Cataluña

Illa asume la agenda nacionalista en el debate de política general ante un secesionismo en crisis

La acción de gobierno del PSC descansará en medidas reivindicadas por Junts y ERC, como el concierto económico o la defensa del monolingüismo en catalán

Illa asume la agenda nacionalista en el debate de política general ante un secesionismo en crisis
El presidente de la Generalitat, Salvador Illa Europa Press

El filósofo Félix Ovejero ha bromeado en varias ocasiones con que para averiguar las propuestas de los socialistas catalanes en la actualidad, basta recordar lo que defendían los secesionistas dos años atrás. Una predicción que, con excepción del referéndum de independencia que defienden invariablemente los partidos separatistas -que el PSC respaldaba entre 2012 y 2015-, parece cumplirse en el presente.

Y es que, si bien el Partido Socialista catalán comandado por Illa mantiene unas formas amables alejadas del ruido separatista, el grueso de su acción de Gobierno pivota sobre medidas clásicas del nacionalismo catalán, como el polémico cupo -que rechaza la distribución con el resto de España- o la imposición de la lengua catalana como única vehicular en la escuela. Dos de los principales asuntos que coparon la primera intervención de Illa en el Debate de Política General.

En cuanto al cupo, pactado con Esquerra a cambio de su apoyo a la investidura, es sabido de que se trata de una antigua reclamación nacionalista que hasta tiempos recientes el socialismo veía "inviable". No en balde, hace doce años, el rechazo de Mariano Rajoy a un concierto similar al actual propuesto por Artur Mas le sirvió a este último para justificar el desafío secesionista emprendido a continuación. Consciente de ello, Illa intentó en su discurso presentar la "financiación singular" como un modelo que "no va contra nadie"· y que "no renuncia a la solidaridad". Pero se mantuvo firme en su compromiso con sus socios separatistas: "Se cumplirá en el calendario y en los términos establecidos con ERC".

Sobre la cuestión lingüística, huelga decir que se trata del corazón de la "construcción nacional" catalana. Y a las décadas de proscripción del castellano en las aulas y en la rotulación de los comercios -al menos, de manera exclusiva-, se le suman desde el 'procés' unas políticas aún más beligerantes. Así, bajo el amparo de la llamada "emergencia lingüística" por el descenso en su uso -que no en su conocimiento- en Barcelona y alrededores, se ha intensificado la presión sobre los catalanes castellanohablantes, subvencionando a 'lobbies' que acosan a los comercios que atienden en español o endureciendo los requisitos lingüísticos para trabajar en Sanidad o Educación.

Impulso al catalán en medio de crisis internas

Una línea refrendada por el nuevo 'conseller' de Política Lingüística, Francesc Xavier Vila, que ha criticado a los castellanohablantes por su indolencia frente a la debilidad del catalán. El plan de choque puesto en marcha por Vila también fue reivindicado por Illa en su alocución, sosteniendo que el catalán -"columna vertebral del país"- es indisociable del "progreso" y la "convivencia" en Cataluña. Y urgiendo a que no quedase parcela en la que éste no penetrase, anunciando más recursos para que conquiste el mundo de la Justicia y el audiovisual.

Esta asunción del relato y programa nacionalista por parte del nuevo Ejecutivo se produce en un momento en que sus partidos viven aquejados de graves crisis internas. Esquerra se encuentra en plena descomposición a cuenta de la guerra sucia llevada cabo por una estructura paralela -cuyo caso más conocido son los carteles 'fake' contra Maragall-, y con el liderazgo en disputa entre 'junqueristas' y 'roviristas'.

Por su parte, Junts no vive una batalla tan incruenta por el liderazgo -Puigdemont carece de rivales con entidad-, pero se encuentra parcialmente desdibujada en el Parlament al haber renunciado el partido a ocupar la Jefatura de la Oposición. Además, se halla a merced de un líder conocido por su conducta imprevisible. A todo ello se le añade la pugna entre republicanos y neoconvergentes por representar la pureza secesionista frente a su electorado, amenazado por fuerzas aún más radicales como Aliança Catalana.

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