El atentado de Niza (Francia) que este jueves costó la vida a 84 personas tiene un componente que ha alarmado especialmente a los expertos en yihadismo: el uso de un camión con 'arma'. Manuel R. Torres, profesor de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla e integrante del Grupo de Estudios de Seguridad Internacional (GESI), asegura en conversación telefónica con Vozpópuli que éste es, de hecho, la gran y preocupante novedad de la última masacre en suelo europeo. "Ha quedado demostrado que ya no hay que saber manejar un arma o lograr explosivo, que lo único que es necesario es tener disposición de matar", asegura antes de reconocer que su mayor temor es que lo ocurrido en la ciudad costera francesa tenga "un efecto réplica visto la sencillez de ejecución y la mortalidad causada".
Al Qaeda había teorizado sobre el uso de vehículos en atentados en 2010 y el EI, en 2014, pero hasta ahora sólo se habían empleado en ataques en Israel
El profesor Torres destaca que hasta hace no demasiado tiempo, los yihadistas tenían una auténtica obsesión con el uso de explosivos. "Para ellos era un elemento casi fetiche de sus atentados. Consideraban que una explosión no sólo causaba un mayor número de víctimas, sino que su impacto mediático era también superior". Sin embargo, el material para fabricar bombas en Europa "no era fácil ni de conseguir ni de fabricar, y eso había impedido que muchos de los planes que hacían los terroristas se realizaran". Sin embargo, todo empezó a cambiar con los atentados de París de enero de 2015, cuando constataron que el uso de armas largas de manera indiscriminada y en lugares de aglomeración de gente tenía también un efecto devastador. "Por fortuna, conseguir armas tampoco es sencillo en Europa y ello ha seguido lastrando, en cierta manera, sus planes", añade Manuel R. Torres.
Por ello, este experto en violencia yihadista considera que el atentado de Niza ha supuesto un salto preocupante. "Es cierto que ya en 2010 Al Qaeda había teorizado sobre el uso de camiones en una de sus publicaciones y que, incluso, el Estado Islámico había recogido esa misma idea en 2'014, pero hasta entonces este tipo de ataques con vehículos sin ningún tipo de carga explosiva se habían dado únicamente en Israel, donde incluso se empleó maquinaria pesada. Ahora, sin embargo, los terroristas han visto que es factible utilizarlos en Europa y con efectos similares a los de una bomba", señala el profesor Torres. "La conclusión que los terroristas asentados en Europa han sacado de lo ocurrido en Niza es que es más fácil conseguir un vehículo y lanzarlo contra una aglomeración de gente, que hacerse con armas y explosivos", añade.
"No hay varitas mágicas"
El integrante del GESI incide en la idea que "ya sólo es necesario tener la disposición de matar" y que no hay manera de controlar quién adquiere, alquila o, simplemente, roba un vehículo. "Las medidas de control de armas y explosivos en Europa se han demostrado muy eficaces porque han dificultado sobre manera que los terroristas se hicieran con ellas, pero someter a control camiones y coches es imposible y cualquier medida restrictiva sobre ellos sería inútil", recalca. Manuel R. Torres también señala que la masacre de la ciudad francesa ha demostrado que "se ha producido la pérdida de la dificultad para atentar" y que la eficacia policial en la prevencio de los atentados, es ahora "aún más necesaria. Esto es una lucha a largo plazo en la que no hay varitas mágicas ni soluciones milagrosas".
El profesor Torres cree que Niza puede lleva a los terroristas a concluir que "es más fácil conseguir un vehículo y lanzarlo contra una aglomeración de gente, que hacerse con armas y explosivos"
Sobre el autor de la masacre, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, un tunecino de 31 años asentado hace tiempo en la costa sur de Francia, el profesor Torres asegura que, por los primeros datos conocidos, se ajusta al perfil de los terroristas yihadistas que operan en Europa. "No tenía antecedentes por radicalismo, pero sí por delitos comunes, algo habitual en muchos de los que han cometido atentados", señala. También lo es el hecho de que, según su entorno, no hubiera mostrado signos externos de religiosidad extrema.