España

El rey presiona a su hermana Cristina para que renuncie a sus títulos y sus derechos

Don Felipe está enormemente irritado con la actitud de su hermana Cristina. Quiere que renuncie a sus títulos y a sus derechos y se aleje de la Institución. Pero sus presiones no ablandan el corazón de la Infanta.

  • La infanta Cristina, junto a don Juan Carlos y don Felipe en un acto oficial.

Don Felipe quiere a su hermana no sólo lejos de la Institución. La quiere absolutamente fuera. Ya no basta con que no forme parte de la Familia Real, no reciba ningún tipo de sueldo del Estado, no asista a actos públicos. Quiere que renuncie a sus títulos y, por supuesto, a sus derechos dinásticos. Una infanta imputada y con grave riesgo de sentarse en el banquillo de los acusados no puede permanecer en la línea de sucesión.

La decisión de la Audiencia de Palma, que mantuvo su imputación contra la Infanta por dos posibles delitos fiscales, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia del monarca. Todavía existen serias dudas de que se siente finalmente en el banquillo, al serle retirada la imputación por blanqueo de capitales y con la 'doctrina Botín' como salvaguarda. Pero el mal ya está hecho. La lucha por recuperar la imagen de transparencia y ejemplaridad que lleva a cabo don Felipe no concuerda con mantener a su hermana en la Institución, aunque sea estrictamente en su condición de ocupar el sexto puesto en la línea de sucesión al Trono.

Una imagen terrible

En los últimos días, y horas, el rey le ha hecho llegar a su hermana mensajes vehementes para que renuncie a sus derechos, se aparte de la Corona, ceda sus títulos y se olvide de la Institución. Es una medida imprescindible para recuperar la credibilidad de la Monarquía, tan dañada en los últimos años de reinado de don Juan Carlos, de acuerdo con lo que comentan fuentes muy cercanas al anterior rey. Se trata de una decisión grave y dura, que comporta sacrificios familiares y personales. Pero don Felipe está profundamente irritado con la actitud de su hermana, por no darse cuenta de todo lo que hay en juego. La imagen de una Infanta de España sentada en el banquillo resultaría terriblemente incómoda para la Institución.

Pero en la mansión de los Urdangarin en Ginebra, no se advierte sensibilidad alguna hacia estas inquietudes de Zarzuela. La Infanta no quiso en su día divorciarse del ex jugador de balonmano, ahora imputado por una decena de delitos, y tampoco ahora ha dado muestras de atender a las sugerencias que le llegan desde la Corona. Piensa que se le ha maltratado, que se le ha convertido en una especie de chivo expiatorio para purgar por los errores de la familia. Ni siquiera su padre la ha defendido. Tan sólo, en estos largos años de tribulaciones jurídicas, profesionales y personales ha gozado del cariño y el apoyo de su madre, la reina Sofía. Cuando los escándalos comenzaron a emerger, don Juan Carlos le sugirió abiertamente que se divorciara de Urdangarin, que pusiera tierra de por medio de su marido para poder mantenerse en la Familia Real. Nunca lo admitió, siempre ha estado junto a su esposo, incluso en momentos tremendamente difíciles, como cuando tuvo que acudir a declarar, como imputada, frente al juez Castro.

Un largo rosario de delitos

Pero se anuncian tiempos mucho más dramáticos. Todos los expertos vaticinan que Iñaki Urdangarin resulte finalmente condenado por su implicación directa y protagónica en el 'caso Nóos' a penas que impliquen su ingreso en prisión. Cinco delitos de prevaricación, cinco de tráfico de influencias, cuatro de malversación, dos contra Hacienda, uno de falsedad, uno de estafa, uno de falsificación y otro de blanqueo de capitales redondean una situación excesivamente comprometida.

También el panorama de la infanta se hace cada día más insostenible. Y aún en el caso de que evite el banquillo, tiene sobre sus hombros una imputación por doble delito fiscal. Don Felipe, en este aspecto, se muestra implacable. Cristina tiene que renunciar a todo. Pero, como recordaba la nota emitida desde Zarzuela el viernes, "es una cuestión que le corresponde considerar a la Infanta". En efecto, es prerrogativa de la hermana del rey el tomar la decisión sobre sus derechos sucesorios.

Una vez más se echa de menos la existencia de un estatuto Real en la Constitución que regule en forma moderna y racional todo cuanto hace a la Corona. Se podrían haber evitado situaciones tan complicadas como la actual.

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