Nadie le esperaba este miércoles en la presentación del libro de Luis de Guindos. Allí acudió Mariano Rajoy, acompañado de su vicepresidenta y cuatro ministros. Nadie contaba con la asistencia de Cristóbal Montoro, enemigo íntimo del protagonista del acto. Sin embargo, por los corrillos de la Fundación del Pino, surgió de pronto la pregunta: ¿Alguien sabe dónde se mete Montoro?, ¿alguien sabe en qué anda?
Apenas comparece ante los medios, no suele conceder entrevistas, no ha ido de mítines al País Vasco o Galicia…Es posiblemente el ministro con menos visibilidad del Gobierno, si se exceptúa a Pedro Morenés, el titular de Defensa, con un pie ya de vuelta en la actividad privada. Esta es ‘la vía Montoro’ hacia un claro objetivo, una posible vicepresidencia Económica, relatan fuentes del partido, expertas en conjeturas en estos tiempos de escasa acción. Ciudadanos lo vetó en su momento, junto a Fernández Díaz, el titular de Interior. Pero 'las cosas cambian'. El titular de Hacienda no es de exhibirse o de arañar titulares. Todo lo contrario. Conoce bien a Rajoy. Es consciente de que ese tipo de comportamientos le repatean. No hacer ruido, no protagonizar más polémicas que las que manda el guión. Entonces, sí. Salta a la yugular de quien haga falta, en el Congreso, en las televisiones o en los despachos. Es capaz de granjearse dos mil enemigos por minuto. Ahora, no. Ahora es ‘tiempo de silencio’, como en la novela de Martín Santos. Y Montoro lo respeta como pocos.
Cuando Soraya Sáenz de Santamaría, tras presidir el Consejo de Ministros este viernes por la ausencia de Rajoy, presente en la cumbre de Bratislava, informó sobre las medidas que prepara el Ejecutivo para revalorizar las pensiones y los salarios de los funcionarios, la pregunta circuló de nuevo entre los representantes de los medios. ¿Por cierto, qué es de Montoro? La pregunta surgió espontánea. Ese es un tema suyo. Un Gobierno en funciones se mueve a un 30% de su velocidad habitual. Pero otros ministros aparentan más actividad, intentan un cierto protagonismo.
Quinielas sobre el futuro
El silencio de Montoro, su casi ‘transparencia’ pública, ha dado que hablar en estos días de cábalas y quinielas sobre el futuro político. El titular de Hacienda nunca ha confesado en público su deseo de abandonar la política. Elude este asunto, evita los comentarios, cuye de las confidencias. Ha referido, en círculos muy íntimos, algunas bromas sobre sus ganas de olvidarse de la tensión cotidiana, las disputas políticas, los enfrentamientos. Dedicarse a leer, estar con la familia y montar a caballo en su retiro serrano. En el actual atasco político de incierto horizonte, sin visos claros de una nueva investidura o repetición de elecciones, pocos hacen cábalas sobre quién integraría un futuro gobierno de Rajoy. La mayor parte de sus componentes actuales, sin duda querrían seguir. Montoro, también, de acuerdo con fuentes del ámbito gubernamental. "Es un animal política, su vida es la gestión en el Gobierno, no se irá salvo que no cuenten con él", mencionan.
Circula desde hace tiempo en el ambiente político y económico nacional la teoría del pulso entre De Guindos y Montoro por hacerse cargo de una supuesta vicepresidencia económica
Circula desde hace tiempo en el ambiente político y económico nacional la teoría del pulso entre De Guindos y Montoro por hacerse cargo de una supuesta vicepresidencia económica en la que Mariano Rajoy nunca ha pensado. O, al menos, no lo ha desvelado. Tras su intento fallido de presidir el Eurogrupo, De Guindos, el principal aspirante, insistió en público y en privado sobre su voluntad de dejarlo todo y volver a la actividad privada. No todos le creyeron. Desde hace unas semanas, esta teoría va declinando conforme aumenta la actividad frenética del titular de Economía. Su nombre se ha paseado por los telediarios y las primeras páginas con insistencia en estos últimos días. Responsable casi directo del chusco ‘affaire Soria’, protagonizó una polémica comparecencia en la comisión del Congreso para justificar lo injustificable. Salió vivito y coleando. La oposición apenas le rozó una mejilla. Días después, casualidades de la vida, se producía la presentación de su libro, “España amenazada”, en la que recibió un caluroso respaldo de su presidente ante un auditorio rebosante de ausencias del mundo financiero y empresarial. “Hombre apasionado por servir a su país”, “brillante economista”, “hombre de acción”…Rajoy le regaló un buen puñado de elogios e incluso casi le atribuyó el éxito de la recuperación económica y de haber salvado a España de las garras del rescate. “Eso no quiere decir nada. Ya sabéis cómo es Rajoy”, comentaban en fuentes de su entorno. En Moncloa ponían en cuarentena la teoría de que Guindos sobre su empeño en marcharse. “Estoy seguro de que, si Rajoy le hace un guiño, seguirá”, comentaba un veterano de Presidencia. Ese guiño se llama la vicepresidencia económica, ciertamente.
Montoro circula por otro sendero. Nunca ha hablado de sus aspiraciones a esa vicepresidencia. Al menos, en público. Rehúye la autopista y circula por carreteras secundarias. Las últimas noticias emanadas desde su departamento hacía referencia a ciertas presiones ejercidas sobre los barones autonómicos del PSOE, maniatados a la hora de gestionar sus respectivos gobiernos dada la ausencia de un techo de gasto y unos presupuestos para el año próximo. Montoro recordó que sin gobierno de la Nación, habrá que prorrogar presupuestos, lo que afectará sin duda a las finanzas regionales. La advertencia se recibió en el frente socialista como una artimaña de Montoro para que los líderes periféricos trasladaran sus agobios sobre Ferraz y así forzar un cambio de actitud de Pedro Sánchez y su contumaz ‘no, no y mil veces no’. “Son amenazas, pretenden chantajearnos”, denunció Saura, el portavoz económico del grupo socialista. En el embrollo de la investidura imposible, Montoro había asomado la patita lo justo. Guindos, sin embargo, acude a Bruselas, negocia la suspensión de las multas, consensua el cumplimiento del déficit, y hasta en algún medio le bautizaron como "Superman".
Por contra, titular de Hacienda despliega una estrategia radicalmente opuesta. Se sitúa en las antípodas del protagonismo, se oculta en las sombras de su despacho, no asoma la cabeza, no se deja ver, no entra en los debates. Apenas efectúa declaraciones sobre Sánchez, el lío del PSOE, Rita Barberá y otros asuntillos de la actualidad, que diría Rajoy. “Trabaja y trabaja”, comentan los suyos. “Si por una carambola tenemos gobierno después de las elecciones vascas y gallegas, hay que disponer de toda la artillería presupuestaria a punto”, insisten. Hace ya tiempo que el titular de Hacienda se afana en este objetivo. Que no nos pille el toro del calendario. Si el bloqueo continúa hasta más allá de los límites del calendario impuesto por Bruselas, hay que tener un ‘plan B’. Soluciones de emergencia. Beteta, su número dos en el departamento, recibe a los consejeros de Economía autonómicos, prepara proyectos y diseña un 'plan B' para afrontar la emergencia que viene.
Una candidatura en el alero
Cuando Dolores Cospedal y Fernando Maíllo preparaban las listas para las elecciones del 20-D, circuló por el PP el rumor de que enviaban a Montoro a Andalucía. A Jaén o a Sevilla, un salto atrás. Rajoy zanjó las dudas. Montoro se quedaba en Madrid, el cuarto de la lista, detrás del presidente, de Soraya, y Tejerina. El presidente en funciones no oculta su afecto personal y su respeto profesional hacia Montoro. En varias ocasiones ha referido públicamente lo ingrato, sacrificado y poco estimulante de su labor. “Un ministro de Hacienda nunca es el más popular de un Gobierno”, suele comentar el aludido, con esa sorna que no todo el mundo termina de comprender. Es un trabajo feo, sordo y antipático. Pero alguien tiene que hacerlo, remacha.
El equipo de Soraya ha salido reforzado tras el estallido del 'caso Soria'
Su última intervención sonada tuvo lugar en la rueda de prensa tras el Consejo de ministros. José Manuel Soria acababa de ser defenestrado por el escándalo de Panamá/Jersey. Fue cuando pronunció su antológica frase: “Nadie que haya operado desde paraísos fiscales puede estar en el Gobierno. Con toda rotundidad”. Soria había responsabilizado de su caída a Sáenz de Santamaría, con quien mantuvo un pulso por el reparto de cadenas de TDT. Montoro, con esas palabras, le había sentenciado para siempre. El intento del exministro de Industria de retornar vía Banco Mundial acaba de estrellarse contra los muros del fracaso.
El equipo de Soraya ha salido reforzado tras el estallido del 'caso Soria'. Montoro forma parte del grupo, junto a Fátima Báñez, Alfonso Alonso, ahora candidato, y sus escuderos Álvaro Nadal y José Luis Ayllón. La teoría de la 'operación Menina', que difundió a los cuatro vientos Pablo Iglesias en su día, vuelve a la actualidad. Rajoy quizás no supere una nueva investidura y podría pensar en ceder el título de candidato del PP a otro aspirante. Pocos lo creen. Sáenz de Santamaría ha permanecido alejada del choque entre el nuevo y viejo PP al hilo del caso Barberá, tan molesto. Una vez más, fue Cospedal quien tuvo que bailar con la más fea. Soraya se mueve, comentan en Génova. Y Montoro, está quieto. Y silente. A la espera. Ahora lo importante es no meter la pata.