España

La propina 'a la americana' aterriza en España: ¿ayuda a los camareros o es un tiro en el pie?

Los clientes de varios restaurantes en España se han encontrado con recargos adicionales, algo que viene directo desde Estados Unidos y que ha generado una oleada de protestas entre los consumidores

  • Gente comiendo en un restaurante. -

España es uno de los países con mejor gastronomía del mundo. Por no decir el mejor. Tenemos, al igual, que varias naciones europeas, una costumbre muy arraigada de dejar propina si hemos terminado satisfechos con el servicio que nos han ofrecido, tanto en la calidad de la comida como en el trato. Esta propina no es en absoluto obligatorio, es un complemento extra con el que agradecer a los camareros que nos han atendido sus buenas maneras.

Situación que choca frontalmente con cómo se hacen las cosas en Estados Unidos. Allí, la propina es obligatoria, y viene añadida directamente en la cuenta. Puede oscilar entre el 20% y 25%. Esto se estableció debido a que el sueldo base de los camareros es muy bajo, y las propinas se convierten así en su bote salvavidas para vivir mes a mes. España, país de tradiciones, pero siempre regado por el libre albedrío, se levanta contra las imposiciones. Es por ello que jamás los bares y restaurantes han exigido nunca propina.

Basta con darte una vuelta por las terrazas del país para ver monedas extras en la cuenta, normalmente de una cantidad que supone el 5% del importe total. Somos generosos, más si cabe cuando notamos que el trato ha sido bueno, pero de exigencias, nada de nada. Es por ello que en las últimas semanas ha estallado la polémica entre muchos consumidores españoles, los cuales se han encontrado en restaurantes de Madrid y Barcelona con la opción de abonar una propina, costumbre traída directamente desde las Américas. ¿Es legal?

Es legal que te sondeen con la idea de dejar un porcentaje determinado de propina, ya que en ningún caso te obligan (por ley no está permitido) a soltar más o menos dinero. ¿Cómo lo hacen? Muy sencillo. En la cuenta te ofrecen varias casillas, dependiendo de si quieres añadir un 5%, un 10% o nada. Una maniobra muy invasiva que ha provocado la ira de la inmensa mayoría de clientes españoles.

Los consumidores contra las propinas

La llegada de estas propinas a nuestro país ha desatado una ola de indignación entre los consumidores, quienes han acudido a asociaciones de consumidores para saber exactamente cómo de legal es o no el hecho de que los establecimientos te sondeen con la posibilidad de dejar un extra en la cuenta. Al margen de lo violento que puede resultar, la gente se opone porque puede resultar una estrategia para reducir el sueldo base de los camareros, convirtiendo esta vía de ingresos en su mejor opción para vivir decentemente.

Una de las asociaciones de consumidores más importantes de España es Facua-Consumidores en Acción. En declaraciones de su secretario general, Rubén Sánchez, opina que esta incursión de los locales en la intimidad de sus clientes tiene como fin “crear un sentimiento de culpa” para que estos acaben dejando más dinero del que a priori tenían pensado dejar.

Como ya comentamos al inicio del artículo, no es una técnica ilegal, ya que, en palabras de Sánchez "no lo imponen, pero intentan aprovecharse del cliente para que se convierta en el que paga el plus de un salario demasiado reducido". Por tanto, y aunque queda por ver qué recorrido tendrá esta iniciativa en la hostelería nacional, su aterrizaje ha sido del todo turbulento.

Sánchez reitera que “no es un acto ilegal porque no lo imponen” pero cree que pedir ese dinero es “intentar aprovecharse” del cliente para que, “de alguna manera, se convierta en el que paga el plus de un salario demasiado reducido”. No admiran el modelo americano en tan en cuanto pueda significar un salto de calidad en la vida de sus asalariados, todo lo contrario, es dejar en manos de terceros completar las nóminas de los empleados.

En el otro extremo del debate está Hostelería de España, organización que representa a nivel estatal a más de 270.000 empresas del sector hostelero. Ellos apuntan que es solo una "opción sugerida", en ningún caso una imposición. Por último, hemos salido a la calle para preguntar a varias personas su opinión acerca de este nuevo sistema de propinas. Como era de esperar, la corriente de respuestas ha sido unánime.

Pablo, un señor de 68 años de edad, se mostraba en contra de imponer la propina a los clientes porque cree "es tratar de imponer las cosas a la gente y no está bien". María, una joven de 23 años de edad, alega que aunque cada vez "paga menos con efectivo", siempre suele dejar más dinero al dividir la cuenta entre sus amigos como gesto de cortesía. María Jesús y Antonio, un matrimonio de mediana edad que suele comer por cuestiones laborales fuera del hogar, defiende "la libertad para dejar lo que uno crea conveniente, sin presiones". ¿Y usted, qué opina?

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