Desde que empezó el confinamiento, tengo la suerte empezar las mañanas escuchando la delicada y persuasiva voz de Victoria de los Ángeles, acompañada al piano por Manuel García-Morante. El CD incluye 26 canciones grabadas en directo en varias actuaciones de la soprano en Japón, una suerte de antología que incluye piezas de Schubert, Schuman, Ravel y varias canciones populares españolas, algunas en catalán y otras en castellano. En la pieza número 8, titulada la trucha (“Die forelle”, letra de Christian Friedri y música de F. Schubert), un espectador contempla desde la orilla como nada una alegre trucha en el “transparente riachuelo” mientras un avezado pescador intenta atraparla con su caña. El narrador nos dice que el pescador no tiene ninguna posibilidad que la trucha pique el anzuelo en tanto el agua sea transparente. Pero en la estrofa final, el espectador con “con la sangre encendida” nos cuenta que “se le hizo al ladrón el tiempo demasiado largo” y acabó enturbiando el agua. A río revuelto, ganancia de pescadores.
A enturbiar el río
Cuando empezó a extenderse sin control la epidemia en España el pasado febrero, Simón, director del Centro de Coordinación de Emergencias y Alarmas Sanitarias, y su jefe orgánico, Illa, ministro de Sanidad, trataron de restarle importancia. No tendremos más allá de unos cuantos casos, una gripe más, nos decían a los ignorantes y confiados ciudadanos. Era el 7 de marzo cuando Simón pronunció una frase que quedará para siempre asociada con su persona: si mi hijo me pregunta si puede ir a la manifestación, le diré que haga lo que le parezca. Cuando la explosión de casos y el aumento de fallecidos dejó al descubierto la imprevisión del Gobierno y la ausencia de un plan coherente para detener la expansión de la epidemia y evitar el colapso del sistema sanitario, Sánchez, Illa y sus asesores empezaron a repetirnos que iban a llegar días muy duros y que el objetivo era “doblegar la curva”. A cualquier precio podrían haber añadido.
A partir de ese momento, todos ellos han tratado de eludir sus responsabilidades en sus comparecencias ante los medios de comunicación e intentado hacernos creer que sus medidas han ayudado a “doblegar la curva”. En realidad, todo lo que hicieron cuando el incendio avanzaba ya desbocado, fue decretar el confinamiento de los ciudadanos en nuestras casas para impedir que muchos más de nosotros fuéramos pasto del coronavirus. En mi artículo “La dimensión política de la epidemia”, publicado en este diario el 11 de abril, demostré, que contra lo que suelen afirmar Sánchez, Illa y Simón, ni es cierto que han seguido siempre las directrices de la Organización Mundial de la Salud ni que sus decisiones se han basado en criterios estrictamente científico-sanitarios.
En realidad, Sánchez, sus ministros y asesores son responsables indirectos de decenas de miles de casos y de miles de muertes por Covid-19, especialmente de personas mayores de 64 años, que podrían haberse evitado de haber aprovechado el mes de febrero para proveer con material sanitario apropiado a los centros hospitalarios y residencias de mayores, y no haber esperado hasta el 14 de marzo para declarar el estado de alarma. La negligencia del gobierno de Sánchez ha propiciado que se hayan contagiado entre 40.000 y 50.000 sanitarios y hayan fallecido cerca de 30.000 mayores de 64 años por encima de la cifra habitual desde finales de febrero. Por ello, escuchar en boca del presidente Sánchez que en esta crisis nuestros mayores son “los que más necesitan nuestra ayuda” y ahora tenemos “la oportunidad de demostrar que somos capaces de estar a la altura de nuestros mayores” suena a cruel sarcasmo.
Ni siquiera puede decirse de ellos que han actuado con la transparencia exigible a un gobierno democrático. Por no saber, desconocemos por qué el Ministerio de Sanidad compró y distribuyó a las Comunidades Autónomas material sanitario defectuoso, poniendo en riesgo al personal sanitario, y por qué se negó a revelar el nombre de la empresa proveedora. Otros ejemplos de falta de transparencia son la polémica que suscitaron las cifras suministradas por el gobierno de Sánchez a la OCDE, , o la cuestionada afirmación de Sánchez de que España era el quinto país del mundo por número de test administrados, un ranking atribuido por el presidente a la John Hopkins University y cuya autoría no reconoce el centro universitario estadounidense. Para terminar este repaso, quiero recordar la negativa del gobierno de Sánchez a facilitar los nombres de los expertos que asesoran al gobierno para realizar compras de material sanitario y aquellos que tienen la responsabilidad de graduar la desescalada. Estas actitudes oscurantistas, impropias de un gobierno democrático, nos revelan que al gobierno de Sánchez, como al pescador de la pieza de Schubert, la espera se le estaba haciendo demasiado larga y ha preferido enturbiar el río.
Recuperaciones milagrosas
Quizá estas y otras argucias le sirvan al gobierno de Sánchez para salvar la cara ante una población atemorizada y predispuesta a aceptar las ‘explicaciones’ sin cuestionarlas, una práctica que tanto enojaba a quienes no nos resignábamos a ser engañados y buscábamos noticias fidedignas fuera de las esferas oficiales del régimen franquista. Quisiera ahora referirme a otra cuestión que, aunque no menos importante, ha pasado más desapercibida: la increíble evolución de los casos activos en España. En mi artículo“Control y erradicación de la epidemia: un largo camino por delante”, publicado en este diario el 4 de abril, incluía un cuadro en el que aparecían los flujos que determinan la evolución de casos activos y que, para comodidad del lector, reproduzco de nuevo aquí. Como puede observarse en el Cuadro 1, los fallecidos y los recuperados reducen el stock de casos activos, leves o críticos, y los nuevos casos lo alimentan. ¿Qué ha ocurrido en las últimas semanas con estos flujos?
Cuadro 1. Casos Activos y flujos de nuevos casos, fallecidos y recuperados
En los últimos siete días, la cifra media de fallecidos oficialmente atribuidos al coronavirus se ha situado en 166 en España, una cifra muy inferior a los 866 que se registraron en la semana trágica del 28 de marzo al 3 de abril. Una noticia excelente en sí misma, y que además indica que la favorable evolución de Casos activos se explica, no por el aumento del flujo de nuevos fallecidos, representado en el Cuadro 1 por las flechas dirigidas al rectángulo morado, sino por el aumento del flujo de nuevos recuperados representado por las flechas dirigidas desde los dos rectángulos azul claro y amarillo de casos activos hacia los rectángulos verdes de recuperados.
La línea roja en el Gráfico 1 muestra la evolución de Nuevos casos (NC) y la línea azul la de Casos activos (AC). El perfil de la línea roja indica que se ha producido una notable caída en el número de nuevos casos diarios desde los días más álgidos de la crisis a finales de marzo y comienzos de abril, cuando llegó a sobrepasar los 8.000 casos diarios. Aunque no hay ninguna duda de que se ha producido una disminución de Nuevos casos desde entonces, no se puede descartar de que la exigencia de contabilizar únicamente como tales los casos detectados en tests hospitalarios sea responsable de una parte de la caída. En todo caso, la cifra de Nuevos casos fue 1.721 el 15 de mayo y 2.036 la media de los últimos 7 días. La magnitud de estas cifras cuando se comparan con las de China, Taiwan, Chequia, Corea del Sur, etc., es una prueba inequívoca de que el peligro de incendio sigue ahí.
En el Gráfico 1 se aprecian también las fuertes caídas que registraron los Casos activos en los últimos días de abril y a comienzos de mayo deformando notablemente el perfil de la curva. Quiero llamar la atención a lo ocurrido el 26 de abril en que el número de casos activos se redujo en 19.437 (de 105,149 a 85.712), y el 1 de mayo en que cayó en 5.668 (de 81.373 a 75.,705). La explicación de estas caídas anómala de Casos Activos hay que buscarla, no en el aumento de fallecidos que ya hemos descartado, sino en el fuerte aumento de la cifra de recuperados.
Gráfico 1. Casos activos y Nuevos casos en España
En efecto, como el Grafico 3 muestra, el ascenso de Casos recuperados en la última semana de abril es sorprendentemente elevado, pudiendo el lector comprobar que el número de recuperdos aumentó en 22.019 (=117.727-95.708) personas el 26 de abril y en 9.030 (=142.450-133.420) personas el 9 de mayo. Estas milagrosas cifras de nuevas recuperaciones son las solas responsables del número de caos Casos activos entre el 26 de abril y el 1 de mayo, puesto que las cifras de Nuevos casos superan holgadamente las de Nuevos fallecidos, y el efecto neto de ambas aumenta las cifras implica un número de Casos activos.
Gráfico 2. Evolución de recuperados y fallecidos
El Gráfico 3 muestra la evolución de Recuperados diarios y basta con echar un vistazo al gráfico para detectar las dos anomalías a las que me he referido, los días 26 de abril y 1 de mayo. Illa, Simó y demás ‘doblegadores’ de curvas no han ofrecido ninguna explicación de los aumentos totalmente anómalos de la cifra de recuperados que pasan de 3.353 el 25 de abril a 22.019 el 26 de abril para caer a 3.105 el 27 de abril. Y, aunque la anomalía sea algo menos intensa, volvemos a encontrarla el 1 de mayo con 9.030 recuperados, cifra muy superior a los 4.495 recuperados el 30 de abril y 3.783 el 2 de mayo.
Gráfico 3. Cifras diarias de recuperados en España
Por si hubiera alguna duda, el Gráfico 4 muestra los increíbles picos que registró la tasa de variación de Casos recuperados el 26 de abril, 20,94%, y el 1 de mayo, 11,09%. Como supongo que estas variaciones en la cifra de recuperados no pueden atribuirse al agua milagrosa que el masajista empleaba para reanimarnos a los futbolistas cuando era chaval, la única explicación plausible es que se ‘dieron de alta’ a miles de personas asintomáticas. Ya me he referido antes a las dudas razonables que plantean las cifras de nuevos casos, ahora estrictamente reducidas a casos confirmados con test de laboratorio. Las dudas que ahora planteo se refieren a las absolutamente increíbles cifras de recuperados. Quizá Illa y Simón, y el resto de ‘doblegadores’ de curvas puedan ayudarnos a resolver este misterio estadístico que ha reducido la cifra de Casos Activos en casi 23.000 personas en dos días.
Gráfico 4. Variación porcentual de recuperados y fallecidos en España
Dudas sobre el cálculo de exceso de muertes
Ante la negativa del gobierno a realizar pruebas a todos los fallecidos para diagnosticar si estaban infectados por Covid-19, resulta imposible determinar cuántas personas han muerto a causa de la epidemia, y tenemos que conformarnos con las estimaciones de exceso de muertes observadas sobre muertes estimadas que publica el servicio de vigilancia de la mortalidad diaria del Instituto Sanitario Carlos III en sus informes MoMo. Las muertes observadas proceden de 3.929 Registros Civiles informatizados del Ministerio de Justicia y “las estimaciones de mortalidad esperada se realizan mediante modelos restrictivos de medias históricas basados en la mortalidad observada del 1 de enero de 2008 hasta un año previo a la fecha actual”. El Cuadro 2 muestra las cifras que aparecen en el informe de situación MoMo de 10 de mayo de 2020.
Cuadro 2. Muertes observadas y estimadas y exceso de muertes en España y Cataluña
Empleo las cifras del Informe de 10 de mayo porque en los informes publicados los días 11, 13 y 15 de mayo, pese a haberse elaborado días después, el exceso de mortalidad se calcula sólo hasta el 5 de mayo. ¿Quizá una nueva argucia para reducir el exceso de muertes?
La cifra de exceso de muertes hasta el 8 de mayo asciende a 31.152 personas, la diferencia entre el número de muertes observadas, 89.246, y el número de muertes estimadas, 58.094, en base a la mortandad en años anteriores. La diferencia entre el exceso de muertes, 31.152, y la cifra de fallecidos oficialmente atribuidos al coronavirus, 26.478 hasta el 8 de mayo, 4.674 fallecidos, es una indicación de la infravaloración de muertes por Covid-19 en las estadísticas oficiales. Más aún, se puede afirmar que la cifra sería algo más elevada si tuviéramos en cuenta que el confinamiento ha reducido la mortandad por otras causas respecto a años anteriores. Apuntaré un par de datos significativos. En marzo, abril y mayo de 2019, fallecieron 193 personas en accidentes laborales y 258 en accidentes de tráfico en vías interurbanas. Hay pocas dudas que las cifras de mortandad por accidentes laborales y de tráfico habrán sido, por causa del confinamiento, muy inferiores en 2020.
Desconfianza
Tras este repaso a las prácticas nada ortodoxas desplegadas por el presidente Sánchez, Illa, su Ministro de Sanidad, Simón, el director del Centro de Coordinación de Emergencias y Alarmas Sanitarias, y los diversos comités de asesores ‘científicos’ y ‘expertos’ del Gobierno, resulta muy difícil mantener la confianza en este Gobierno, pese al bombardeo continuo a que nos someten los medios de comunicación públicos para mejorar su imagen. A todos ellos, les ha sobrado palabrería vacía de contenido y les ha faltado honradez para reconocer la gravedad de la epidemia y su mala gestión de la crisis sanitaria y sus terribles consecuencias humanas y económicas.
No sólo han faltado reiteradamente a la verdad y han confundido a los ciudadanos en la primera fase de la epidemia, cuando era todavía posible adoptar medidas efectivas para paliar sus gravísimas consecuencias, sino que una vez ya desbocada se han dedicado a enturbiar el río para que no viéramos los anzuelos que nos tendían. Los ‘doblegadores’ de curvas han trabajado muy duro estos meses para inflar la cifra de test administrados, para reducir la cifra de muertes oficialmente atribuidas al Covid-19, para rebajar a martillazos la curva de casos activos con aumentos milagrosos del número de recuperados, y hasta para recortar el exceso de muertes ocasionado por la epidemia.
Desde luego, no soy el único analista que cuestiona las cifras del gobierno de Sánchez. En la página de internet de Worldometers, la principal fuente de información de la pandemia, se puede leer la siguiente valoración global de las prácticas del Gobierno: “las cifras españolas plantean muchas preguntas, incluyendo algunos ajustes a la baja que no han sido documentados en informes de revisión… ni explicados”[1]. Ninguna persona medianamente ecuánime puede creer ya lo que nos digan a partir de ahora, como tantos españoles no creímos las explicaciones de Acebes y el gobierno Aznar tras los atentados del 11-M. Con más de 27.000 muertos oficiales y un exceso de muertes superior a 31.000 personas, resulta sorprendente (e indignante) que todavía anden chuleándose por los pasillos del Congreso y cebándose con la oposición por no arrimar el hombro. Denles un martillazo, hombre.