Las colas del hambre en Madrid se extienden a raíz de la subida de precios, con nuevos perfiles y personas reincidentes que habían dejado de solicitar comida meses después del inicio de la pandemia, según han confirmado a EFE organizaciones sociales que acogen a estas personas que forman largas filas para recibir alimentos y otro tipo de asistencia. En las afueras del Banco del Bebé de la Fundación Madrina, la cantidad de solicitantes ha crecido un 30 % en los últimos meses, para promediar 250 personas al día formando largas filas en la calle.
Una tarde cualquiera hay en la fila más de una decena de mujeres ucranianas con niños pequeños en busca de víveres, ropa y útiles escolares. “Son familias que están condenadas a las colas del hambre por la situación de necesidad, porque no encuentran trabajo, porque el acceso a la vivienda es muy difícil y no tienen ayuda directa”, explica a EFE Conrado Jiménez, presidente y fundador de la Fundación Madrina.
Los ucranianos son uno de los nuevos perfiles en estas colas del hambre de la capital, porque se hallan en una situación de vulnerabilidad, al terminarse los recursos con los que han vivido desde febrero y porque las familias que los acogían ya no pueden mantenerlos, en muchos casos. “Han pasado de perder su hogar por la guerra, a pasar de refugiados y a terminar como mendigos”, explica Jiménez, mientras junto a su equipo hace la entrega de cajas con comida, elementos de higiene para bebés y mochilas escolares.
Pero no solo se trata de familias ucranianas. Otro de los nuevos perfiles en estas colas del hambre son los reincidentes, familias que habían abandonado las filas y que han regresado a pedir ayuda, “porque si bien pagan los alimentos, no pueden pagar los alquileres”, dicen los trabajadores sociales Es el caso de Karina Pozo, sin trabajo y que desde hace cinco meses ha vuelto para “lograr llegar a fin de mes” recibiendo aceite, arroz, enlatados y otros vívere para ella y sus dos hijas pequeñas.
“Esta ayuda es muy útil en casa. Antes con 50 euros yo hacía las compras del mes y ahora no, todo está más caro y se necesita más dinero para el mercado”, cuenta. Madrina también ha detectado que están llegando a formar las filas, ciudadanos españoles que no habían acudido antes; más personas latinas, especialmente las que no llevan ni tres meses en España; muchas más madres embarazadas o con bebés; y hasta abuelos que ayudan o acogen a sus hijos en su casa, para que no afronten la subida de precios en las viviendas.
Rocio, española y madre de cuatro menores, es la primera vez que acude a las colas del hambre y lo hace ante la falta de empleo y de no poder recibir ningún tipo de ayuda. “Estoy viviendo con mis hijas en la casa de mi padre, pero como no tengo trabajo, él ya no puede mantenernos ahí. Estoy solicitando una vivienda para personas vulnerables, pero ahora no tengo cómo alimentar a mis niñas en lo que sobra del mes”, cuenta la mujer.
Los efectos de la crisis por la guerra de Ucrania y la inflación también la confirman otras asociaciones y fundaciones de ayuda social como Cáritas. Raúl Flores, sociólogo y coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas en España, explica a EFE que también se está percibiendo una mayor demanda de familias que necesitan recursos y “que, si bien esa demanda no está aún generalizada en el conjunto del país, sí la empezamos a sentir de manera más intensa en las grandes ciudades, como Madrid y Barcelona, donde el precio de la vivienda está presionando sobre el presupuesto familiar”.
Flores menciona que la subida de los precios ha empobrecido aún más a las mismas personas que han estado siendo atendidas por Cáritas y a las que estaban en situación de vulnerabilidad, pobreza y exclusión social. “El mismo dinero que cargábamos en la tarjeta monedero hace un año, que eran 80 euros, hoy en día no les alcanza a las familias. Hay nuevas personas que se están acercando para las que las subida de precio ha sido la gota que ha colmado el vaso para buscar un apoyo”, destaca Flores.
Las familias a las que el salario no alcanza todo el mes son uno de los tres grupos más vulnerables que ha detectado la organización. Los otros dos perfiles son las familias con hijos, “porque enfrentan una etapa de crisis en la que tienen que asumir el coste de la crianza”, y los inmigrantes recientes en España, que no tienen una red de amigos y familias a las que pedir ayuda.
Para reducir este problema social que crece con los precios, Flores plantea tres soluciones: generar una protección social adecuada para las familias con hijos, resolver el problema de la vivienda "que es un pozo sin fondo que se traga todos los ingresos de las familias", y garantizar unos ingresos mínimos que cubran todas las necesidades de las personas vulnerables porque “el de ahora se encuentra lejos de dar estabilidad a las familias que lo necesitan”.
J
La culpa Franco.