Las normas decretadas para las próximas Navidades son de “obligado cumplimiento”. Palabra de Salvador Illa, ministro de Sanidad. Restricciones en la movilidad y limitación de aforo en los domicilios privados. Pero los encargados de velar por el cumplimiento de esas normas, los cuerpos policiales, han acogido las medidas con inquietud: “Son demasiado difusas”. Mandos policiales consideran que la “falta de concreción” en estas decisiones dificultan su labor: a su juicio, los agentes tendrán “poco respaldo jurídico” para ejecutar algunas de las limitaciones. La figura del “allegado” despierta recelos entre los agentes de la autoridad.
Hagamos repaso de las normas que Salvador Illa trasladó al Consejo Interterritorial: reuniones de un máximo de 10 personas, incluidos niños, en los días 24, 25 y 31 de diciembre, y 1 de enero -salvo que sean convivientes, que entonces puede ser mayor-; toque de queda durante esos mismos días a partir de la 1.30 de la madrugada, con libertad para que cada comunidad autónoma modifique ligeramente el horario; prohibición de viajar, salvo si en el lugar de destino residen familiares o “allegados”; y recomendación expresa a los estudiantes de velar por las más estrictas medidas de precaución sanitarias.
Este menú de medidas despierta ciertos recelos entre mandos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, según fuentes consultadas por Vozpópuli. Cómo hacer cumplir unas restricciones que, a la postre, “son tan difusas”. Aún esperan que esa batería de limitaciones se concrete en instrucciones precisas por parte del Ministerio del Interior, pero consideran que su aplicación será “extremadamente difícil” y que deja a sus agentes con un dudoso respaldo legal.
Un vacío legal con el "allegado"
La figura del “allegado”. Ese es el principal agujero que los mandos policiales contemplan en esta batería de medidas. A juicio de Salvador Illa, “todo el mundo” entiende qué contempla esa definición: “Una persona, que aunque no tenga un vínculo familiar en el sentido tradicional, sea una persona con la que tenemos una afectividad especial”. Y apela a la responsabilidad personal para que no se tome esta acepción en un término amplio que vulnere las medidas frente al coronavirus.
Los mandos policiales, no obstante, son más escépticos. Tras nueve meses de pandemia, consideran que las normas laxas son propicias para el desarrollo de escenas contrarias a los objetivos sanitarios. Y que en el sumidero del “allegado”, definición sin ningún respaldo jurídico, pueden discurrir una batería de excusas por parte de la ciudadanía para “celebrar las fiestas como les dé la gana”, afirman las mismas fuentes.
En el ámbito de la movilidad, “cualquier ciudadano puede esgrimir ser un allegado” de cualquier persona que viva en cualquier punto de España: “Así será difícil establecer cualquier control en carreteras o puntos de comunicación -estaciones de tren y autobús o aeropuertos- y hacer que la gente no viaje al lugar que más le convenga”. “Es un coladero y de poco servirá que despleguemos miles de agentes”, añaden.
Domicilios particulares
Lo mismo ocurre con las limitaciones en los domicilios particulares. Muchas de las vulneraciones en las restricciones actuales se detectan bien por el aviso de los vecinos, bien porque los propios agentes perciben el ruido en una vivienda o local. Claro ejemplo es lo que sucedió en Madrid el pasado puente de la Almudena, cuando la Policía Municipal intervino más de 400 fiestas ilegales.
Desmanteladas dos fiestas en la tarde noche de ayer en las zonas de El Rastro y Azca.
Por supuesto ni mascarillas, ni distancia de seguridad, etc, etc. ?♀️
Seamos responsables.#COVID19 #SeguridadCiudadana
➕Info ? https://t.co/JMW2WbWLdQ pic.twitter.com/Opczdk3mA3— Policía Municipal de Madrid (@policiademadrid) November 8, 2020
Encuentros que en las próximas festividades serán más difíciles de controlar, advierten los mandos de ambos cuerpos: “Mientras no sean más de diez personas, pueden hacer lo que quieran, siempre que digan que son allegados. Y como eso no se puede demostrar más que con su propia palabra, los agentes no podrán decir nada”.
¿Y qué ocurrirá con aquellas viviendas en las que se celebren encuentros familiares pero en los que se supere el límite de diez concurrentes? Los cuerpos policiales no llamarán puerta a puerta para controlar el cumplimiento de esta norma; se basarán en los avisos que puedan recibir o en su propia intuición para llamar al orden en los domicilios particulares.
El toque de queda
La limitación anunciada por el Ministerio de Sanidad más sencilla de controlar será el toque de queda, afirman los mismos mandos policiales. “Eso es fácil, basta con desplegar las patrullas como se ha hecho en otros momentos de la pandemia para controlar que nadie se salte las restricciones en los espacios públicos”.
Mientras, los expertos sanitarios contemplan con escepticismo el plan para las próximas Navidades. España se encuentra en una fase de doblegar la curva de contagios y fallecidos en esta segunda ola de la pandemia, tal y como reflejan los datos del Ministerio de Sanidad: temen que una relajación de las normas en las próximas fechas condicione una tercera embestida del coronavirus. El Gobierno, por su parte, confía el futuro más inmediato a la llegada de la vacuna, con un plan que contempla su aplicación a 20 millones de españoles antes del próximo verano.
Hasta entonces, sólo queda la aplicación de las medidas anunciadas por Sanidad; restricciones que por su laxitud despiertan el recelo de los mandos policiales. Al menos, de cara a la Navidad.