El Príncipe Felipe inauguró ayer las jornadas Spain Investors Day, en las que unos 200 inversores internacionales se entrevistan one-to-one con las principales empresas españolas. Después del discurso inaugural, en perfecto inglés y haciendo gala de una facilidad de discurso superior a la de su padre, estuvo un buen rato en petit comité con los organizadores del evento (el presidente es Blas Calzada, y también estuvo el country manager de BNP en España, Ramiro Mato; y los patrocinadores) junto a los cuatro o cinco inversores internacionales más relevantes en dicho evento.
Se trataban de los analistas cuyas opiniones y decisiones de inversión más interés suscitan en el mercado, y a los que se quiso poner en contacto con S.A.R. aparte de la sesión plenaria. Pertenecen a gestoras de fondos y bancos de relieve.
Según cuenta alguno de ellos con los que este buscón pudo hablar después, el Príncipe les preguntó por el buen inicio de los mercados de este año, insistiendo en saber si este rebote es flor de un día o puede ser sostenible. Los gurús, con los que conversó en inglés también, le dijeron que tenía pinta de ser algo sólido, pero que era importante que continuaran las reformas del Gobierno. Fueron prudentes, pero optimistas.
El Príncipe demostró estar al día de los asuntos más peliagudos de los mercados. Habló sobre EE UU y su abismo fiscal y también sobre Italia, mostrándose incrédulo por el hecho de que Berlusconi esté planteando su vuelta, pues no en vano fue uno de los artífices de las tensiones en los mercados de deuda. Le parecía increíble la posibilidad y alucinaba con el hecho de que una gran porción de la población transalpina desee su vuelta.
