No sonaron nada mal las palabras del lehendakari Iñigo Urkullu en el Aberri Eguna del Domingo de Resurrección. Pese a estar trufadas de la mercancía habitual en estos casos -España ya no es la "una, grande y libre" del franquismo- el mensaje aparentemente ponderado del presidente del País Vasco puso mucha tierra de por medio con el intempestivo radicalismo por le que discurre Artur Mas desde hace dos años.
Rajoy ya ha dejado por imposible al presidente de la Generalitat. Sabe que no se apeará del burro del plebiscito pese a sus continuas invocaciones al diálogo y la negociación. Apenas ya hay puentes tendidos entre Moncloa y la Generalitat, aunque sí se mantienen algunos hilos conductores cada vez más esporádicos.
Visita a Barcelona
ESte mismo martes, en la sesión de control del Senado, el presidente del Ejecutivo reclamó a un parlamentario de CiU "un poco de imaginación" e instó a su formación a "no jugar con los sentimientos de los demás". La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, asistirá este miércoles a la fiesta de Sant Jordi, pero no como muestra complaciente hacia CiU sino como gesto hacia aquellos catalanes que se sienten preteridos y hasta hostigados por el gobierno convergente por no simpatizar con las ideas soberanistas. También Rajoy viaja este jueves a Barcelona, pero ni él ni su vicepresidenta tienen previsto mantener encuentro alguno con dirigentes de la coalición nacionalista.
Desde el Gobierno no se han hecho oficialmente comentarios al discurso de Iñigo Urkullu. Tan sólo el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien en buena parte dirige la estrategia catalana de Moncloa, rompió el silencio. Sonó muy raro que el jefe de la diplomacia española se pronunciara desde Uzbekistán sobre un asunto tan interno como es el del reto nacionalista, pero ya parece norma de la casa. Dijo Margallo, en tono complaciente, y referido al dirigente peneuvista, que el Gobierno "está perfectamente dispuesto a dialogar, dentro de la ley".
Cambio de imagen
El PNV de ahora no es el de Ibarretxe. Quiere distanciarse todo lo posible de aquella imagen de desafío frontal al Estado que tan malos resultados le acarreó. Urkullu ha elegido una estrategia más sibilina, más sutil, más ambigüa en las formas, con un mensaje reivindicativo pero sin estridencias. Consigue, de esta forma, que Artur Mas aparezca en en la misma longitud de onda que Buildu o Sortu. Pese a que CiU y PNV han vuelto a editar su coalición electoral de cara a las europeas, tan sólo coincidirán en dos actos durante la campaña, uno en Barcelona y otro en Bilbao. No quiere Urkullu aparecer demasiado en compañía del presidente de la Generalitat, a quien contempla como a un político que ha perdido el rumbo de su difícicil travesía.
"Necesitaríamos un Urkullu en Convergencia", declaraba recientemente un miembro del equipo de Moncloa a quien se le escucha en la presidencia cuando se refiere a Cataluña. "Algo tenemos que ceder, y a lo mejor hay que hablar del cupo, del pacto fiscal y de asuntos semejantes, pero nada de plebiscito ni de independencia", añadía, un par de pasos más allá de lo que habitualmente plantean en público tanto Rajoy como su vicepresidenta. Su idea es que había que haberle buscado una salida a Mas, antes de que se estrelle, e incluso considera que haber ido hasta el final con la Ley de Educación de Wert, por ejemplo, ha sido un error. "Esa iniciativa no se negoció bien y tras la embestida inicial hubo que dar marcha atrás", comenta la mencionada fuente. Ahora ya es demasiado tarde para mantener esa estrategia.
Sondeos y emisarios
Emisarios monclovitas trabajaron en su momento por conseguir que CiU abandonara su emparejamiento ideológico con ERC y se orientara hacia una colaboración con el PSC. No se ha conseguido, entre otras cosas porque los socialistas catalanes atraviesan por un momento crítico y no están para experimentos. Pero es una cuestión que no habría que descartar. La 'sociovergencia' podría ser una solución para salir airosamente del paso.
Los rastreadores de Rajoy escrutan en los entresijos de la formación que gobierna en Cataluña. Aunque Mas aparece políticamente en las últimas, cada vez más enquistado en sus planteamientos, sustentado en la propaganda que escupen machaconamente sus medios, nadie piensa ya en que modifique su actitud. Ya se le ha dado por imposible. Seguirá rehén del independentismo de ERC y sus bien engrasados activistas, como la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), capaz de movilizar a decenas de miles de personas cuando se ha requerido.
Dinero e inversiones
Se sondea a los poderes fácticos catalanes, al mundo de los negocios, de la economía y del dinero. Algunos mencionan el nombre de Santi Vila, antiguo alcalde de Figueras y actual consejero del Territorio, historiador, amante de la cultura española y de los toros. Vila mantiene unas excelentes relaciones con la ministra de Fomento, Ana Pastor, con quien se entiende a la perfección.
Pastor, por ejemplo, acaba de dar el visto bueno a las obras de remodelación de los accesos al puerto de Barcelona, una infraestructura clave para la economía catalana, que supondrá una inversión de unos doscientos millones y que será financiada íntegramente por su ministerio. También a cargo del departamento de Pastor se han reanudado las obras de la prolongación de la Autovía del Bajo Llobregat, así como nuevas intervenciones de Adif en Barcelona.
El problema es que Vila, un político eficiente, carece de peso específico en Convergencia, no es un hombre de partido y su escasa propensión a las declaraciones extravagantes le hacen parecer como muy poco beligerante con el 'proceso' soberanista. No se cuenta demasiado con él a la hora de buscarle un sustituo a Mas.
Aumento de Ciudadanos
Así las cosas, en el Gobierno se acoge sin mostrar demasiado entusiasmo el discurso templado de Urkullu, preñado de intenciones electorales, y pero se valora su oportunismo al proponer esa especie de tercera vía entre el independentismo de Mas y el federalismo informe del PSOE. Como argumento de diálogo puede servir, al menos en el corto plazo. Y también para restregárselo a Mas, algo que siempre es necesario, en especial cuando el líder de CiU se pone 'estupendo' con sus reproches hacia 'Madrid'. Si además se pudiera encontrar en Convergencia un político de su perfil, sería un 'bingo'. Pero en estos dos últimos años los talibanes se han apoderado de Convergencia y apenas han dejado hueco para quien no comparta los postulados separatistas.
El PP tiene Cataluña entre sus prioridades. Eso nadie lo duda. De hecho, la formacón de Rajoy ha elegido Barcelona, en concreto la población de Castelldefels, como el lugar para presentar oficialmente el programa electoral del partido el próximo 28 de este mes. Una muestra más de que el presidente del Gobierno va a cumplir su promesa de intensificar la presencia de su formación en la comunidad catalana, en especial para hacer frente al auge de Ciudadanos (C's), el partido de Albert Rivera que muestra una tendencia creciente en las encuestas. A CiU no le viene mal esta escalada de C's puesto que su consolidación camina directamente en detrimento de las opciones del PP. Si algo hay que no desea Artur Mas es un PP fuerte en Cataluña, algo que le pondría las cosas mucho más difíciles en su imposible diálogo con Madrid.