La alianza entre Ciudadanos, PPC, ERC y PDeCat escenificada este pasado martes para hacer frente a Ada Colau y Jaume Collboni tiene el riesgo de hacer aguas.
Esta parte de la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona no cuenta por ahora con 21 votos en el pleno, aunque sí con esos asientos, debido a la situación judicial de Joaquim Forn, en prisión preventiva por el 1-O. Forn ha presentado un escrito para hacer uso de su voto en el pleno del Consistorio, pero por ahora la Fiscalía se ha esgrimido sus argumentos en contra de esta pretensión.
La decisión queda ahora en manos del Supremo, como en su fallo estará la mayoría absoluta de la segunda institución con mayor presupuesto de Cataluña.
Las formaciones constitucionalistas e independentistas aparcaron sus diferencias y pusieron en valor el mágico '21', pero si Forn no puede ocupar su asiento como concejal del PDeCat, este bloque se quedaría con 20, dejando además el voto decisivo en manos de Manuel Valls en caso de que continúe la insólita alianza en el pleno de la próxima semana, donde se votará el reparto de poder.
Por ahora, la formación de Valls guarda silencio sobre el destino de su voto de cara al pleno del cartapacio, la misma estrategia utilizada hasta ahora y tras la ruptura del grupo municipal con Ciudadanos, que ostenta ahora cuatro concejales tras la adhesión de Celestino Corbacho.
Se trata de una situación muy similar a la sucedida en el Parlamento autonómico y en el Congreso de los Diputados, donde escaños vacíos debido a la ausencia de los políticos presos, han modificado las mayorías necesarias para alcanzar acuerdos. En Barcelona solo hay un concejal electo preso, suficiente para rebajar la mayoría a 20 escaños, produciéndose un empate si Valls mantiene su apoyo a Colau y Collboni.
En cambio, las matemáticas cambiarían incluso si Forn no tuviera derecho a voto. El escenario sería complicado para el imaginario independentista si el concejal renunciara al acta y su silla fuera ocupada por el siguiente en la lista. Una situación que no ha ocurrido por ahora ni en el Parlamento autonómico ni en el Congreso, ya que se incluyeron en los primeros puestos de las listas electorales para echar un pulso a las instituciones públicas.
Ninguno de estos líderes separatistas ha presentado su renuncia ni el Parlamento autonómico ni tampoco en el Congreso, como tampoco se espera que lo haga Forn en Barcelona, pero el movimiento con su renuncia pondría contra las cuerdas a Colau y Collboni, que han sellado un pacto dejando fuera a toda la oposición, incluyendo a Barcelona pel Canvi, de los principales sillones de las instituciones públicas de Barcelona.
Colau y Collboni se reparten el poder sin consensuar con la oposición
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el presidente del grupo municipal del PSC, Jaume Collboni, han cerrado este pacto tras casi un mes de negociaciones, repartiéndose no solo concejalías sino también las presidencias de Distrito, hasta ahora consensuadas con todos los partidos, motivo por el que la oposición, a excepción de Valls, tildó de "totalitaria" a Colau.
Colau y Collboni han llegado a este pacto tras el apoyo de los tres concejales de Valls, pero tras esta entrega gratuita de apoyos, Celestino Corbacho se pasó a Ciudadanos, dejando ahora a PSC y Barcelona en Comú con 18 apoyos. El próximo 16 de julio se configura el cartapacio municipal y por ahora solo hay críticas de la oposición.