España

La agenda secesionista supera a CiU: Mas, atrapado entre la presión de la calle y sus intereses electorales

Una olla a presión que puede estallar después de las elecciones europeas. En esto se ha convertido Convergencia i Unió, según admiten algunos de sus dirigentes, atrapada entre la presión que ejerce la Asamblea Nacional Catalana para que haya referéndum o elecciones plebiscitarias el 9 de noviembre y los intereses de Artur Mas, favorables a agotar la legislatura.

En estos momentos, son mayoritarias las opiniones que emanan del mundo nacionalista que colocan el motor del proceso soberanista en la calle más que en las instituciones, lo que ha convertido a la Asamblea Nacional Catalana en su principal intérprete. Su portavoz, Carmen Forcadell, militante de Esquerra Republicana, ha dicho alto y claro que Artur Mas no podrá agotar la legislatura si el 9 de noviembre no se celebra el referéndum soberanista. Incluso le ha puesto deberes al presidente de la Generalitat: la alternativa sería la convocatoria de comicios plebiscitarios, un paso que cebaría la bomba de relojería que anida en CiU ya que es contrario a sus intereses electorales.

En CiU se opina que la Asamblea Nacional Catalana no puede marcar la agenda soberanista al no estar legitimada por las urnas

Los alcaldes nacionalistas, cerca de 500 en toda Cataluña, no quieren mezclar la gestión municipal con el proceso soberanista y prefieren caminar con este último bajo el brazo sin un desenlace concreto hasta las elecciones locales de mayo del año que viene. Algunos de ellos, los más importantes, ya se lo han hecho saber a Artur Mas, conscientes de que él mismo opina también que le conviene conducir la legislatura hasta 2016 para rentabilizar parte de la incipiente recuperación económica en Cataluña y no seguir transfiriendo votos a Esquerra Republicana.

CiU logró arrebatar el Ayuntamiento de Barcelona a los socialistas hace dos años y medio y teme perder también alguna otra alcaldía emblemática como la de Girona, que los nacionalistas nunca habían logrado gobernar desde 1979. Vincular unas elecciones plebiscitarias a las municipales tendría todavía mayores peligros añadidos, como el de ensanchar el poder político de Esquerra teniendo en cuenta que en 2011 los republicanos solo accedieron a los gobiernos de tres de las 42 capitales comarcales: la tarraconense de Montblanc y las gerundenses de La Bisbal d'Empordà y Solsona, aunque por vez primera desde la República, pudieron presumir de acceder a la alcaldía de un gran municipio metropolitano, en concreto el barcelonés de Sant Vicenç dels Horts.

En Convergencia ya hay voces que reclaman a Mas que se plante ante las amenazas de la ANC para no favorecer los intereses de ERC

A la presión de los alcaldes se suma también la posición de Unió Democrática, el aliado hasta ahora fiel de Convergencia. Su portavoz, Josep Antoni Duran i Lleida, también le ha trasladado a Mas que la convocatoria de elecciones plebiscitarias con la independencia como único punto del programa, supondría la ruptura de CiU, una posibilidad que se ha barajado no pocas veces en estas tres décadas largas de matrimonio, pero que a medida que se acerca la hora de la verdad parece más verosímil.

Fuentes nacionalistas interpretan que el apremio con el que la Asamblea Nacional Catalana exige la convocatoria del referéndum o de elecciones plebiscitarias como sucedáneo, obedece a las prisas que tiene Esquerra Republicana en rentabilizar en las urnas, de una u otra forma, la fuerza con la que ha empujado desde 2012 el guion independentista. En las últimas elecciones autonómicas, Oriol Junqueras quitó a Mas doce escaños y desde entonces no se ha frenado la sangría electoral de CiU.

Después de las elecciones europeas, se advierte en CiU, Mas tendrá que tomar decisiones claves para la estabilidad de la coalición nacionalista

Las mismas fuentes añaden que Forcadell trabaja en una operación política muy a pie de calle, a lomo de unas encuestas que reflejan un porcentaje de ciudadanos cercano al 60% favorable a la independencia. Dentro de CiU se ha abierto un debate interno en el que se cuestiona la legitimidad de la Asamblea Nacional Catalana para imponer la agenda soberanista, teniendo en cuenta que es una organización que no ha pasado como tal por las urnas. La contestación no solo afecta a Unió, pues ya hay también algunos consejeros de la Generalitat, así como dirigentes de Convergencia, que no están dispuestos a que Mas trague con el dictado de los republicanos hasta el punto de cederles cómodamente la hegemonía parlamentaria en la próxima legislatura, con independencia de la fecha en la que arranque. “Después de las elecciones europeas llegará la hora de la verdad y Mas tendrá que tomar decisiones claves para la estabilidad de la coalición y de su propia carrera política. Si se equivoca, es seguro que la olla a presión terminará estallando”, resume un veterano diputado de Convergencia.

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