El Buscón

"¿Por qué no te callas?": el abogado Cuatrecasas ningunea a Artur Mas

La crispación, antes, era cosa de la meseta. Cataluña era 'el estanque dorado', donde nunca pasaba nada. Los columnistas de La Vanguardia daban lecciones de 'seny' a los periodistas de la "Brunete mediática".

El oasis barcelonés contemplaba con displicencia el griterío de los cenáculos madrileños. Qué ordinariez, pensaban desde sus atalayas los gentilhombres bienpensantes del Círculo del Liceo y alrededores. Pero el panorama ha cambiado y la crispación ha aterrizado en Barcelona. Se producen episodios nunca vistos. Se suceden tensiones hasta ahora impensables. Ocurren escenas jamás imaginadas. Días pasados, en el Salón de los Espejos del Liceo, dos significados abogados de la jet barcelonesa protagonizaron una escena sorprendente. Convocaban la Asociación para el Progreso de la Dirección y la consultora Deloitte, gente de orden. Ejecutivos, empresarios, banqueros, abogados, integraban el auditorio.

Capitanes de la industria

El invitado especial era el presidente de la Generalitat, quien ilustró a tan selecto grupo con su habitual cantinela sobre el horizonte añorado de Cataluña y demás jaculatorias. Estuvo muy duro Artur Mas ya que, tras arengar a los empresarios para que colaboren en su empeño, les instó a actuar "como verdaderos capitanes de la industria".

Nada de lubricar el diálogo con Madrid, nada de empujar el consenso. Mas exigía compromiso y hasta beligerancia. Tenía un mal día. Horas antes de su mensaje tanto la CEOE como Foment habían mostrado su escaso entusiasmo ante la perspectiva de una Cataluña independiente.

Concluyó Mas su jaculatoria cuando Emili Cuatrecasas, presidente del bufete Cuatrecasas, de lo más puntero del país, tomó la palabra para señalar tan sólo unas frases. Dijo que él se sentía "español y catalán" e instó a un "entendimiento en paz" entre Cataluña y España. Todo muy prudente y muy sensato.

Un estruendo en la sala

Concluídas sus breves palabras, un grito resonó en la sala: "¿Por qué no te callas?", espetó una voz airada y vibrante. El autor del improperio no era otro que un conocido abogado de la Ciudad Condal, Josep Gajo Fortuny, de los Fortuny bien, quien reprochaba a Cuatrecases el haber hecho uso de la palabra tras el discurso de Mas. Según parece, manda el protocolo que después de la perorata del President, toca punto en boca. Es decir, que nadie puede decir ni "mu".

El auditorio reaccionó estupefacto al berrido, mencionan algunos de los presentes que han hablado con este Buscón. No lo tomaron como homenaje a las palabras del Rey al finado Chávez, sino como una intemperancia a tan destacado miembro del mundo jurídico barcelonés. Hubo comentarios en voz baja. "Grosero". "Esto aquí nunca había pasado". "Cómo está el patio". Pero nadie osó alzar de nuevo la voz. Demasiada crispación para un colectivo más bien lanar que, hasta la fecha, ha optado dejar hacer al President en su loca aventura equinoccial rumbo a la independencia antes que siquiera amagar con un reproche público.

La crispación ha cruzado ya el Ebro, se ha aposentado en la Diagonal y ya hasta la pequeña burguesía catalana se lanza a los gritos los improperios. Las cosas han cambiado. 

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