La vicepresidenta del Gobierno arrancó la semana sumergida en la intensa campaña electoral en Cataluña. No había acudido a la región desde el 155. Dos días de charlas, declaraciones y comparecencias. El PP necesita refuerzos de cara al 21D. Sáenz de Santamaría se empleó a fondo. Severos ataques a los secesionistas tanto en Reus como en Barcelona. En esta última plaza, la número dos de Moncloa, sin embargo, suavizó el tono ante un importante grupo de empresarios del sector comercio y turismo. Mostró la faz más constructiva del Gobierno y anunció su decisión en defender y relanzar la 'marca Barcelona', tan terriblemente dañada por el golpe de los secesionistas. Fuga de empresas, reducción de visitantes, daños profundo al turismo, cimbronazo a la hostelería.
Nombres relevantes del mundo económico acudieron a la cita como Jordi Clos, presidente de los hoteleros, Rogerl Pallerols, de la restauración o Joan Gaspart, quien fue presidente del F.C. Barcelona y presidente de Turismo de Barcelona, entre otros. También se encontraba Xavier García Albiol, candidato del PP en estos comicios.
¿Candidata a la alcaldía?
Dos horas se prolongó el encuentro, en un entorno penumbroso. Santamaría recuperó su discurso del entendimiento la mano tendida. Se esforzó en trasladar a los presentes el empeño del Ejecutivo central por relanzar el prestigio internacional de Barcelona. Será después del 21-D. Para ello, insistió la vicepresidenta, es imprescindible que el Parlamento catalán cambie de color. Barcelona se lo merece, vino de decir, entre la anuencia y el aplauso de los congregados.
Sáenz de Santamaría, que ejerce funciones de 'presidenta de la Generalitat' desde la aplicación del artículo 155, una especie de virreina para Cataluña, reeditó en la práctica los viejos aires de la'operación diálogo'. Todo un largo año de esfuerzo y trabajos con resultados negativos y frustantes. En ese periodo, mientras la vicepresidenta se trasladaba a Cataluña con frecuencia e intensidad a la búsqueda de entendimientos, el 'Govern' de Puigdemont y sus satélites de la agitación callejera, urdían los preparativos para el golpe de Estado, como demuestra la famosa Moleskine de Jové, el número dos de Junqueras. Una estrategia equivocada, un error de apreciación, un disparate, comentan ahora altos cargos del PP y algunos miembros del Gobierno central al referirse aquel empeño dialoguista.
Incluso en ciertos despachos vuelven a señalarle la vía hacia el Ayuntamiento de Madrid, como posible candidata municipal para 2019. Un rumor que algunos alimentan, de cuando en cuando, como un Guadiana. La presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, alabó a Pablo Casado como cabeza de lista, pero sin excederse, para no perjudicarle, dijo. Quizás con alguna intención se refirió a que el candidato 'o la candidata' lo nombrará Rajoy a finales del año próximo. ¿La "candidata" será Soraya? No es idea de la vicepresidenta abandonar Moncloa en un futuro inmediato.
Cataluña es el objetivo. La responsable de la implantación del 155, lejos de rectificar, retorna a su natural empeño por evitar confrontaciones y reconstruir los puentes. Barcelona y su marca pisoteada por los secesionistas será el eje del nuevo esfuerzo. De la 'Operación diálogo' a la 'marca Barcelona'. Todo se pondrá en marcha después de las elecciones. Hay voluntad de Santamaría en sacar este empeño adelante.
El gran vuelco es posible
Barcelona es una plaza decisiva en los comicios. Están en juego 85 escaños. Los sondeos anuncian posibilidad de movimientos. Algunos incluso avanzan una victoria de Ciudadanos, que podría pasar de sus actuales 17 a 21 o 22. Un salto prodigioso. El PP retrocedería algo. Barcelona es una provincia muy singular en el plano electoral. Congrega casi el 75 por ciento de la población catalana, con un importante porcentaje de voto no secesionista.
En las autonómicas de 2015, los constitucionalistas superaron el 41 por ciento de los votos en tanto que los separatistas lograron el 44. Una distancia de apenas tes puntos entre los dos bloques. Y un dato revelador: sin contar la capital, más partidaria de las filas del DUI, en el resto de la provincia se produce un empate entre las dos corrientes. Es la Barcelona castellanohablante, industrial, de raíces en otros puntos de España y escasamente entusiasta del soberanismo excluyente.
De movilizarse los partidos democráticos, tal y como avanza la demoscopia, podría llegarse a producir la derrota de los independentistas en esta demarcación clave. El vuelco es posible, de ahí el empeño de Moncloa y del PP en hacer particular hincapié en esta zona, donde puede producirse la primera gran derrota del secesionismo. La 'marca Barelona' puede actuar como un impulso a los alicaídos ánimos de los empresarios afectados por los efectos del independentismo, con el que algunos de ellos colaboraron amablemente, pero, fundamentalmente, también puede ejercer de acicate para impulsar la participación de esos votantes antisoberanistas que, tradicionalmente, se quedan en sus casas en las elecciones regionales.
Sáenz de Santamaría ha sembrado durante dos días. Mariano Rajoy hará lo propio desde el domingo. No se moverá de Cataluña hasta la jornada de reflexión. Hay pánico en el PP a lo que pueda ocurrir el 21-D.