¿Dónde se encuentran los mayores colaboradores de las mafias que mueven seres humanos desde África a España? En la Unión Europea, y no nos referimos a ONGs que cobran del Estado español por los inmigrantes que atienden o acogen, sino a Gobiernos nacionales.
En la anterior avalancha inmigratoria a que se enfrentó un Gobierno del Partido Popular, el de José María Aznar, en 2002, éste, junto con el de Italia, trató de quela Unión Europea suspendiese los acuerdos de cooperación al desarrollo, que incluían transferencias de cientos de millones de euros, con los países africanos y mediterráneos origen de los inmigrantes que llegaban a Europa.
En el Consejo Europeo celebrado en Sevilla en junio de 2002 bajo presidencia española, Suecia y Francia vetaron esa propuesta española. Al final se llegó a un compromiso que se limitaba a reprochar a los gobiernos africanos, pero sin admitir la suspensión de la cooperación.
Desde entonces han pasado casi doce años, y Senegal, Malí, Marruecos, Mauritania, Níger, Guinea, Nigeria y otros países siguen permitiendo la salida de miles de sus súbditos hacia Europa o el paso por sus territorios. ¿Qué tienen en común casi todos ellos? Que han sido colonias francesas y algunos lo siguen siendo de hecho.
Un diplomático español que estuvo destinado en el norte de África pronunció una vez una de esas frases que valen por todo un tratado de política exterior: “España limita al norte con Francia… y al sur también”. La alianza entre París y Rabat, engrasada en ocasiones con maletines, coloca a España en el centro de una pinza. Francia, como ha demostrado en la entrada de productos agrícolas marroquíes en Europa, el conflicto de Perejil y la descolonización del Sáhara Occidental, está más cerca de Marruecos que de España.