"¿Pero de qué herencia me hablas, Jordi?". Fueron las palabras de Maria Pujol i Soley cuando su hermano, Jordi Pujol, se presentó en su domicilio el pasado viernes 25 de julio y le confesó, antes de enviar un comunicado a los medios, que durante 34 años había tenido un dinero irregular en cuentas en el extranjero, procedente según él de una herencia del progenitor de ambos, Florenci Pujol.
La reacción de la hermana del expresidente catalán y de su marido, Francesc Cabana, fue de absoluta incredulidad, según publica este miércoles el diario La Vanguardia, que explica que ambos oían por primera vez semejante versión de Pujol, aparentemente hundido y que insistía en pedirles perdón. Se da la circunstancia de que Cabana, "hombre muy sabio, de modales exquisitos" según el diario, había trabajado en su día tanto con Jordi Pujol como con el padre de éste, Florenci, en Banca Catalana, y habían mantenido una relación muy estrecha.
El diario catalán recuerda que Florenci Pujol tuvo dos hijos, y que Maria Pujol no heredó ni un céntimo de su padre, que falleció en 1980. La madre de Jordi y Maria murió hace seis años tras una larga enfermedad, durante la cual fue Maria quien se hizo cargo de ella, ayudada por un crédito de Jordi para cubrir las necesidades asistenciales durante tres años. Florenci había comprado un piso a cada uno de sus hijos, y vivía con su mujer en uno contiguo al de su hija, que a la muerte de su esposa se vendió, repartiendo el dinero al 50% entre los dos hijos. Eso, y algunas acciones de Banca Catalana fue lo único que recibió Maria de sus padres.
Después de la incredulidad primero y de la indignación después, apareció en el matrimonio un sentimiento de compasión ante el futuro que se abría en ese momento para el expresidente catalán, que estaba confesando algo que poco después se convertiría en una bomba informativa. Cristianos convencidos, le desearon a Jordi amparo divino ante esta situación, a lo que el propio expresidente contestaba que "lo necesitaré mucho".