Como corolario a los temas tratados en las seis entregas previas de esta serie dedicada al empeño de Madrid por organizar los Juegos Olímpicos de 2020, consideramos pertinente efectuar en esta séptima y última entrega dos clases de recomendaciones:
Relacionadas con los Juegos:
a) Retirarse de la carrera por los Juegos de 2020, como hizo Roma en un ejercicio de responsabilidad, y dejar la puerta abierta para presentarse de nuevo cuando las circunstancias lo permitan. Madrid, en tantas ocasiones ejemplar para el resto de España, debería dar ejemplo una vez más y renunciar temporalmente al proyecto olímpico. El COI no nos podría criticar por ello, y si lo hace, demostraría que no es la clase de organización con la que conviene asociarse. Los españoles y madrileños no nos quedaremos por ello huérfanos de eventos que contribuyan a ilusionarnos. Por poner sólo tres ejemplos, España es la encargada de organizar los Mundiales de Balonmano y Natación en 2013 y el Mundial de Baloncesto en 2014.
b) Participar en el debate para la racionalización de los Juegos Olímpicos. Quizás sea difícil hacerlo mientras existan “nuevos ricos” en el panorama internacional que aún no los han acogido, pero llegará un momento en que resultará imprescindible abordar esta cuestión. Los Juegos, tal y como están concebidos en la actualidad, son insostenibles, al requerir a sus organizadores unas grandes inversiones -fundamentalmente en la construcción de instalaciones deportivas inútiles e imposibles de mantener una vez finalizado el evento olímpico-, que finalmente se saldan con elevados déficits. Al igual que las empresas que más contaminan suelen ser las que más hablan de respeto por el medio ambiente en un ejercicio conocido como greenwashing, el COI dedica mucho tiempo a tratar de la sostenibilidad y del “legado” de los Juegos, y las ciudades candidatas, de una forma bastante hipócrita, se ocupan de adornar sus dossieres olímpicos con toda clase de fantasías del susodicho legado, mientas el propio COI hace como que se las cree.
c) Parar las obras innecesarias como el Estadio Olímpico y dejar al Atlético de Madrid donde está, o bien completar la operación sólo si el club acepta la pista de atletismo y la operación urbanística del Calderón es rentable (si no lo es, habría que tratar el tema con transparencia, informando al contribuyente madrileño del precio de la operación). En todo caso, habría que construir el Estadio completamente ex novo sin reutilizar la grada anterior (Peineta). Y habría que demoler lo que se lleva construido del Centro Náutico, como se va a hacer en Sevilla con el proyecto de la biblioteca ideada por Zaha Hadid o en Almería con el Hotel Algarrobico, reconociendo los errores cometidos. Por último, convendría urbanizar mínimamente el Parque Olímpico (por ejemplo, convertirlo en una zona verde para los vecinos) y conservarlo junto a los terrenos reservados para la Villa Olímpica, a la espera de un intento futuro cuando las condiciones económicas lo permitan.
Relacionadas con el deporte en general:
d) Sería muy deseable obtener mejores resultados en la lucha contra el dopaje. Es indiferente que se haga por la vía penal o administrativa, de lo que se trata es de aplicar una política seria y contundente al respecto. Eso ayudaría mucho a la reputación de nuestro deporte fuera de España.
e) Igualmente sería conveniente invertir en la formación deportiva de los jóvenes españoles; apoyar a las federaciones madrileñas haciendo mejor uso de las instalaciones municipales, y reforzar el programa ADO para las federaciones españolas olímpicas. Quizás así consigamos elevar el nivel de nuestro deporte en las disciplinas más tradicionalmente olímpicas y atraer algún día a 30.000 espectadores a un meeting de atletismo, como hacen muchos de los países de nuestro entorno. Sin una base de deportistas y aficionados al deporte olímpico de nada sirve ponerse a organizar unos Juegos.
Nada ilusionará más a los españoles que ver a sus dirigentes renunciar al gasto público superfluo
La conclusión que el Ayuntamiento parece haber extraído de la fallida experiencia de Madrid 2016 ha consistido en poner al frente de Madrid 2020 a “deportistas” en vez de a “políticos”. En realidad, de lo que se trataría es de poner al frente del proyecto a gestores competentes, fuese cual fuese su profesión de origen. Con todo, la primera responsabilidad de nuestros políticos debería consistir en darse cuenta de que en las circunstancias actuales no es posible destinar recursos valiosos y escasos a la organización de unos Juegos, porque se pueden ganar elecciones sin necesidad de abordar proyectos elefantiásicos, y porque gestionar de manera profesional y eficiente los servicios municipales es la más alta función que pueda corresponder a un servidor público, noble tarea que debería bastar para colmar suficientemente las aspiraciones profesionales de cualquier gestor público municipal que se precie. En cuanto a la ilusión, nada ilusionará más a los españoles, creemos, que comprobar que sus dirigentes adoptan las medidas verdaderamente necesarias para salir de la crisis, entre las que deberían estar de manera prioritaria la renuncia a todo tipo de gasto público superfluo, en vez de exigir al ciudadano contribuyente sacrificios sin fin.
Juan Antonio Escudero fue gerente del Instituto Madrileño del Deporte (Comunidad de Madrid) durante siete años.