El Ministerio del Interior ha decidido seguir los pasos de Sanidad y acabar con las restricciones en el acceso a los nuevos medicamentos contra la hepatitis C (VHC) para el colectivo bajo su responsabilidad más afectado por la enfermedad: los presos. Instituciones Penitenciarias acaba de aprobar el gasto de 981.240 euros para la compra a la empresa Gilead Sciences SL del Sovaldi, el medicamento estrella con un porcentaje de curación cercano al 75%. Dos centro penitenciarios, Madrid II-Alcalá de Henares y Madrid V-Aranjuez, también han decidido en los últimos días destinar a la adquisición de dicho medicamento pequeñas partidas de su prespuesto, 16.354 euros cada uno. Según los últimos estudios sanitarios de Prisiones, el 21,3% de los internos está infectado por este virus. Unos 14.000 reclusos.
Dos cárceles madrileñas, las de Alcalá de Henares y Aranjuez, también ha destinado pequeñas partidas a adquirir el Sovaldi
La decisión se produce después del duro informe de la defensora del Pueblo, Soledad Becerril, en el que denunciaba que "hay un cierto número de internos" a los que, pese habérseles prescrito este fármaco por los especialistas, "no lo estarían recibiendo". El motivo no era otro que el económico, según Becerril, quien destacaba que Interior ha considerado hasta ahora que "el importe económico ha de ser satisfecho por las comunidades autónomas, toda vez que se trata de fármacos de dispensación hospitalaria", pero que éstas se niegan a asumir el coste. Se iniciaba entonces una pugna judicial entre ambas administraciones por ver a quién correspondía abonar el precio del medicamento en el que "los internos enfermos no reciben el tratamiento prescrito y su estado de salud se deteriora". La defensora del Pueblo concluía alegando "motivos humanitarios" para pedir a Instituciones Penitenciarias que hiciera frente al desembolso.
Es lo que ha hecho ahora Interior, que recientemente dio los primeros pasos para la adquisición de Sovaldi mediante un procedimiento"negociado sin publicidad". El pasado 26 de marzo lo adjudicaba a los laboratorios Gilead Sciences SL, único fabricante del fármaco, quien deberá comenzar a hacerlo llegar a las cárceles españolas a partir del próximo 1 de junio. Con él, Instituciones Penitenciarias debe hacer frente al alto porcentaje de enfermos por el VHC que registran las prisiones, muy por encima de la media de la población española. Así, según el último informe de 'Prevalencia de las infecciones VIH y VHC en Instituciones Penitenciarias' referido a 2013, último año del que hay datos, el 21,3% de los 66.000 internos que había entonces habían dado positivo. Un porcentaje muy elevado, pero que supone algo menos de la mitad del que existía en el año 2000, cuando éste se elevaba al 44%.
Hepatitis C y Sida
Además, del total de infectados por la hepatitis C, el 27,5% también padecía Sida. Sin embargo, estas elevadas cifras no se reflejan por ahora en el número de enfermos tratados. De hecho, sólo una mínima parte de los reclusos enfermos de VHC estaba recibiendo en el momento del estudio un tratamiento contra la enfermedad. En concreto, sólo 209 reos, lo que representa el 2,8% de los internos afectados. A la mayoría de ellos se les ha medicado hasta ahora en prisión con Interferón y Ribavirina, los fármacos antiguos contra la enfermedad, cuya eficacia es mucho más reducida. Una situación denunciada por la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria, uno de cuyos integrantes, el doctor Pablo Saiz de la Hoya, aseguraba recientemente que desde Instituciones Penitenciarias "se nos ha prohibido prescribirlo [los nuevos medicamentos]". Interior lo niega, aunque reconoce "demoras" a la hora de facilitar los tratamientos.
En 2013, último periodo con estadísticas, fallecieron ocho presos a causa de la hepatitis C, la cifra más alta de los últimos cuatro años
El alto porcentaje de reclusos infectados por el VHC se refleja también en las estadísticas de mortandad en prisión. En 2013, último año con estadísticas, de los 162 fallecimientos registrados entre rejas ocho lo fueron a causa de la hepatitis C, un número sólo superado por las muertes causadas por los ataques al corazón, el cáncer de pulmón, los suicidios o las sobredosis. El año anterior, habían sido seis los óbitos por esta dolencia y cinco más en 2011 y 2010. Un paulatinamiento incremento que se produce, paradójicamente, cuando el número de reclusos ha descendido de modo significativo en los últimos años: en septiembre 2011 había 71.603 presos. En febrero de 2015 eran ya sólo 65.342 los internos.