Según los últimos datos de Instituciones Penitenciarias, correspondientes a enero de este año, en España hay 4.322 mujeres en la cárcel, lo que representa un 7,4% de la población reclusa. Es el país de Europa occidental con más mujeres en prisión. En Reino Unido, Francia e Italia la media se sitúa por debajo del 5%.
Con respecto a los tipos de infracciones cometidas por mujeres y según se recoge en un informe de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), en septiembre del pasado año 1.524 mujeres estaban presas por delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico y 1.022 por delitos contra la salud pública. Con mucha diferencia, el tercer delito por el que hay más mujeres en prisión es por homicidios (287). Le siguen las encarceladas por delitos de lesiones (166).
Un 28% de las mujeres en prisión son extranjeras
En el mismo informe, elaborado con datos del Defensor del Pueblo Andaluz y de Instituciones Penitenciarias, también se recoge la nacionalidad de los reclusos. En octubre de 2019 había en las cárceles españolas 16.574 extranjeros encarcelados, de los que 1.239 eran mujeres frente a 15.335 hombres. Es decir, del total de mujeres en prisión, un 28% son extranjeras.
Otro dato reseñable que se desprende del documento publicado por la APDHA es el elevado número de mujeres encarceladas que son de etnia gitana. En 2005 constituían el 25% de la población penitenciaria, sobre un total de población gitana española en torno al 1,4%. Además, el 99,7% de las mujeres gitanas estaban presas por delitos contra la propiedad y relacionados con las drogas, penas que fueron aumentadas a partir de la promulgación del Código Penal de 1995. Dentro de ellas, el 77% cumplían de condenas entre 3 y 15 años.
La APDHA denuncia el "caso especial de las mujeres gitanas", ya que, según detallan, estas se enfrentan a una triple marginación: mujer, gitana y pobre en la mayoría de los casos.
Condiciones "mucho más duras"
Las condiciones de las mujeres en las prisiones son además "mucho más duras" que las de los hombres, ya que cuando ellas entran en prisión sufren "un triple reproche: social, personal y penitenciario". También se enfrentan a "peores condiciones de alojamiento" si se compara con las de los hombres. Tal y como recoge el exhaustivo informe, las internas están ubicadas en centros "pensados por y para los hombres" en los que, entre otras cosas, se enfrentan a una "menor oferta de recursos y actividades".
En este mismo sentido, el documento de la APDHA pone de relieve las diferencias existentes entre hombres y mujeres a la hora de recibir ofertas laborales y formativas. Aunque las reclusas son más activas que los hombres —según datos facilitados por Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo, en el año 2016 un 27% de hombres participaron en talleres y cursos de formación para el empleo, mientras que las mujeres lo hicieron en un 39%—, las tareas penitenciarias femeninas están enfocadas a desempeñar "labores tradicionalmente asignadas a las mujeres, como la costura o la limpieza".
Estas diferencias, según remarca la APDHA en su informe, reproducen las "limitaciones sexistas" y reducen las oportunidades de reinserción" laboral en el exterior.