La vista por la extradición de Hervé Falciani que se celebró ayer en la Audiencia Nacional fue de esas que se pueden calificar de 'guante blanco'. Sin estridencias, agrios debates, ni grandes divergencias entre las togas presentes en la sala, la labor del presidente del tribunal, el juez Ángel Hurtado, se limitó durante las tres horas que duró la misma a poco más que tomar juramento a los testigos y pedir a los técnicos de sonido de la sede judicial que acercasen el micrófono a la traductora de francés para que todo el mundo pudiese oír sin problemas la convertía al castellano de las respuestas del exempleado del HSBC. Lo que se dice una sesión cómoda... salvo por un pequeño incidente que pasó casi inadvertido. Fue casi al final, cuando el abogado defensor del exempleado de HSBC, Joan Garcés, interrogaba al que fue secretario de Estado de Hacienda en los últimos gobiernos socialistas, Carlos Ocaña.
Estaba el letrado intentando poner por las nubes la colaboración de su defendido con el fisco español e incidiendo en las cifras de fraude que la Agencia Tributaria había destapado gracias a su colaboración cuando estuvo a punto de mencionarse... al banquero más poderoso de nuestro país. Ocaña hablaba de los 659 infractores detectados en 2010, pero que no era capaz de recordar si se había llegado a actuar contra empresas 'pantalla'. También parecía haber borrado de 'su disco duro' ciertos datos sobre el fraude destapado, que según Garcés se acercaba a los 6.000 millones de euros, pero sí recordó al menos que se consiguió recaudar 250 millones de euros entre aquellos infractores a los que se les dio la oportunidad de regularizar sus cuentas con el erario. En ese momento, Garcés quiso hacer un inciso y destacar que de esa importante cantidad de dinero recaudada "200 millones eran de una sola familia".
Garcés se refería a la familia por excelencia del sistema bancario español, los Botín, a la que no llegó a mencionar, entre otras cosas porque el juez Hurtado saltó con un resorte y le interrumpió para darle a entender que ni era procedente ni oportuno mencionar el nombre de los susodichos en sede judicial 'y en vano': "Eso no es relevante y ya hemos escuchado suficiente", espetó cortante el magistrado. El abogado no protestó, y siguió con su interrogatorio durante unos minutos más con el único objetivo de dejar bien claro que Falciani es un santo varón digno de toda la protección de la justicia española. La sacrosanta familia no volvió a ser aludida ni de 'refilón' en lo que restó de juicio y, de hecho, el abogado de Falciani presumió que de la célebre documentación extraída por su cliente del HSBC, esa capaz de llenar "un tren de mercancias" de datos comprometedora en palabras de otro testigo de la vista, éste no había facilitado ni un sólo nombre a los medios de comunicación en sus idas y venidas por el mundo huyendo de la Justicia suiza. Por supuesto, tampoco el de Botín. Faltaría más.