José Augusto García Navarro (Ciudad Real, 53 años) preside la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) desde hace poco más de un año y la pandemia le ha servido para confirmar algo que ya percibía. "Los ancianos que viven en residencias se encuentran en una situación vulnerable y la sociedad mira para otro lado", explica convencido a Vozpópuli.
Para el geriatra, que también es director general del Consorcio de Salud y Social de Cataluña y ha gestionado el Hospital Universitario Sant Joan de Reus, la gestión de la crisis sanitaria en las residencias de ancianos ha puesto en evidencia múltiples carencias y apunta a todos los signos políticos.
"Esto no es un problema de la izquierda ni de la derecha. No es un problema del independentismo o del no independentismo. Es un problema de todos: no hemos hecho caso a un colectivo al que hay que dar prioridad", opina.
Según García Navarro, el acuerdo alcanzado esta semana entre el Gobierno, las comunidades y los municipios para responder de forma coordinada ante los rebrotes en las residencias llega demasiado tarde a tenor de los "inevitables y previsibles" rebrotes que van a aparejados al desconfinamiento.
¿Cree que España está controlando de un modo efectivo los rebrotes?
Creo que hay un equilibrio dificilísimo entre evitar la propagación del virus que sigue estando presente y mantener la actividad económica. Todos los procesos de desconfinamiento llevan aparejados rebrotes. Ya lo advertimos hace dos meses, pero como entonces no había, las personas no eran tan conscientes.
En muchos casos, el virus está entrando en las residencias a través de los trabajadores. Se contagian en el supermercado o al tener contacto con sus familiares y amigos y lo acaban introduciendo en los centros. Hay un porcentaje enorme de la población que es asintomática. No saben que están infectados y es muy difícil evitar los contagios.
¿Están preparadas las residencias para afrontar una posible segunda ola de contagios?
Están en fase de preparación, pero no están preparadas todavía. Hasta el 4 de agosto el Gobierno, las comunidades y los municipios no han acordado una respuesta coordinada ante los rebrotes en las residencias. Llega muy tarde... ¡y para implementarlo se dan de plazo hasta septiembre!
El confinamiento de la población tuvo lugar a mediados de marzo y han fallecido 20.000 personas en residencias de mayores. El acuerdo, que incluye un sistema de información único y homogéneo que aglutine todos los datos de las comunidades autónomas y la obligación de los centros de tener planes de contingencia y una reserva estratégica de EPIS, llega por primera vez en agosto. La respuesta está siendo lentísima.
¿Cuándo se tenía que haber hecho?
En el mes de marzo. Por entonces era más importante el colapso de agudos en los hospitales, pero sinceramente creo que se podía haber trabajado en paralelo. Tenemos a mucha gente concapacidad técnica en el país para poderlo hacer.
Muchos de los jóvenes que este verano echan de menos poder abrazar a sus abuelos por las mañanas, hacen botellones por las noches ¿ignorancia o egoísmo?
Es una mezcla de cierta inconsciencia con un mensaje que se les ha transmitido de forma poco responsable sobre que están menos afectados por la enfermedad.
Muchos se sienten inmunes y piensan que como mucho pasarán una especie de gripe y estarán unos días en la cama, pero no es verdad. Existe un porcentaje de jóvenes, aunque sea pequeño, que también pueden acabar con una afectación muy importante de la enfermedad. Además, no solo se trata de no padecer la enfermedad, sino de no ejercer de vehículo transmisor. Hay que hacer una llamada a la responsabilidad.
Después de la tragedia que hemos vivido, ¿cree que se ha dotado a las residencias de recursos suficientes para blindar a los ancianos frente a la covid-19?
No. Estamos en camino de hacerlo. Se está hablando de aumentar el personal, se están comprando los equipos de protección individual y perfilando los planes de contingencia, pero en algunas comunidades autónomas se está luchando más y van más avanzadas que otras. Hay mucha heterogeneidad y mientras algunas van en el buen camino, otras parece que están esperando a los rebrotes.
¿Cuáles son las que están más preparadas y cuáles menos?
Cataluña y País Vasco están muy avanzadas y Madrid está avanzando muy bien en las últimas semanas aunque aún les falta camino por recorrer. Son las que han tenido una incidencia mayor del coronavirus. Probablemente, como han sufrido mucho más y le han visto la cara de cerca a la pandemia se lo están tomando más en serio.
El resto no tanto. El hecho de que una comunidad no haya sido de las más afectadas en una primera ola no implica que no lo vaya a ser en otro momento. Todas se tienen que poner las pilas.
¿Qué medidas hay que tomar para frenar los rebrotes que no se están tomando?
Lo más importante para evitar rebrotes es vigilar si hay transmisión comunitaria o no. Si es así hay que establecer medidas de control y de confinamiento parcial como se ha hecho en Lérida. En el caso de las residencias, ante cualquier mínimo síntoma de alguno de los usuarios o trabajadores hay que hacer tests diagnósticos. Muchos usuarios son asintomáticos, así que hay que hacer tests, tests y tests.
¿Y se están haciendo o no?
Se hacen cada vez más, pero hay que decirlo de forma categórica. Ante la mínima sospecha hay que hacer tests y más si se trata de personas vulnerables. Y si hace falta se hacen de forma periódica.
¿Perciben los geriatras el miedo en las personas mayores por haber sido abandonados a su suerte?
Sí. Las personas mayores están muy temerosas. Muchas han pospuesto intervenciones quirúrgicas pese a que llevaban mucho tiempo esperando porque no quieren ir a los hospitales. Tampoco quieren ir a sus centros de atención primaria a controlar la tensión o la diabetes.
Además, están perdiendo el contacto físico con otras personas y esto está desembocando en más casos de depresión, ansiedad y en mayores trastornos del comportamiento en las personas con demencia.
La pandemia ha puesto frente al espejo a numerosas residencias. ¿Qué aspectos urge reformar?
La legislación estatal de residencias de mayores está poniendo unos ratios de personal muy recortados y eso habrá que revisarlo de forma urgente. Las personas ingresadas en residencias de mayores con dependencia severa, que tienen de media siete enfermedades crónicas y consumen de media 11 fármacos, reciben un tiempo de atención de enfermería que oscila entre cinco y 22 minutos al día dependiendo de la comunidad autónoma.
El tiempo de médico, la región que menos dedica es de un minuto al día y la que más de tres minutos. El de fisioterapeuta, entre uno y 12 minutos al día. Cualquier persona que haya cuidado a un familiar con dependencia sabe que es imposible cuidar y atender bien a alguien en ese tiempo.
¿Están las residencias españolas en peor situación que otros países?
No. De todas las muertes por covid-19 que había en países considerados modélicos como Canadá y Noruega más del 50% han ocurrido en residencias de ancianos. Nos ha pillado a todos con un modelo residencial basado en grandes edificios con muchas personas para minimizar costes.
En China, por ejemplo, las personas mayores se han visto menos afectadas porque siguen estando cuidadas por sus familiares en sus domicilios. En Europa, nos confinamos y no tuvimos en cuenta que les aislamos allí.
¿Aboga usted por volver a los tiempos en los que se cuidaba de los ancianos en casa?
Abogo por potenciar y mejorar los servicios domiciliarios y agilizar el sistema de atención a la dependencia. Hay que intentar mantener a la gente mayor en el domicilio el mayor tiempo posible. Nadie quiere irse a una residencia y si preguntas a los que ya están allí solo alrededor del 4% quiere quedarse. Deberíamos repensarlo.