La relación entre el PSOE y el PSC nunca ha sido fácil, y si no que se lo digan a Alfredo Pérez Rubalcaba y Pere Navarro, que sudaron hasta que, en 2013, lograron cerrar la fuerte división en torno al 'derecho a decidir' con un acuerdo a favor de un Estado federal que todos los socialistas siguen abrazando. Ahora, con Pedro Sánchez y Miquel Iceta en Madrid y en Barcelona respectivamente, la sintonía es muy fuerte, pero eso parece no ser suficiente para que a medida que se incrementa la tensión en Cataluña afloren las diferencias, mayores cuanto más grande es la distancia, también física, de las federaciones con el PSC.
Desde que Pedro Sánchez volvió a Ferraz, ha estado muy centrado en la crisis catalana y, de hecho, el pasado julio se celebró por primera vez una reunión conjunta de las direcciones de los dos partidos en Barcelona para proponer una salida conjunta al conflicto que ahora está ya en pleno estallido. Iceta, por su parte, celebró la victoria en primarias del madrileño, que en Cataluña arrasó a Susana Díaz (81,9% frente al 11,75% de votos de la andaluza).
Y esa buena relación se ha notado en las últimas semanas, en las que Ferraz y Nicaragua han coordinado sus discursos y sus propuestas. Pero el aumento del desafío independentista, a las puertas de una de declaración unilateral de independencia (DUI) y de una respuesta firme del Gobierno, empieza a pasar factura y evidencia que no solamente el PSC se queda prácticamente solo en la defensa de una solución negociada que no pase por un referéndum pactado, en Cataluña, sino que la cuerda que le une con algunas federaciones del PSOE empieza a tensarse.
Hasta ahora, la unidad entre ambas direcciones se mantenía firme y sus discursos, idénticos. Y Ferraz había logrado tapar los desmarques con las tesis oficiales que llegaban desde algunos puntos del PSC. Así ocurrió cuando, el pasado 20 de septiembre, surgieron voces, importantes, en este partido criticando la primera gran operación policial contra la organización del referéndum. Lo censuró la alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet y miembro de la Ejecutiva de Pedro Sánchez, Núria Parlon, y los regidores de la comarca del Baix Llobregat, la federación de más peso en el PSC, emitieron un comunicado pidiendo que cesaran los registros y detenciones.
La dirección de Sánchez, que se afanaba en insistir en su apoyo total y sin fisuras al Gobierno en la defensa del Estado de Derecho, mostrando el máximo respeto al poder judicial, trató de restarle importancia. El secretario de Organización, José Luis Ábalos, defendió el derecho de todos los socialistas a expresar sus "opiniones personales" y lanzó un guante a los alcaldes, al subrayar que son ellos quienes más están sufriendo "la presión de los ciudadanos" en las calles.
El mismo mensaje de comprensión es el que se repetía en Ferraz el pasado domingo a mediodía, cuando el PSC reaccionó con dureza contra las cargas policiales. Mientras los alcaldes se revolvían contra la violencia en el 1-O e Iceta pedía "el cese inmediato" del uso de la fuerza para impedir la "movilización ciudadana" ante un "simulacro de referéndum", la primera valoración oficial de la dirección socialista no hizo mención a las cargas y se limitó a lamentar que el Gobierno estaba "superado" por la situación.
Más tarde, Pedro Sánchez sí lamentó la violencia, pero no se sumó a la petición de dimisión al presidente el Gobierno, Mariano Rajoy, que coreaban sus compañeros desde Cataluña. Es más, se comprometió con la estabilidad, lo que ya suponía además un rechazo a la moción de censura que insistentemente le pide Podemos, con un mensaje que fue celebrado incluso por sus críticos.
Pero la jornada del 1-O fue el inicio, casi formal, de las disensiones, que no han dejado de agrandarse estos días. Mientras en Cataluña dura la resaca por las cargas policiales, y las condenas, otras voces del PSOE defienden que en el partido debe hacer una defensa mayor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Esta semana se hicieron virales unas palabras del presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, denunciando que a los policías y guardias civiles se les estaba echando de Cataluña "como a perros, cuando fueron a defender la legalidad".
Mientras en Cataluña dura la resaca por las cargas policiales, y las condenas, otras voces del PSOE defienden que en el partido debe hacer una defensa mayor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
Pero lo que terminó de mostrar las diferencias de criterio que existen entre los socialistas fue el discurso del Rey. Aplaudido por muchos socialistas, especialmente en federaciones como la andaluza, la extremeña y la castellano-manchega, en el PSC causó desolación. Y algunos de sus miembros más destacados no esperaron mucho para expresar en las redes su preocupación por la ausencia de un llamamiento al diálogo en el mensaje de Felipe VI. Si en público lo lamentaban con crudeza, en privado muchos critican que no ayuda a resolver la crisis y señala directamente a la vía del artículo 155.
Y ese es precisamente otro punto de fricción. Mientras el presidente de Aragón, Javier Lambán, y el PSOE de Extremadura han pedido ya a las claras al presidente del Gobierno que recurra a ese instrumento para frenar a los independentistas, en el PSC, que en esto cuenta con la complicidad de Baleares o Euskadi, les sigue poniendo los pelos de punta. De hecho, su primer secretario ofreció ayer la mediación de su partido para que no haya "ni DUI ni 155". Antes, su número dos, la alcaldesa de L'Hospitalet, Núria Marin, fue más dura y tildó ambos escenarios de "inmensa irresponsabilidad".
Ni la inmensa irresponsabilidad de una DUI ni la inmensa irresponsabilidad del 155. No tensemos más la convivencia. #Diálogo
— Núria Marín/❤️ (@nuriamarinlh) October 4, 2017
Por su parte, Ferraz calla en ambos debates. Para empezar, pese a que algunos dirigentes de la Ejecutiva federal también echaron en falta, en privado, una apelación al diálogo por parte de Felipe VI, la respuesta formal de la dirección obvió cualquier crítica y el secretario general mantuvo el silencio durante toda la jornada posterior.
Y continúan sin fijar una posición en torno al 155, argumentando que es una medida que deberá tomar el Gobierno y, si la toma, será cuando el PSOE deberá expresar su opinión. En todo caso, mantienen que su respaldo al Estado de Derecho (desde el pasado fin de semana se hace hincapié en que el apoyo es al Estado no y no al Gobierno, como venían diciendo) es firme y la sensación extendida es que, llegado el momento, no podrán distanciarse de la respuesta a los independentistas. Menos aún después del mensaje del Rey.
En las federaciones más distanciadas de Ferraz, pesa la sensación de que la dirección de Pedro Sánchez está "presa" del PSC
Pero para sus críticos, dentro y fuera del PSOE, no es suficiente, no se fían. En las federaciones más distanciadas de Ferraz, pesa la sensación de que la dirección de Pedro Sánchez está "presa" del PSC y sus tesis se encuentran más cerca a las de los socialistas catalanes que al PSOE de toda la vida. La prueba, señalan, fue el giro en la votación en contra de la iniciativa de Ciudadanos en apoyo al Gobierno, que provocó un terremoto en el Grupo Socialista.
En todo caso, las discrepancias de los últimos días, y el fondo de ellas especialmente, ilustran las dos almas de un PSOE cuya paz interna, además, puede estallar en cualquier momento.
Pero además, la deriva de la crisis camina hacia un alejamiento de Ferraz y el PSC. Aunque sin llegar a las críticas que hicieron los socialistas catalanes, Pedro Sánchez trató de desmarcarse ligeramente el pasado domingo del Gobierno, con sus primeros reproches en público, por las cargas, y después continuó por esa senda con su intención de reprobar a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, una iniciativa que, a su vez, ha vuelto a generar mucho malestar interno.
Pero para el PSC no es suficiente. Además, la respuesta de la dirección federal a la declaración anoche del presidente de la Generalitat no ha sentado nada bien. Después del distanciamiento de los últimos días, el secretario de Organización dejó de lado el llamamiento a una negociación inmediata entre Rajoy y Puigdemont, que el propio Sánchez pidió a Rajoy en Moncloa el lunes, y avisó al presidente de la Generalitat de que si quiere hablar, antes tiene que abandonar la senda de la ilegalidad y sus planes de continuar con la negociación. "A partir de ahí" podrán negociar, dijo.
Y para los socialistas catalanes esto es un nuevo portazo a la salida negociada para la que todavía creen que hay tiempo. "No nos rendiremos, por mucho que se nos diga ingenuos, bobos o buenistas; nos da igual", había dicho al inicio de la tarde Iceta.