“En España no se habla de otra cosa…”, decían ilustres monárquicos antaño, y es cierto: hay una mezcla de sorpresa, preocupación y; sí, indignación, por los devaneos en solitario de Letizia Ortiz, muy alternativos en ocasiones. La princesa reclama su espacio privado. Se siente asfixiada por el día a día y no conecta con los amigos pijos del Príncipe Felipe, pese a que inicialmente parecía que se comía el mundo, montando su propio staff con profesionales de primera fila para comandar las actividades inherentes a su cargo.
En estos meses se le ha podido ver, entre otros saraos, en el Festival Internacional de Benicassim (FIB), viendo a The Killers. Conviene recordar qué son estos festivales: tiendas de campaña, duchas comunes, ‘minis’ de cerveza, la mínima ropa posible, compañerismo al máximo, sustancias de dudosa naturaleza… El sitio más apropiado para una princesa, vamos. También en La Riviera, con Eels.
La antigua locutora parece sentirse cada día más identificada con un modo de vida que coloca a la música ‘indie’ como núcleo y gran referente, dando lugar a lo que se llama ahora cultura HIPSTER, que podría definirse como look muy informal (incluso cutre) con toques de diseño intelectualoide a su vez. ‘Neo Hippie’ también podría valer.
El Príncipe siempre ha sido amigo de la música, desde mucho antes de casarse, pero se le recuerda en conciertos de Eric Clapton, Supertramp, Mark Knopfler… Eventos más de ‘carrocilla’, que pueden ser seguidos desde el palco cómodamente sentado y seguramente sin que se entere casi nadie. La versión española deja claras las divergencias: Felipe disfruta con los Hombres G, Letizia con Los Planetas.
A la futura Reina consorte se le ha podido ver en la hamburguesería Costello Rio a la salida de algún otro concierto en el Matadero de Madrid. Este restaurante cumple a su vez con la estética ‘hipster’: mesas de diseño que son palés de carga, cartas-menú proyectadas en la pared y hamburguesas a 7 euros.
Claro que también ha sido vista en los sitios más chic, como el Ten con Ten o el Arzábal… sin embargo, no es lo mismo; que parece que a la salida de alguno de estos templos gastronómicos se le escuchó murmurar con disgusto que “esto está lleno de pijos”. No es extraño, claro, porque los “colegas de la música” de los que habla el diario El País que acompañan a la princesa a los conciertos no responden al cliché de clientes de tan selectos sitios.
Por partida doble
Y hay preocupación en España, por partida doble. En primer lugar (y menos importante), Letizia Ortiz ha sido un icono de la moda durante muchos años, apareciendo en posiciones de podio en esos rankings de princesas que lideraban también Rania de Jordania y alguna más.
Al público seguidor de la excelencia en el vestir se le ha caído bastante el mito y eso que ya en su primera aparición pública (“¡déjame terminar!”) su vestido blanco de Armani causó furor, imponiendo el traje chaqueta blanco en cuestión de horas.
Pero en otros foros hay preocupación por este aparente desapego. Los príncipes ya parecen ir por libre en Mallorca y hay rumores de crisis matrimonial. Son los únicos que quedaban impolutos en la Familia Real, después de las polémicas con el Rey, Urdangarin y la separación de los Duques de Lugo. Constituían la gran esperanza monárquica y están llamados a heredar la jefatura del estado. Como haya movida también con ellos…