Las relaciones entre el Partido Popular y Ciudadanos atraviesan por un momento difícil. El diálogo resulta complicado, casi imposible. "Rivera está intratable", comenta un alto cargo de la dirección del PP. Sólo admite a Mariano Rajoy como interlocutor o, como mucho, admite llamadas de la vicepresidenta. Las críticas ya no se disimulan y se centran, fundamentalmente, en el cambio de actitud del líder del partido naranja.
La relación con Albert Rivera está resultando imposible, comentan en el partido en el Gobierno. El diálogo ha perdido la fluidez de los primeros días de la crisis catalana. El líder de Ciudadanos se mostraba muy abierto y colaborador, en especial desde su encuentro con Rajoy en Moncloa. Poco a poco la situación se ha deteriorado. El diálogo con Rivera ya no es tan fácil, hasta el punto de que casi es un imposible, según esas fuentes. Rivera no quiere más interlocución que la de Rajoy, o, en su caso, la de la vicepresidenta. Este mismo martes, Sáenz de Santamaría le telefoneó para confirmarle que PP y PSOE han aceptado su solicitud de incorporarse al pacto antiyihadista. No hay fecha para este paso pero ya tiene el 'nihil obstant', un empeño muy personal de Rivera. También ha trascendido que será la vicepresidenta quien se enfrente a Rivera, Sánchez e Iglesias en uno de los debates televisivos que abrumarán las pantallas en las semanas próximas. Soraya ejercerá de suplente de Rajoy.
La consolidación de Ciudadanos en las encuestas va en paralelo a este cambio de actitud, más displicente, menos amable
Las consolidación de 'la fuerza naranja' en las encuestas va en paralelo a este cambio de actitud, más displicente, menos amable. Ciudadanos ha crecido en buena parte a costa de los votantes del PP y ahora ha lanzado sus redes hacia el caladero del PSOE. Tensión preelectoral, dicen en C's. Exceso de sensibilidad, aseguran.
En el plano institucional, el diálogo se mantiene sin problemas pero con tendencia al enrarecimiento. Rivera respalda plenamente al Ejecutivo tanto en su actitud ante el desafío soberanista catalán como contra el terrorismo yihadista. Incluso va algunos pasos por delante en cuanto a la estrategia en Siria, donde no ve obstáculos a secundar un posible envío de tropas bajo el manto de la OTAN. Pero en el terreno político, la tirantez entre ambas formaciones resulta evidente.
El peligro del 'no a la guerra'
El propio Rajoy quiso subrayar, en un mitin de este martes en Tomares (Sevilla), la evidente distancia entre los planos de la actividad oficial y electoral. El líder del PP arremetió contra Rivera e Iglesias, ya un clásico. Pero en esta ocasión se advirtió un mayor empeño del presidente en zarandear al líder de Ciudadanos, en especial cuando mencionó que "no es bueno para España que nadie venga al gobierno para aprender, algo que ya hemos conocido, así como los efectos que produjeron". Rivera como Zapatero, algo nuevo en esta sala. Los mensajes se calientan y las relaciones se enfrían.
La precampaña ha empezado a rodar. Rajoy se ha puesto en marcha. El candidato del PP y el presidente del Gobierno van a ejercer de Jano bifronte. Cataluña y la guerra, en Moncloa. La experiencia y la solidez, en los mítines. Una pinza que, de acuerdo con los estrategas de Génova, puede funcionar a la perfección salvo que ocurra algún episodio fuera de control.
La convocatoria de las primeras marchas del 'No a la guerra' aparecen ya por el horizonte. Algo previsto. El embajador francés, declarando en Antena 3 que le solicitará la colaboración a Madrid antes del 20D, tampoco ha ayudado. No era eso lo pactado con Exteriores, según las mencionadas fuentes. Hasta después de las urnas, del frente sirio, ni una palabra, se había apalabrado. El frente de Margallo hace nuevamente aguas.
Las declaraciones del embajador francés dejando claro que solicitará la ayuda española antes de las elecciones no ha ayudado al PP
El equipo de campaña del PP se inquieta ante este panorama. El PSOE tampoco acierta a una respuesta adecuada. "El no a la guerra forma parte de algo que nosotros defendemos", dijo Meritxel Batet, número dos de la lista por Madrid. Primer síntoma del retorno del 'bardemismo', dicen en el PP. "Si Sánchez cae en brazos de Wyoming y Kichi, está muerto". Faltan menos de 30 días para las urnas. Todos cruzan los dedos para que no sea un atentado quien, otra vez, decida unos comicios.