España

Rajoy frena en seco la 'gran limpia' interna que reclama el PP

El PP quiere una catarsis en Madrid y en Valencia, dos de sus plazas fuertes ahora sumidas en el descrédito de la corrupción. Rajoy pide calma y apoya a Esperanza Aguirre. Los cambios se harán cuando toque.

El Partido Popular ha vivido dos de las semanas más complicadas y convulsas de los últimos tiempos. Un rosario de episodios ligados a la corrupción ha sacudido sus cimientos y ha alterado a sus bases. Cada día, un episodio. Cada mañana, un titular. Un rosario interminable de acontecimientos nefastos que ha arrastrado la imagen del partido del Gobierno por el fango. Cierto que el PSOE también resultaba salpicado en estos asuntos, en especial en el de las tarjetas negras y la 'Operación Púnica'. Pero la peor parte se la ha llevado el PP.

Los veteranos del partido reclaman una catarsis, un vuelco en la estrategia y en las personas. En especial en Madrid y Valencia, dos bastiones de la formación que amenazan ruina electoral, según los sondeos. Ambas comunidades han sido un foco de infección, han sido el nido donde se gestó y desarrolló la Gürtel y ahora la escandalera Púnica.

Los gestos no bastan

Le llegan a Mariano Rajoy muchas voces en ese sentido. De cara a las municipales y autonómicas, no bastan los actos de contrición, hay que dar un paso al frente y afrontar la renovación de dirigentes. El presidente del partido aprovechó el jueves la visita de la presidenta de Chile para elogiar a otra presidenta, la del PP de Madrid, ahora en el foco del huracán. "Esperanza Aguirre se equivocó, como yo y como todos los que estamos aquí. ¿O es que hay alguien que no se ha equivocado una sola vez en su vida? Yo tengo que ser justo y equilibrado", señaló para, a continuación afirmar que "Aguirre es un activo muy importante del partido y cuenta con mi apoyo". Una afirmación tajante, pero inevitable. Aguirre se equivocó con Granados como él lo hizo con Rato y algún otro. Dejar a la presidenta madrileña a los pies de los caballos habría sido como ponerse el mismo frente al pelotón de fusilamiento. La opinión pública le reclama al presidente algo más que gestos. Todos los editoriales de la prensa de papel se orientaban este jueves por esa línea. Pero Rajoy nunca ha hecho caso de los periódicos. Sólo atiende a lo que le sugiere Arriola.

Llueven los nombres para el supuesto relevo, tanto en Madrid como en Valencia. Sólo Rita Barberá parece tener la continuidad asegurada. En Valencia hay empujones cotidianos para arrojar a Alberto Fabra al precipicio y situar a Isabel Bonig como candidata a la Generalitat. Es la mujer de la que se habla en Génova. En Madrid también las quinielas echan humo. Esperanza Aguirre, hasta el escándalo de su ex mano derecha Granados, tenía todas las papeletas para encabezar la lista a la alcaldía. Al cabo, es la opción más valorada en las encuestas.

El fantasma de la corrupción

Pero en el partido quiere un vuelco, gente alejada del fantasma de la corrupción y a ser posible con una trayectoria inmaculada lejos de los sobresaltos. Hay una corriente que insiste en Sáenz de Santamaría, un valor consagrado con su eficaz labor en Moncloa. Tomó el timón del ébola y dio una lección de mano firme y eficaz criterio. Pero la vicepresidenta no quiere. Piensa en otros horizontes. Los cambios en los puestos decisivos de RTVE van en esa línea.

Por eso pasean con insistencia otras alternativas, Ana Pastor, la ministra de Fomento, o Lucía Figar, la joven y luchadora consejera de Educación. En la Comunidad aparece menos cuestionado el actual presidente, Ignacio González, de escaso tirón popular, seco y poco brillante en público pero gran gestor. También se habla de nombres sorpresa, de 'tapados' que acarician en secreto el momento de su salto a la primera línea.

Mariano Rajoy, con sus elogios hacia Aguirre, envió un mensaje de tranquilidad a todas esas voces críticas internas con los suyos. Hay que combatir la corrupción con medidas y con iniciativas. Hay todo un paquete en marcha, que verá la luz con o sin el respaldo del PSOE. Pero de nombres, ya se hablará. De momento, la consigna es salir de la actual tormenta de la mejor manera posible, ser implacables con quienes se haya pillado en falta y defender el buen nombre de la formación. "Ya está bien de hablar mal de los nuestros, para eso están los otros", decía una fuente de la Moncloa. El CIS del lunes viene rodeado de malas noticias. La 'cocina' modulará las primeras impresiones, penosas para el PSOE e inquietantes para el PP. "Hemos basado toda nuestra estrategia electoral en el miedo a Podemos, y de momento no da conseguimos resultados", comentaba un veterano de la formación.

El calendario para la designación de candidatos va a seguir el ritmo previsto. Es decir, no se abrirá el melón hasta después de Navidad, de acuerdo con las mencionadas fuentes. Son los tiempos que marca Rajoy. Quizás para entonces se hayan conseguido aplacar las aguas. De no ser así, se actuará en consecuencia. Y en forma drástica. Las encuestas, una vez más, jugarán una baza decisiva. Aquellos líderes que aparezcan tocados, saltarán del tablero y dejarán su puesto a la sangre nueva. Pero eso es una incógnita aún por despejar.

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