La foto de todos los países del G-7 juntos dando la espalda a Rusia ha sido decisiva. En esa imagen, las naciones más poderosas del mundo no sólo pretendían marginar a Moscú, sino que también enviaban un claro mensaje sobre el cumplimiento de la legalidad internacional. Es decir, que traducido al cristiano no quieren ni oír hablar de aventuras soberanistas.
Y, por lo tanto, ¿puede la crisis de Crimea dar la puntilla definitiva al órdago independentista de Artur Mas? Destacados miembros del Gobierno de Rajoy opinan que sí. El propio García-Margallo ya ha elaborado un informe para que las embajadas establezcan comparaciones entre Cataluña y Crimea allá donde tengan ocasión. De hecho, en algunos círculos comienza a manejarse la teoría de que el caso de esta península del Mar Negro puede representar una especie de golpe moral equivalente al que sufrió el terrorismo vasco en la escena internacional cuando ocurrió el 11-S.
Obviamente, la banda terrorista ETA primero se debilitó porque Francia empezó a colaborar y, segundo, porque se golpeó a todo el entorno social y económico que lo sustentaba, como el diario Egin o las herriko tabernas. Pero el ataque a las torres gemelas también contribuyó decisivamente a la hora de desacreditar cualquier tipo de terrorismo en las negociaciones entre Estados. Todos los que a veces eran llamados ‘freedom fighters’ dejaron ipso facto de ser etiquetados como tales.
Con el apoyo incluso de los rusos porque estaban empantanados en el conflicto checheno, Estados Unidos empujó con fuerza para perseguir y erradicar todo tipo de terrorismos. La ONU y el Consejo de Europa aprobaron un endurecimiento de las leyes antiterroristas cuyas directrices se aplicaron en multitud de países. El terrorismo se convirtió en el asunto ‘top of the agenda'. Y tanto es así que poco después, en febrero de 2002, ETA y todos sus grupos de adláteres entraron en las listas negras de EEUU.
La distancia con Crimea
Por si acaso, Artur Mas ha intentado marcar distancias respecto a Crimea. Sin embargo, si alguna vez llega el momento en que se convocan unas elecciones plebiscitarias y se acaba declarando la independencia de forma unilateral, entonces los paralelismos sí que comienzan a ser muy pertinentes.
La historia demuestra que las fronteras pueden moverse. Pero la forja de los pequeños países al lado de uno más grande siempre ha sido posible porque existía el apoyo de países terceros con el interés de debilitar al grande. Y esos podrían ser los casos por ejemplo de Portugal respecto a España, Bélgica respecto a Francia o Irak frente a Irán. No en vano, Reino Unido ha jugado históricamente esa carta de socavar al país grande respaldando la creación del pequeño. Al fin y al cabo, con los tanques en el poder de la metrópoli, la ayuda del exterior es fundamental.
Sin embargo, el conflicto de Crimea puede terminar estigmatizando cualquier aventura soberanista a los ojos de la comunidad internacional. Aunque en principio simplemente se trata de parar los pies a Putin, la cosa ha ido más allá. La propia China se ha alineado habitualmente con Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU respecto a la situación de Irán, Siria o Korea del Norte. Pero esta vez los mandatarios del gigante asiático se encuentran ante una difícil encrucijada, ya que al sufrir movimientos independentistas tanto en el Tibet como en Xinjiang han mantenido siempre la integridad de los Estados como uno de los ejes esenciales de su política internacional.
El riesgo de contagio es evidente. Putin ha animado a que haya más referendos en el resto de exrepúblicas soviéticas por si quieren volver a la madre Rusia. Y eso ha sido como mentar la bicha. Sólo en Europa, después de Escocia y Cataluña, Venecia ya ha puesto en práctica un referéndum no oficial 'online' sobre la independencia. Y un espíritu similar podría extenderse a otros territorios como por ejemplo Córcega o Flandes. Justo cuando ya se ha conseguido estabilizar el euro y mantener a Grecia dentro, el panorama de varias regiones emancipándose sería caótico y ocasionaría terribles pérdidas económicas.
“Incluso en el supuesto de la independencia de Escocia, ésta sólo ha sido civilizada porque todavía no ha empezado el proceso de partición. En cuanto éste ocurriese, las negociaciones estarían viciadas. Reino Unido ya ha dicho que Escocia sería expulsada de la libra, y en respuesta los independentistas escoceses han sostenido que no pagarán su parte de la deuda. A su vez, tres islas que tienen buena parte del petróleo presuntamente escocés han solicitado poder hacer sus propias consultas de anexión a Reino Unido si Escocia se independiza. En definitiva, la secesión sería un lío muy traumático que provocaría gran inestabilidad”, explica una fuente del ámbito de Bruselas. En una economía globalizada, la desintegración siempre crea barreras y por lo tanto es contraria a los intereses de todos.
Así las cosas, según fuentes del Gobierno, la labor de concienciación en Europa ya está hecha y nadie considera convieniente que Cataluña se independice. De ahí que el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, haya sido muy explícito recordando que la ruptura con España implicaría la salida de la UE y del euro. Es más, el propio Artur Mas se pegó un tiro en el pie en una comparecencia en Bruselas: “La imagen de Mas con un mapa de Europa a sus espaldas pintado con multitud de colorines porque reflejaba todas y cada una de las nacionalidades europeas causó entre pavor y mofa en Bruselas”, comentan.
Y a esta posición ahora podrían unirse ni más ni menos que Estados Unidos y China. De modo que el humor en contra de los independentismos ya puede estar cuajando en la escena internacional. “Lo de Crimea ha sido definitivo y servirá de antídoto, Artur Mas no tendrá ninguna simpatía fuera por lo que intenta”, concluyen fuentes gubernamentales.