La confesión de antiguos cargos socialistas que tuvieron altas responsabilidades de gobierno incorpora las discrepancias que había en el último equipo económico que dirigió Zapatero a la hora de crear o no un ‘banco malo’ con el que afrontar la crisis del sistema financiero y conseguir que fluyera el crédito a familias y empresas. Para algunos ministros, como José Blanco, era una prioridad, para otros, como la vicepresidenta Elena Salgado, no lo era tanto.
Importantes empresas constructoras trasladaron su preocupación al ex titular de Fomento por el cierre del grifo del crédito y le animaron a pilotar una ofensiva dentro del Gobierno para obligar a bancos y cajas a desnudar sus activos inmobiliarios contando con la colaboración del Banco de España. Blanco celebró varias reuniones con su equipo de confianza y pensó que no era el más indicado para elevar esta preocupación al supervisor dado que había una vicepresidenta económica en el Gabinete. Le hizo saber entonces a Salgado su inquietud y la de las constructoras con la intención de que la pusiera en conocimiento de Miguel Ángel Fernández Ordóñez y se tomaran medidas enérgicas contra las entidades financieras remisas a retratar los activos que tenían en el ladrillo.
La contestación que Salgado le dio a Blanco fue que el gobernador hacía todo lo que podía en esta dirección, pero que tampoco se trataba de una prioridad para el Banco de España. En los últimos meses del mandato de Zapatero, todo el mundo conocía que las relaciones entre Salgado y MAFO no pasaban por el mejor momento, circunstancia a la que se sumaba también la falta de contacto directo entre el gobernador y el propio Zapatero. De esta forma, la posible creación de un ‘banco malo’ para aparcar los activos dañados de la banca no dejó de ser más que un debate teórico dentro del propio Consejo de Ministros, explican las mismas fuentes.
Todos los intentos que hizo Blanco de ir por libre y contactar por su cuenta con algunas entidades, se saldaron con un rotundo fracaso. “Lo intentamos, pero no lo conseguimos. Los bancos se negaron a mostrar el riesgo que tenían contraído en el suelo y entonces fue cuando vimos claro que la cosa no tenía solución”, resume un ex colaborador directo de Blanco.
La inquietud del ex ministro no le vino como consecuencia de su visión macroeconómica, insisten las mismas fuentes, como del nerviosismo que le transmitieron importantes empresas constructoras por la falta de acceso al crédito.
Sobre el papel, la banca y las cajas españolas tiene alrededor de 340.000 millones de euros en activos inmobiliarios, de los cuales 176.000 son considerados activos dudosos por parte del Banco de España. El nuevo titular de Economía, Luis de Guindos, acaba de calcular en declaraciones al Financial Times que la banca puede necesitar nuevas provisiones por importe de unos 50.000 millones de euros como consecuencia del problema inmobiliario, paso que permitiría una valoración más realista de sus compromisos con el sector del ladrillo. La Autoridad Bancaria Europea ha anticipado hace tiempo que los cinco principales bancos deberían reforzar sus fondos propios con 26.000 millones de euros adicionales.
El nuevo Gobierno aún no ha dicho su última palabra sobre la creación de un ‘banco malo’, si bien la opinión que ha recogido al respecto entre las grandes entidades financieras y en el propio Banco de España no abona este escenario.