La vuelta paulatina al bipartidismo tiene un punto de partida en la Comunidad Valenciana: el 28-M. Las encuestas que manejan todas las formaciones políticas y las consultoras demoscópicas apuntan a que PP y PSOE pueden copar dos tercios de los 99 escaños que habrá en juego para la próxima legislatura en las Cortes autonómicas.
Populares y socialistas, en las elecciones de 2011, tenían 88 de los 99 diputados en su poder y otras dos formaciones, Compromís (6) e Izquierda Unida (5) rompían ese parlamento bicolor de manera muy marginal. En 2015 llegó el cambio drástico en el panorama político en la Comunidad Valenciana, y en el conjunto de España, e irrumpieron otras formaciones al calor del desgaste de los partidos tradicionales por la crisis económica y la corrupción.
Tres nuevos partidos
El PP perdió en esa cita su hegemonía y se quedó en 31 escaños y el PSOE en 23. El bipartidismo ya no llegaba a los dos tercios y bajaba 33 escaños que se comieron dos formaciones nuevas: Ciudadanos y Podemos (13 escaños cada una), mientras que Compromís ascendía hasta los 19. Izquierda Unida quedaba fuera por poco margen en un parlamento con cinco partidos.
Y en 2019 ese rompecabezas prosiguió todavía con más igualdad y una sexta formación que añadir al arco parlamentario. El PSOE alcanzó los 27 escaños y el PP se derrumbaba hasta los 19, dejando al bipartidismo tradicional por debajo la de mitad del hemiciclo. Ciudadanos con 18 escaños y Compromís con 17 pisaban los talones de los populares, Vox irrumpía con 10 escaños y Podemos (esta vez aliado con Izquierda Unida) bajaba hasta los 8.
Ahora, a poco más de mes y medio de las elecciones del próximo 28 de mayo, las predicciones apuntan a una recuperación acelerada del espacio perdido por el bipartidismo. Lejos van a quedar aún de aquellos 88 escaños de 2011, pero con toda seguridad superando ya los 66 escaños que marcan los dos tercios de la Cámara autonómica y con cuatro o cinco partidos representados. El crecimiento será de unos 20 escaños respecto a hace cuatro años.
Subidón del PP a costa de Ciudadanos
La desaparición de Ciudadanos es buena parte del 'bocado' que el bipartidismo en la Comunidad Valenciana, sobre todo el PP, va a dar a los partidos de nuevo cuño. Los naranjas tienen una expectativa de voto que apenas alcanza el 2%, tres puntos por debajo de la barrera electoral del 5% que tienen las Cortes Valencianas.
La portavoz parlamentaria de Ciudadanos, Mamen Peris, intentó –en una maniobra a la desesperada con PSOE, Compromís y Podemos– rebajar la barrera al 3%, pero la desbandada de su grupo hizo imposible mantener la disciplina de voto y finalmente la iniciativa no se llegó a plantear en el último pleno de la legislatura celebrado el pasado miércoles y jueves.
No hay ninguna posibilidad de que Ciudadanos remonte esa distancia y la tendencia continúa siendo a la baja. El PP de Carlos Mazón se lleva la principal transferencia de los votos de Ciudadanos, cuyos votantes han visto a los populares como la alternativa útil en la derecha al actual Gobierno autonómico presidido por Ximo Puig.
Del total de fuga de votantes de Ciudadanos, el PP se llevaría en torno al 80% y puede pasar de sus 19 diputados actuales al entorno de los 36-37, mientras que el PSOE estaría captando una cantidad superior al 10% y podría ascender hasta los 31-32. Vox se llevaría algo más residual de exvotantes naranjas, pero también pierde apoyos que van al PP.
La agonía de Podemos
La segunda de las cuestiones que, hasta las encuestas del CIS, reflejan, la caída de Podemos. Bordeando la barrera electoral del 5%, al contrario que Ciudadanos, parece que finalmente su tendencia es a poder superar por poco ese listón. Bajará de 8 a 5-6 escaños, pero si finalmente no entrara, la redistribución de escaños beneficiaría mucho a la primera fuerza en número de votos (PP) y en menor medida a la segunda (PSOE), tal y como están las encuestas ahora.
Vox no crecería al ritmo con el que entró en las Cortes Valencianas, aunque seguiría dando un pequeño mordisco al bipartidismo de dos o tres escaños y Compromís reduciría su presencia en tres o cuatro diputados.
La Comunidad Valenciana ha sido como un laboratorio para la democracia en materia de alianzas gubernamentales desde 2015. El paso de los años ha aumentado entre los ciudadanos la percepción de que la economía no mejora y las nuevas formaciones se 'mimetizan' con las tradicionales en cuanto gobiernan.
Los últimos estudios de ámbito autonómico reflejan el deseo de buscar una mayor estabilidad que otorgue confianza y seguridad jurídica a ciudadanos y empresas y eso puede ser clave en las votaciones del próximo 28 de mayo, que pondrán también en tela de juicio la actuación de las instituciones durante la pandemia de coronavirus.
Falta de acuerdos PP-PSOE
Las pretensiones de Ximo Puig y Carlos Mazón de gobernar en solitario, sin la presencia como compañeros de viaje de Compromís y Podemos, en un caso, y de Vox, en el otro, sólo abundan en ese sentimiento de las dos grandes formaciones políticas españolas en recuperar su hegemonía.
En contra de ese espíritu también juega un aspecto que subyace en algunas respuestas a las encuestas autonómicas y del propio CIS, que no es otro que la falta de acuerdos entre PP y PSOE. En esta cuestión ni Mazón ni Puig han sido capaces de llegar a consensos destacables y la fricción ha ido en aumento a medida que se acerca la cita electoral.
Si lo hicieran en un futuro, con dos tercios de las Cortes en sus manos, todos los acuerdos podrían salir adelante, ya que las reformas más exigentes necesitan 66 votos en la Cámara, como es el caso de la Ley Electoral Valenciana, que se ha intentado modificar sin éxito por parte del bloque de izquierdas. Y las otras iniciativas en grado de exigencia marcan la necesidad de aglutinar tres quintas partes del Parlamento (60 votos). PP y PSOE podrían así prescindir si quisieran –que de momento no quieren–del resto de grupos para sacar adelante cualquier cuestión durante la próxima legislatura.
Fergar
Que manía, de menospreciar a los votantes de VOX.