Nueva polémica en el Ministerio de Defensa por los ascensos a general, en este caso por uno de los auditores de la rama jurídica. En las últimas semanas ha circulado entre el Cuerpo Jurídico Militar la lista confidencial, a la que ha tenido acceso Vozpópuli, que la Junta de Evaluación elaboró para los ascensos del ciclo 2018/2019 de coronel a general auditor. En ella aparece que uno de los cuatro elegidos -Francisco Luis Pascual Sarriá- estaba en el puesto número 10 del escalafón.
Desde la llegada de Margarita Robles al Ministerio de Defensa se han producido varios ascensos controvertidos al no tenerse en cuenta los méritos ni el citado escalafón. En febrero, por ejemplo, este periódico desveló la polémica desatada por los ascensos al equivalente de general de división en el citado Cuerpo Jurídico y el Cuerpo de Sanidad, unos hechos ampliados por el Partido Popular en junio en una pregunta parlamentaria que motivaron, según fuentes militares, el cese al cabo de unos días del subsecretario, Alejo de la Torre, responsable máximo de los llamados Cuerpos Comunes.
Dentro de la ley de la Carrera Militar se subraya en su el artículo 93.2 que la evaluación de los candidatos a un ascenso "especificará las condiciones de prelación e idoneidad de todos los evaluados en cuanto a las facultades y capacidades profesionales requeridas para el desempeño de los destinos del empleo superior”.
Con las Juntas de Evaluación se pretende evitar que los ascensos queden en manos de una única persona. Se busca, por tanto, que sean lo más objetivos posibles
La "prelación" es el orden en que deben producirse los ascensos y la "idoneidad" se refiere a las cualidades de los evaluados que les hacen adecuados para el ascenso. El proceso de evaluación se lleva a cabo a través de un órgano colegiado -la llamada Junta de Evaluación- que evita precisamente que la decisión de ascender quede en manos de una única persona. Se busca, por tanto, que dicho ascenso sea lo más objetivo posible.
Las decisiones de las Juntas de Evaluación quedan plasmadas en actas donde se establece el correspondiente orden de aquellos candidatos a ascender que reúnen mayor preparación, experiencia, mérito y capacidad. Dichas actas tienen carácter secreto, aunque cada evaluado tiene derecho a que se le comunique su puesto dentro de la citada ordenación.
Así, un aspirante a ascender de coronel a general de brigada conoce su puesto pero no sabe el de los demás. Sin embargo, como la mayoría de los evaluados se conocen entre sí, luego suelen comunicarse sus respectivos resultados y cruzan las informaciones que cada uno tiene sobre su puesto, por lo que al final se suele saber con bastante precisión la lista que establece la prelación para los ascensos.
Gran número de damnificados
En los ascensos de coronel a general auditor -el equivalente a general de brigada o de una estrella en el argot militar- dentro del ciclo de evaluación 2018-2019 hubo cuatro plazas por cubrir. La cifra fue inusual pues normalmente se reparten tres ascensos cada año y la lista de los evaluados llega únicamente hasta el noveno puesto.
Los dos primeros ascensos se produjeron según lo esperado y siguieron el orden establecido por la Junta de Evaluación: Antonio Afonso (1) y José Antonio Jaldo (2) ascendieron en noviembre de 2018. Sin embargo, los siguientes en ascender no fueron Antonio López Urgoiti (3) ni Miguel Rodríguez de Paterna (4), sino José Manuel Gutiérrez del Álamo (que iba de 6) y... lo más sorprendente, Francisco Luis Pascual (en el puesto 10).
De modo que esta "arbitraria discrecionalidad" a cargo de la cúpula de Defensa dejó un gran número de damnificados y un seleccionado -el citado Pascual- que nadie se esperaba, en opinión de las fuentes. En el caso de López Urgoiti, por ejemplo, le penalizó el hecho de su "amistad personal" con el que había sido anterior secretario de Estado de Defensa con el PP, Agustín Conde.
Mientras, el ascenso de Gutiérrez del Álamo se justificó por ser un oficial que había tenido puestos de responsabilidad dentro del Ministerio. Su perfil de "leal colaborador" pudo encajar con la "excepcionalidad" de la que se echa mano en contadas ocasiones para que Robles y De la Torre se saltasen a los números 3, 4 y 5 que le precedían. Es más, al poco tiempo fue nombrado subdirector general de Patrimonio.
El caso de Pascual (número 10) fue mucho más controvertido y, a la postre, es el que más revuelo ha provocado. Las citadas fuentes mencionan dos hechos que desnivelaron la balanza a su favor de forma discriminatoria para el resto de evaluados. En primer lugar, este coronel había sido superior de De la Torre en Ceuta -el primero como capitán y el segundo como teniente-, de modo que habían compartido destino en el pasado y se conocían. No hay que olvidar que el exsubsecretario proviene del Cuerpo Jurídico.
El segundo elemento fue la "buena amistad" que Pascual tenía con Mariano Fernández Bermejo, quien fuera ministro de Justicia en uno de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. En círculos castrenses se le consideraba un militar "progresista", próximo al PSOE, y tras su ascenso a general auditor fue colocado en un puesto muy significativo: de vocal togado en el Tribunal Militar Central.
El nombramiento de Pascual le puede hacer tener una "predisposición positiva" hacía De la Torre, en especial en los procedimientos judiciales en los que el exsubsecretario se pueda ver inmerso a partir de ahora tras su paso por Defensa, según las citadas fuentes. En ese hipotético caso, advierten de que el ahora general auditor deberá abstenerse si no quiere correr el riesgo de ser recusado por alguna de las partes.
Una "caja de Pandora"
Varios de los coroneles afectados por los ascensos -sobre todo el de Pascual- consideran que éstos fueron "arbitrarios, despóticos y nepotistas", con el único fin de que De la Torre tuviese en los próximos años a personas "agradecidas hacia él y su entorno" en la cúpula de los Cuerpos Comunes, de los que él mismo forma parte en la actualidad como teniente coronel del Cuerpo Jurídico y con la posibilidad de ascender a general en unos años.
De ahí que las citadas fuentes consideren que estos precedentes, avalados en última instancia por Robles, son "muy peligrosos" ante el riesgo de que se abra una "caja de Pandora” dentro de las Fuerzas Armadas. "Si la práctica se consolida, los ascensos al generalato se convertirán en una especie de regalía feudal para construir una red clientelar de 'estómagos agradecidos'. En lugar de atender al mérito y la capacidad, se premiará la afinidad y docilidad", concluyen.