Aterrizó el pasado mes de febrero en la jefatura de Anticorrupción tras dos años en el Tribunal Supremo y otros doce como jefe de la Fiscalía Superior de Madrid. Su currículum le amparaba pero su nombramiento se enmarcó en una operación del Gobierno de Mariano Rajoy para poner orden en la Fiscalía Especializada en la lucha contra la corrupción.
El primer gran enfrentamiento que mantuvo el fiscal Manuel Moix con los fiscales de su plantilla se produjo días antes de que saltara a la luz pública los registros de la operación Lezo. Trató de limitar la entrada que afectaba a la sede del Canal de Isabell II y los fiscales del caso, Carmen García Cerdá y Carlos Iáñez, se negaron a cumplir sin rechistar la decisión del nuevo jefe y convocaron una Junta de Fiscales apelando al artículo 27 del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal.
En un hecho sin precedentes, y tras una tensa votación, la plantilla ganó el pulso a Manuel Moix que tan sólo contó con el apoyo de un fiscal de Anticorrupción y la abstención de otro. Además, el ex fiscal jefe sabía que su nombre aparecía en el sumario del caso Lezo, en esa conversación pinchada donde el ex presidente madrileño Ignacio González decía al ex ministro Eduardo Zaplana que quería a Moix porque "un tío serio"- en Anticorrupción y que su elección sería algo "cojonudo".
Tras este primer rifirrafe vino pronto el segundo. Apartó del caso del 3 por ciento a los fiscales José Grinda y Fernando Bermejo de la investigación sobre la presunta financiación irregular de CDC de Cataluña por motivos de distribución del trabajo en Anticorrupción. Lo hacía cuando la instrucción de esta causa llevaba más de dos años en curso y cuando el juez de El Vendrell, Josep Bosch Mitjavila, había comunicado a Grinda y Bermejo su intención de inhibirse a favor de la Audiencia Nacional.
Posteriormente, dio trámite de una denuncia por coacciones que un imputado –el empresario Rafael Pallardó- presentó contra dichos fiscales y su compañero Juan José Rosa para que la Fiscalía de Cataluña decidiera si era necesario abrir una investigación. Los fiscales siempre le reprocharon a Moix que no hubiera ido de frente ni les hubiera avisado de que iba a tramitar la misma.
Hasta ahí, un mandato polémico que no ha podido sobrevivir a la noticia que el pasado lunes daba el periódico Infolibre. El fiscal jefe Anticorrupción era titular de una sociedad en el paraíso fiscal de Panamá. Una circunstancia que no comunicó al fiscal general José Manuel Maza porque, en un primer momento, consideró que era un dato “irrelevante”, tal y como señaló el propio Moix en conversación con Vozpópuli.
Este jueves presentaba su “dimisión irrevocable” cuando había perdido todos los apoyos con los que logró hacerse con la jefatura de la Fiscalía más codiciada. Ni la Carrera Fiscal lo quería ahí ni el Gobierno veía viable su continuidad. Acaba así el mandato más efímero de un fiscal jefe Anticorrupción en España.