Expresidentes socialistas como Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero, sumados a exdirigentes de la vieja guardia como Alfonso Guerra, han alertado en numerosas ocasiones a Alfredo Pérez Rubalcaba y a otros miembros de la cúpula del PSOE del riesgo que afronta su partido en los próximos procesos electorales si utiliza como única vía de desgaste del PP la denuncia de la corrupción. Todos ellos comparten la opinión de que esta estrategia solo conducirá a hundir más al propio Partido Socialista, pues la creciente desafección ciudadana hacia los políticos salpica casi por igual a las dos grandes formaciones, sobre todo teniendo en cuenta que la que ahora está en la oposición se ve afectada también por escándalos, como el de fraude del desempleo en Andalucía, que le restan autoridad para levantar la voz y ganar credibilidad entre sus votantes.
La creciente desafección ciudadana hacia los políticos salpica casi por igual a las dos grandes formaciones
Las alarmas sobre lo que puede acontecer en las próximas elecciones europeas no son nuevas. A finales del año pasado, tanto el PP como el PSOE manejaban encuestas en las que ambas formaciones perdían casi seis millones de votos, la mayoría de ellos refugiados en la abstención. En estos sondeos, según fuentes socialistas, se reflejaba que el partido de Rosa Díez, la UPyD, podría pasar de los cinco diputados actuales a 14, triplicando casi sus resultados, mientas que la Izquierda Plural de Cayo Lara iba camino de los 26 escaños, más que duplicando los 11 que tiene ahora. Estos sondeos se vieron confirmados, en parte, por el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del pasado mayo, que anticipaba un fuerte desplome del PP y del PSOE, ya con el ‘caso Bárcenas’ en el escaparate de la actualidad, y potentes ascensos de UPyD e IP. En esta encuesta, Rosa Díez aparecía como la política mejor valorada.
Con este panorama, en los cuarteles generales de los dos principales partidos se comparte la opinión de que las elecciones europeas previstas para mayo del año que viene pueden provocar una sacudida de alcance limitado para el PP y para el PSOE, anticipo de un descalabro de dimensiones hasta ahora desconocidas en los comicios autonómicos y locales de 2015 y, es posible, que en las legislativas de finales de ese mismo año.
La vieja guardia del PSOE y Rubalcaba se movilizaron para frenar la sangría de votos y sus contactos con el Gobierno propiciaron el acuerdo para que Rajoy llevara a Bruselas el mismo mensaje
Para prevenir y evitar este terremoto, que puede traducirse, por ejemplo, en que UPyD tenga la llave de la gobernabilidad en numerosas alcaldías y comunidades autónomas, antes de que estallara la ‘bomba Bárcenas’ la vieja guardia del PSOE y el propio Rubalcaba se movilizaron para tratar de frenar esta sangría de votos y sus contactos con el Gobierno y con la dirección del PP propiciaron el acuerdo para que Mariano Rajoy llevara a Bruselas el mismo mensaje de todo el arco parlamentario. Pero luego llegó el reestreno de Bárcenas, tras su ingreso en prisión, y los ‘barones’ territoriales del PSOE presionaron a Rubalcaba para que solemnizara de nuevo la exigencia de dimisión del presidente del Gobierno y para que amagara con una moción de censura que todavía está por concretarse.
En el Gabinete y en la cúpula del PP se tiene la convicción de que “quien manda en el PSOE es Felipe González” y de que, cuando amaine el temporal provocado por el extesorero y “la situación se calme”, los contactos con los socialistas se reanudarán para frenar una dinámica que solo conduce, según la opinión más compartida en Génova, 13, y en Ferraz, a la inestabilidad política ante el peligro de un Parlamento ingobernable, mucho más fragmentado que el actual, como el que sufren en estos momentos países como Italia o Portugal.
'The Economist' considera que la "paella coalition" se abre paso en España debido al desplome de voto de los dos grandes partidos
El barómetro del CIS de mayo avisaba ya de este posible escenario al rebajar el porcentaje de voto al PP hasta el 34%, 10 puntos menos que en las elecciones de noviembre de 2011, y el del PSOE hasta un escuálido 28%, con la Izquierda Plural colocada como tercera fuerza y UPyD en cuarto lugar. En un reciente número de The Economist aparecía un artículo titulado “A paella coalition” en el que se vaticinaba el fin del bipartidismo en España con estos argumentos: “La corrupción, el nepotismo, las subvenciones y la falta de transparencia han contribuido a convencer a los votantes de que el sistema que tan bien le vino a su joven democracia se ha convertido en un lastre”. Y añadía: “La formación de centro Unión Progreso y Democracia, fundada por Rosa Díez, se afianza como nuevo tercer partido, y podría ser quien tenga la última palabra en las próximas elecciones generales porque los apoyos del PP y el PSOE se desmigajan y el sistema de dos partidos que garantizaba la gobernabilidad está en peligro”.