Pocas veces alguien había tenido tantas ganas de declarar ante el Tribunal Supremo, como es el caso de José Luis Ábalos. El exministro de Transportes y ex número tres del PSOE llevaba ocho meses, desde la detención de ex asesor, Koldo, García, esperando la oportunidad de poder explicarse y dar sus argumentos de todo lo que se le acusa. En definitiva, de defenderse, de lo que asegura es “una persecución judicial”, que, en su opinión, tiene su persona un eslabón necesario para destruir una torre más alta: Pedro Sánchez.
Ábalos, acompañado de sus letrados, ha llegado al alto tribunal a las 9.41 minutos de la mañana. Lo ha hecho con un posado tranquilo, relajado. Nada más bajarse del taxi, sin hacer ningún tipo de declaración al casi centenar de periodistas que le esperaban en la puerta, ha deslizado una sonrisa ligera y un “buenos días” para despachar a los comunicadores a los que sí ha atendido al término de su encuentro con el juez instructor.
En total han sido algo más de tres horas de declaración, que ha empezado con veinte minutos de retraso, por la negativa del juez a permitir la entrada de las distintas acusaciones particulares dentro la sala. A diferencia de otras ocasiones tampoco se les ha permitido escuchar las palabras de Ábalos a través de una pantalla en una sala contigua. Únicamente la representación del Partido Popular, la primera acusación particular que se personó en la causa, ha podido estar en el interior y preguntar al que fuera uno de los hombres de confianza de Pedro Sánchez. El todopoderoso José Luis Ábalos, durante muchos años el fiel escudero del presidente, que ha ejercido hoy como el último parapeto de una investigación judicial que acecha al propio líder del PSOE.
Entrega de 'pruebas'
A su salida de la sede judicial, entre una gran nube de micrófono que querían escuchar sus palabras, un Ábalos relajado ha negado todas las acusaciones que se le imputan. El exministro también se ha mostrado a disposición del juez instructor y ha avanzado que ha puesto a su disposición todas las pruebas que negarían los delitos que le imputan.