Desde que el hombre es hombre, todas las civilizaciones han creado infinidad de ceremonias y ritos en los que se incluían los alimentos, siendo en muchos casos el medio y el fin mismo del acto. Cultos que se han ido cristalizando con el paso de los siglos convirtiéndose, en muchos casos, en rituales de suma rigidez que a nadie se le ocurriría cuestionar y que forman parte de la cultura contemporánea.

Desde que hace ya un par de décadas la restauración se popularizase y los cocineros comenzaran el proceso de convertirse en iconos de la vanguardia cultural, recibiendo la atención de la prensa generalista y especializada, los profesionales de la sala, la otra cara de la hostelería, han ido perdiendo un protagonismo que necesita ser reclamado por su legitimidad e imperiosa necesidad. 

Algunos economistas y políticos, como los organizados en torno a Izquierda Unida, aspiran a implantar un modelo económico estatalizado que nos acerque a un país de funcionarios con condiciones laborales peores que las de los actuales camareros.