El Partido Popular ha tuneado su campaña electoral con un toque popular y hasta populista. Se trata de 'acercarse más a la gente', una máxima que se ha instalado en el frontispicio de todos los partidos y que parece ya una obsesión. Desde Génova se dieron instrucciones a los dirigentes provinciales para que dejen de lado el formato tradicional de mítines y concentraciones. Hay que potenciar el callejeo, el contacto puerta a puerta, las charlas en las plazas. Algo parecido a lo que hacía el alcalde de Crónicas de un pueblo, dice un veterano, con algo de sorna en la explicación.
Se trata de potenciar la imagen de los candidatos y dejar a un lado o tamizar levemente la del partido. Las siglas pueden producir rechazo en determinados territorios muy señalados por la corrupción, en especial la Comunidad Valenciana y hasta en Madrid. La mancha de la Gürtel no desaparece. Ahí sigue, incómoda y apestosa. De ahí la importancia de potenciar al candidato, la prioridad de municipalizar los comicios. En estos comicios se vota más a las personas que a los partidos. E incluso pueden alcanzarse pactos contra natura, justificados en el buen entendimiento personal de los implicados. El PP, por ejemplo, ha votado y mantenido acuerdos con ERC en algún municipio catalán.
Genuinamente populares
Pero la novedad en la campaña es el formato 'plaza' o asambleas ciudadanas, con la palabra 'populares' en la cartelería. Ya se estrenó en la convención madrileña del partido, cuando los encuentros o sesiones de ministros y altos dirigentes con los militantes se celebraban en un ágora esférica, en forma de plaza y con ese nombre. 'Plaza de la Constitución', 'Plaza de la prosperidad', 'Plaza de la solidaridad'... enunciados que suenan algo ajeno y hasta alejado del perfil del partido pero que encajó bien entre los casi tres mil mandos presentes en aquel cónclave.
El PP quiere potenciar la imagen de los candidatos y dejar a un lado o tamizar levemente la del partido
El concepto 'plaza', los actos en un espacio redondo, con el orador en el centro que va girando sobre su eje para atender comentarios y preguntas de los asistentes, tiene una vaga semejanza, al menos conceptual, con los círculos de Podemos. En Génova hablan de asambleas ciudadanas y de disputarle la calle a la izquierda. Este detalle no ha pasado inadvertido a los más veteranos del PP, que sin embargo lo consideran un acierto. "A veces no es tan importante parecer estrictamente del PP. Es necesario renovarse y dar un vuelco en los planteamientos tradicionales. Lo fundamental es que la gente sintonice con el orador o el candidato. Esa es la base de unos comicios locales", comentaba días atrás el aspirante a una alcaldía en Castilla y León.
Candidatos y mensajes
Renovación en algunas candidaturas (a la espera de conocer la semana próxima los nombres de las listas de Madrid y Valencia) y también en los mensajes. Romper la distancia, dialogar, admitir preguntas, entablar diálogo. El espíritu de campaña del PP está conociendo una transformación evidente, una puesta al día que arrincona el viejo formato de discurso en el escenario de un pequeño teatro o un polideportivo. Esos mítines se mantienen, pero se reduce el número. Tan sólo para grandes momentos, como cierre de campaña o la visita del líder máximo.
Clara San Damián, candidata a la alcaldía de Zamora, quien aspira a suceder a la experta Rosa Valdeón, llamada quizás a aspiraciones más elevadas, es el ejemplo de lo que está sucediendo en el partido. Política joven pero experimentada, actual vicedelegada del Gobierno en la provincia castellana, San Damián, de imagen sugerente y tirón mediático, ha desarrollado desde su cargo una actividad muy acorde con los nuevos tiempos. Contacto con la gente, pocas horas de despacho, viajes los domingos, puertas abiertas a quienes plantean dudas o quejas. En la vieja Castilla, un signo del nuevo PP.
Movilizar tres millones de votos fatigados no es tarea fácil. Las autonómicas y municipales son una prueba de fuego para este cambio de formato, para este 'concepto plaza' que se acaba de instaurar en la formación.