Pedro Sánchez y el presidente de la Generalitat, Quim Torra, van a escenificar este lunes en La Moncloa el inicio de la "normalización" entre el Estado y la Generalitat de Cataluña después de un año convulso en el que el antecesor de Torra, Carles Puigdemont, protagonizó una huida internacional que ya dura siete meses; mientras, la inmensa mayoría de su Govern, asi como la que fuera presidenta del Parlament, Carme Forcadell, llevan ese mismo tiempo en prisión preventiva.
Todos han sido procesados por el Tribunal Supremo por un presunto delito de rebelión -veremos si al final solo en grado de tentativa o incluso se rebaja a sedición- y eso va a seguir condicionando el devenir en ese territorio y en el resto de España.
Aunque el traslado de los encarcelados a prisiones catalanas haya venido a relajar la tensión previa a la cita en La Moncloa, ambas partes siguen mirándose de reojo para comprobar la sinceridad del otro.
El Ejecutivo, a través de la Ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, y de la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, están engrasando de nuevo las relaciones entre ambas administraciones tras el trauma del referéndum ilegal del 1-O, las cargas policiales y la posterior declaración de la República Catalana.
Ambas han preparado cuidadosamente el encuentro con la portavoz del Ejecutivo catalán, Elsa Artadi para que, aun sin acuerdos tangibles, el encuentro se celebre en un buen clima y de paso a otros. "Lo importante es que se celebre", se insiste desde La Moncloa, dando a entender la dificultad del otro para virar.
Ambos están muy presionados por sus opiniones, lo cual les deja poco margen para pactar en esta cita; por eso La Moncloa insiste: "Lo importante es que se celebre"
Torra está muy presionado por los sectores del soberanismo que controlan la calle, en particular las CUP y la Asamblea Nacional Catalana (ANC), que afean al sucesor de Puigdemont haberse avenido a participar en la escena del sofá con quien no va a reconocer la autodeterminación catalana ni ahora ni nunca; un Pedro Sánchez quien, tras el 155, se ha puesto como objetivo recuperar el diálogo que cree Mariano Rajoy no practicó en los ultimos cinco años.
El problema es que el nuevo inquilino de La Moncloa tiene también las manos atadas por PP y Ciudadanos, e incluso por buena parte del PSOE; le exigen "firmeza" ante las continuas provocaciones del independentismo y no están dispuestos a comprar a las primeras de cambio el argumentario de que el dirigente soberanista siga empeñado en la unilateralidad de boquilla, solo para no desairar a los sectores más radicales de su electorado.
Por eso el Consejo de Ministros decidió el viernes pasado dejar de hacer la vista gorda como ha venido haciendo ante otras decisiones como mínimo cuestionables de Torra: no va a recurrir el nombramiento de la delegada de la Generalitat ante la UE a la huida Meritxell Serret ni la concesión de honores de expresident al también huido Puigdemont, tales que asistentes, coche oficial y escoltas.
Sánchez ha decidido exhibir fuerza en vísperas de ver a Torra ordenando recurir al TC la moción soberanista del Parlament; No quiere perder pie ante las provocaciones
Sánchez ha ordenado recurrir ante el Tribunal Constitucional (TC) la aprobación en el Parlament, por parte de ERC, Junts pel Cat, y las CUP, de una moción que reivindica el referendum de autodeterminación de noviembre de 2014 porque, según explicó la ministra portavoz, Isabel Celáa, el Gobierno está determinado a "dar una respuesta serena y firme en defensa de España y la Constitución".
En cuanto a los asuntos que van a tratar el presidente del Gobierno y el de la Generalitat, giraran en torno a la retirada de recursos competenciales ante el TC que interpuso el Gobierno de Rajoy a lo largo de los últimos cinco años. Técnica de palo y zanahoria.
Además, ambos mandatarios van a hablar de la financiación autonómica, origen real de la ruptura entre los gobiernos de Mariano Rajoy y Artur Mas en 2012, que dio lugar al primer referendum soberanista, en noviembre de 2014.
El PSOE propone abordarlo a través de la Conferencia de Presidentes y del Consejo de Política Fiscal y Financiera, así como en mesas de negociación bilaterales. Y, en este sentido, las fuentes socialistas consultadas valoran "muy positivamente" que Torra haya ordenado la vuelta a esas comisiones bilaterales.