Felipe VI abre este miércoles su agenda internacional de este año con uno de los viajes más complicados de su reinado. Seis veces se ha suspendido la visita de Estado a Marruecos, siempre por causas ajenas a la Corona española. Don Felipe visitó Rabat en junio de 2014 en el que fue su tercer desplazamiento oficial tras su proclamación como jefe del Estado. Antes había acudido al Vaticano y Portugal. Aquella fue una visita muy especial en la que Mohamed VI se deshizo en atenciones hacia la pareja Real española.
La presencia del Monarca en la vida pública nacional se desarrolla últimamente entre la discreción y la monotonía. Apenas se han vivido momentos de relevancia singular. Ni viajes especiales, ni visitas de relumbre, ni intervenciones destacadas. La rutinaria normalidad, dicen en fuentes próximas a la familia. Después de las convulsiones del 'caso Villarejo' y de las celebraciones con motivo del 40 aniversario de la Constitución, en Palacio parecen haberse sumido en una especie de tranquilo ostracismo.
Este viaje a Rabat supone la reactivación de la actividad de la Corona en el plano internacional. Un desplazamiento comprometido, pero clave en la política interna, dada la importancia del país vecino en los efectos de la inmigración. Los Reyes estarán acompañados de seis ministros para repasar todos los frentes. Económico, social, cultural y, por supuesto, de política se seguridad. Pedro Sánchez había estado en Rabat el pasado noviembre, en una visita sin más resultado concreto que la peregrina idea de organizar conjuntamente el Mundial de Fútbol de dentro de una década. Una iniciativa improvisada que produjo alguna sorpresa en Portugal, el convidado de piedra de la propuesta.
Intervenciones descafeinadas
Desde su mensaje de Nochebuena, en el subrayó la importancia de los jóvenes en el futuro de nuestro país, en una intervención que en algunos círculos se consideró de trámite o descafeinada, don Felipe apenas ha protagonizado intervenciones políticas de relevancia. En algunos sectores se ha echado de menos, por ejemplo, alguna referencia del Monarca hacia la convulsa situación en Venezuela, en especial una vez aclarada la postura del Gobierno español en favor de la presidencia de Guaidó.
Ese asunto está en manos del Ejecutivo, responden fuentes no oficiales de Palacio al ser interrogadas al respecto. Nadie espera un '¿porqué no te callas?', como el que le dedicó don Juan Carlos a Hugo Chávez, en aquella antológica anécdota. Pero no habría estado de más alguna insinuación en favor de un cambio democrático en el país iberoamericano. "Se ha echado de menos su palabra en estos dramáticos momentos por los que atraviesa aquella población hermana", comentan en círculos diplomáticos. El zigzagueo del ejecutivo de Sánchez en este asunto no ha facilitado tampoco el papel de la Corona.
"Unas palabras del Rey habrían duplicado la asistencia de gente a la plaza de Colón", comentaba un diputado del PP en la fría mañana de este domingo
Al silencio 'venezolano' se suma también la irresoluble cuestión catalana. El Rey no ha efectuado alusión alguna a este asunto en ninguno de sus últimos mensajes públicos. Los discursos del Rey se redactan en Moncloa y se retocan en Zarzuela. O al revés. Pero no ha habido oportunidad para que don Felipe haya podido introducir últimamente alguna alusión al desafío secesionista. "Unas palabras del Rey habrían duplicado la asistencia de gente a la plaza de Colón", comentaba un diputado del PP en la fría mañana de este domingo.
No son fáciles las relaciones de la Corona con el actual inquilino de la Zarzuela. No lo fueron tampoco con Mariano Rajoy, en especial en el proceloso episodio de la investidura, cuando el entonces presidente intentó la complicidad de Zarzuela en alguna maniobra inadecuada. Con Sánchez se guardan las formas, se exhiben las sonrisas, pero poco más. Hay quien dice que el líder socialista ha decepcionado a don Felipe. Se esperaba otra cosa, comentan en estos círculos.
El encuentro con Torra
El Rey no se desplaza a Cataluña desde junio del pasado verano, con ocasión de la entrega de los premios de la Fundación Princesa de Girona, que tuvo que hacerse de tapadillo, en un recinto inusual y en un formato casi underground. Unos días antes, había presidido la inauguración de los Juegos del Mediterráneo en Tarragona, con plante y provocación por parte de Joaquim Torra incluido. Un trance muy incómodo y sumamente desagradable, comentan quienes estuvieron en los detalles de aquel episodio.
No regresará a Cataluña hasta finales de mes, con ocasión del congreso mundial de Móviles que se celebra en una Barcelona sumida ya en la precampaña electoral. Habrá roces y desplantes. La visita tendrá lugar cuando el juicio a los golpistas catalanes lleve ya dos largas semanas de sesiones. Un desplazamiento intenso, una visita con tensión en la que se supone que habrá oportunidad para escuchar finalmente al Rey referirse, si quiera elípticamente, a la dramática realidad política en una Cataluña atenazada por el secesionismo.