En una declaración institucional de 5 minutos emitida este lunes en Televisión Española, el Rey Juan Carlos ha dado los motivos para su esperada renuncia: "El pasado enero, cuando cumplí 76 años, consideré llegado el momento de preparar el relevo. El Principe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesario paara asumir la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza con el impulso de una nueva generación, contará para ello con el apoyo de la princesa Letizia.
"Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana. Mi única ambición ha sido y seguirá siendo siempre contribuir a lograr el bienestar y el progreso en libertad de todos los españoles. Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera y a cuyo servicio he puesto todas mis capacidades, mi ilusión y mi trabajo", ha asegurado el monarca en una declaración institucional que puede leerse aquí.
Ha sido una declaración sobria, cuando el jefe de Estado hablaba, a su izquierda podía verse la imagen que ilustra esta información, en la que posa junto a su hijo Felipe de Borbón y a su nieta y primogénita de éste, Leonor.Toda una intención de simbolizar la continuidad dinástica de la Monarquía española. "Mi hijo Felipe, heredero de la Corona, encarna la estabilidad, que es seña de identidad de la institución monárquica", ha dicho Juan Carlos.
Nula autocrítica
Aunque la palabra "autocrítica" se ha nombrado en el discurso, no ha sido para hablar de los muchos casos de corrupción en que se ha visto relacionada la Corona. Más bien ha querido que todos la hicieran, no sólo él: "Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad".
Imagen institucional
En efecto, desde primeros de año, convaleciente aún de su última intervención en la cadera, el Rey don Juan Carlos ha intentado recuperar su imagen institucional, mediante una desaforada actividad pública, con desplazamientos muy singulares y no demasiado bien explicados al Golfo Pérsico y con la celebración permanente de audiencias en el Palacio.
Sin embargo estos esfuerzos no conseguían recuperar el crédito perdido a raudales por la Corona, particularmente ostensibles desde el accidente de Botsuana, del que se cumplieron ahora dos años, momento en el que la imagen del Rey y de la Monarquía entraron en barrena. A ello ha habido que añadir un episodio definitivo para la estabilidad de la Institución, como es el de la imputación de la Infanta Cristina, imputada por presunto delito fiscal y de blanqueo de capitales en el 'caso Nóos', cuyo protagonista principal es su esposo, Iñaki Urdangarían.
Sondeos negativos
Los sondeos y barómetros sobre la popularidad del Monarca no han remontado ostensiblemente, según las últimas oleadas. Hasta el punto de que en una revelación inédita, el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, habló con los periodistas en el transcurso de uno de los desplazamientos al Golfo Pérsico, a los que desveló que las encuestas privadas que efectúa la Zarzuela hablaban de un repunte de la imagen de Don Juan Carlos en especial desde la ceremonia celebrada con motivo del X aniversario del atentado del 11-M. También se quiso advertir una mejoría con ocasión del fallecimiento del expresidente del Gobierno, Adolfo Suárez, momentos en los que el Rey se volcó por reverdecer los tiempos de concordia y de empeño democrático de la Transición.
Spottorno decía que las encuestas privadas avisaban de un repunte en la popularidad del moncarca
La situación era tan complicada que el Monarca estableció un plan de acción junto a su hijo, el Príncipe de Asturias, en lo que se denominó 'el pacto de la Zarzuela' mediante el cual se disponían una serie de reparto de funciones y cometidos entre ambos para transmitir una situación de normalidad de la Corona y una reccuperación de visibilidad de la figura de Su Majestad. El Rey se desplazó junto a la Reina a Lisboa para asisitir a la final de la Champions en tanto que la Zarzuela cuidaba con especial atención el décimo aniversario del matrimonio de los Príncipes de Asturias, unos mensajes dirigidos especialmente al mayor espectro de la opinión pública. La idea era recuperar las imágenes de los Reyes compartiendo viajes y responsabilidades, algo que había casi desaparecido en los últimos tiempos, y de paso se despejaban las dudas y los rumores sobre la estrabilidad del matrimonio del heredero, que habían circulado con insistencia en los últimos meses.
Convulsión política
La noticia sorprendente de la abdicación se produce en un momento político muy convulso de la realidad española, con una crisis económica todavía muy profunda, con un desafío secesionista en Cataluña sin horizonte claro y después de unas elecciones en las que el bipartidismo imeprante había sufrido un severo correctivo con el auge de las fuerzas políticas más nacionalistas y de izquierda, como som Bildu, ERC o Podemos. El Partido Popular, pese a los esfuerzos por transmitir la naturalidad de su escueta victoria, salió muy 'tocado' de la cita con las urnas. Peor lo está pasando el PSOE, a vueltas con un congreso extraordinario en el que se deberá decidir el relevo de su actual secretario general- Rajoy y Rubalcaba habían llegado desde hace meses a una 'entente de supervivencia' para ofrecer un frente común en los aspectos más ríspidos de la realidad española, tanto en lo que hace al futuro de la Corona como a la endiablada situación de Cataluña, dos cuestiones permanentemente abiertas y sin solución prevista a corto plazo.
En un panorama tan agitado y cambiante, desde la Zarzuela se insistía permanentemente en la continuidad del Rey, y así lo hacía saber el propio Jefe del Estado a cuantas visitas se acercaban por Palacio. La agenda del Rey estaba repleta de actos para esta semana. Esta misma mañana tenía que viajar a Barcelona. El Príncipe tuvo que adelantar su regreso desde El Salvador para encontrarse en Madrid a primera hora de la mañana. Doña Sofía parte a Nueva York para una visita en Naciones Unidas. En Palacio se insiste en que el Rey mantendrá sus compromisos y cumplirá con su agenda hasta el momento mismo en que el Príncipe de Asturias se convierta en Felipe VI.