos? Es insensato. El Gobierno se apoya en una premisa: todo el dinero que pida como deuda se lo va a dar el BCE al 0% de interés. Pero eso se va a acabar en algún momento, previsiblemente en 2023, cuando vuelvan las reglas fiscales. El Gobierno vive obsesionado con no tener que hacer ajustes. Sánchez no quiere volver a pasar por lo mismo que Zapatero, que tuvo que anunciar ajustes tras tres años negando la crisis.
Parece que la obsesión del PSOE no es que las cosas mejoren en España, sino que empeoren en Madrid, para que no se note lo mal que funcionan los territorios donde gobiernan ellos
P.- Recientemente, hicieron un 'road show' en Nueva York. ¿Cómo se percibe España desde el exterior? ¿Cómo nos ven los inversores?
R.- España se percibe fuera como un sitio donde la gente se lo piensa antes de invertir, porque hay riesgo regulatorio. Te pueden cambiar las reglas del juego de un día para otro o expropiarte de repente parte de los beneficios, como han hecho con las eléctricas, o declarar tu negocio poco menos que criminal, como han hecho con la vivienda. Cuando todos los países del mundo están analizando cómo debe ser el impuesto de sociedades, España se adelante y lo sube. Así que todos los inversores se fijan en nuestro país. Madrid, pese a la mala imagen que proyecta Sánchez de España, es percibida como que la economía que permaneció abierta durante la pandemia y acertó, que tiene impuestos bajos y que lucha contra el exceso de regulación. Ahí vamos dando pasos importantes.
P.- Madrid tiene un plan de lucha decidido contra la hiperregulación. ¿Está dando resultados?
R.- Tenemos un ejemplo reciente. A nuestra línea abierta contra la hiperregulación llegó una petición para solicitar que se eliminara la licencia necesaria para poner placas fotovoltaicas en los edificios. Comprobamos que exige tiempo y dinero, y que el trámite no era necesario. Gracias a eso, hemos suprimido la licencia. Seguro que ahora se instalan más placas en los edificios. Empezamos a notar efectos tangibles con esta iniciativa.
P.- Hablando de regulación, ¿cómo valora la nueva normativa que ha aprobado el Gobierno para el alquiler de vivienda?
R.- Una de las cosas buenas del mercado de la vivienda es que habían aparecido empresas especializadas en construir edificios y gestionar las viviendas en alquiler. El Gobierno se lanza ahora contra ellas como si invertir en ello fuera casi criminal. No se puede tratar de manera diferente al inversor en función del patrimonio que tiene, no se puede distinguir de manera tan diferente a una empresa o a un particular. Respetar el derecho a la propiedad es la base de una economía que funciona y de ofrecer las mejores garantías a los inquilinos. Cada vez que alguien se ha puesto a regular los precios baja la oferta y avanza el mercado negro.
Sánchez no quiere volver a pasar por lo mismo que Zapatero, que tuvo que anunciar ajustes tras tres años negando la crisis
P.- Barcelona lo ha intentado, sin demasiado éxito por el momento...
R.- En Madrid, el precio del alquiler ha bajado más que en Barcelona desde que empezó la pandemia, y eso que Barcelona tiene una regulación expresa para abaratar el alquiler. Algo no funciona y es esa obsesión regulatoria de la izquierda más sectaria y anticapitalista de toda Europa. Esos juegos no se pueden hacer ni a costa del propietario ni de quien quiere alquilar una vivienda y no puede.
P.- Madrid adelantó a Cataluña como motor del PIB español. ¿Qué ha hecho bien Madrid o qué ha hecho mal Cataluña?
R.- Desde hace diez años, los gobiernos de Cataluña están desentendidos de los problemas de la gente y las empresas, obsesionados por la manera de conseguir la independencia. Los impuestos han subido allí más que en ningún otro lugar. Por el contrario, en Madrid llevamos 17 años seguidos bajando los impuestos, 10 años con libertad comercial completa, quitando regulación… Por eso hemos ganado capacidad de crecimiento. Me entristece escuchar a algunas asociaciones empresariales catalanas decir que a Cataluña no le va bien por culpa de Madrid. Cuanto más tiempo tarden en darse cuenta va a ser peor para ellos. Si le va mal es porque tienen unos gobernantes desastrosos, sin paliativos.
España se percibe fuera como un sitio donde la gente se lo piensa antes de invertir, porque hay riesgo regulatorio. Te pueden cambiar las reglas del juego de un día para otro
P.- Díaz Ayuso apostó por abrir lo máximo posible la economía madrileña en la pandemia, cuando otras CCAA la rezaban. ¿En algún momento temieron que lo que era bueno para la economía acabara siendo malo para la salud?
R.- Fue una decisión valiente de la presidenta, a quien respaldamos todos los consejeros. Estuvo muy sola porque tenía en frente al Gobierno de Sánchez, a parte de los medios de comunicación y al propio socio de gobierno (Cs). Díaz Ayuso trató implícitamente a los madrileños como personas adultas. Otras CCAA y otros países intentaron evitar todos los riesgos pero no consiguieron mejores resultados contra el Covid. Sin embargo, sufrieron un hundimiento económico mucho peor. La economía y la salud inciden directamente en el bienestar de todas las personas, por eso no podíamos sacrificar la economía. La presidenta fue valiente y demostró que su decisión fue la correcta. Eso la ha convertido en un icono.