El horizonte de la inversión del 2% del PIB en materia de Defensa, tan alejado en las actuales circunstancias de España, puede hasta quedarse corto, a tenor de las últimas valoraciones que surgen desde la OTAN, donde se plantea elevar aún más el listón de gasto. Moncloa ya ha suscrito el compromiso de alcanzar esa barrera antes de que termine la década. Sin embargo, esa posibilidad se va truncando en los últimos tiempos; no por falta de voluntad, sino por un bloqueo político en el Congreso que imposibilita nuevos presupuestos y, por tanto, enfilar la senda que aproxime a nuestro país al nivel de otras naciones aliadas.
Todos los movimientos políticos apuntan a un más que probable bloqueo en el Congreso de los Diputados a los próximos Presupuestos Generales. El PSOE aún busca el complejo equilibrio entre la amplia representación que sustenta la gobernabilidad de Pedro Sánchez, pero desde Podemos y Junts -principalmente, y cada uno por sus razones políticas- ya han elevado su más que probable negativa a las cuentas.
Como contó Vozpópuli, España invirtió en el año 2023 el 1,29% de su PIB a Defensa. Un aumento significativo respecto a ejercicios anteriores: cabe recordar que el presupuesto militar tocó suelo en el año 2016, bajo el Gobierno de Mariano Rajoy, con un 0,86%. No obstante, aún a una larga distancia respecto al objetivo del 2%.
Para comprender el objetivo de esta senda es necesario remontarse a la Cumbre que la OTAN celebró en Madrid en 2022. España ya había manifestado en varias ocasiones su intención de alcanzar el 2%; sin embargo, la reciente invasión de Rusia sobre Ucrania, con la consecuente militarización de los países aliados, llevó a todas las naciones integrantes a reforzar su compromiso para alcanzar esta barrera.
España se ubica en la cola de inversión de Defensa de toda la OTAN. Con este retraso acumulado, el Gobierno -pese al malestar del sector representado por Podemos y Sumar- fijó para el año 2029 la fecha límite para llegar al 2%. Esto supondría incrementar de forma progresiva los presupuestos del sector hasta sumar otros 14.000 millones de euros anuales a los 18.045 millones actuales.
Un esfuerzo considerable y que se llevaría a cabo de forma progresiva… en caso de que hubiera una estabilidad política que diese luz verde a los sucesivos Presupuestos Generales. En caso de que el Gobierno no encontrase la aprobación de sus cuentas, se vería forzado a mayores incrementos en años venideros, si es que no se plantea desistir del objetivo marcado por la OTAN.
El mensaje de Mark Rutte
Pero a tenor de las últimas consideraciones que surgen desde la Alianza Atlántica es probable que ni siquiera ese 2% sea suficiente. Así lo deslizó su secretario general, Mark Rutte, en una reciente visita a las tropas en Letonia, ante los periodistas que estaban allí congregados: “Si quitamos el gasto en defensa de EEUU, Europa está ahora en un promedio del 2% y, simplemente, no es suficiente”, aseguró, en declaraciones recogidas por El Confidencial.
Por su parte, España siempre ha defendido que la aportación a la OTAN no debe medirse únicamente en términos económicos. De hecho, desde nuestro país se esbozan las tres ‘C’ que marcarían la relación militar con la Alianza: “Cash, capabilities and compromise”; o lo que es lo mismo, “dinero, capacidades y compromiso”.
Teniendo en cuenta que la primera variable está lejos de cumplirse, España pone el foco en las otras dos. La aportación de capacidades está fuera de toda duda, teniendo en cuenta que nuestro país está presente en varias misiones de disuasión y defensa en el flanco este de Europa bajo el paraguas de la OTAN: por tierra [Letonia, Rumanía y Eslovaquia], mar [en el Mediterráneo o en las aguas del norte de Europa] y aire [con las habituales misiones de policía aérea en Bálticos y Mar Negro].
España también considera que su compromiso -la tercera variable- está cumplida, habida cuenta de que todos estos despliegues militares no atienden a una razón circunstancial, sino que se mantienen en el tiempo tanto en el flanco este de Europa como en Oriente Medio, llegando a liderar el despliegue de la Alianza en Irak.
¿Serán suficientes esas dos ‘C’ para satisfacer las demandas de la OTAN en los años venideros? ¿O el cash es un obstáculo insalvable para alcanzar el equilibrio con los aliados? La respuesta de Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos y líder de influencia en la organización, es clara: no defenderá a ningún país en caso de agresión que no alcance, como mínimo, el 2% de inversión en Defensa.