Un dirigente local se acercó a Mariano Rajoy en uno de los mítines que ha protagonizado este fin de semana y, entre los aplausos y las palmaditas en la espalda, le espetó: "Presidente, porqué siempre detienen a los nuestros?". Es una pregunta que circula con fruición entre la gente más implicada del partido. Lo de Rato ha descolocado a todo el mundo, en especial a los militantes más veteranos, que tenían al ex vicepresidente como el símbolo de la etapa más gloriosa de su partido. Rajoy no respondió. Quizás no oyó la pregunta. Y siguió su camino hacia el escenario, donde insistió en la línea tradicional de ensalzar la recuperación económica que ha conseguido su Gobierno.
La campaña está rota, lo reconoce el propio Rajoy, afectado tanto en lo personal como en lo político por la irrupción del escándalo de quien fue su estrecho compañero de Gobierno. En Moncloa se subraya la línea argumental oficial: la Justicia funciona y no hay amigos que se la salten. La corrupción paga y no hay clemencia con los defraudadores. En el entorno de Presidencia se insiste en que Rato se creyó intocable, que era un soberbio y que los datos demuestran que no creía en nada más que en sus intereses. No era digno del partido. Pese a que lo fue todo en el PP, y que incluso pudo ser presidente del Gobierno, no estuvo a la altura. Lo demostró desde su salida en marcha del despacho del FMI. “Quedó mal él y quedamos mal todos”, insisten. Se trata de poner tierra de por medio. Rato es un enorme garbanzo negro.
Pese a que Rodrigo Rato lo fue todo en el PP, y que incluso pudo ser presidente del Gobierno, no estuvo a la altura
“¿Por qué ha ocurrido ahora, por qué en este momento crucial?”, se preguntan en el partido. A seis semanas de las elecciones, el resultado se antoja muy complicado para el PP. La sensación que flota entre los candidatos y altos cargos del partido es que la Justicia está actuando en forma muy especial. Exministros y dirigentes populares han desfilado por la cárcel sin ningún tipo de reservas. Así Matas, Fabra, Bárcenas, Granados. Y sin embargo, ni los Pujol, ni Chaves, ni Griñán... Parece que ser militante del PP es objetivo primordial para que los jueces te lleven por delante, se piensa en el partido en el Gobierno. No se entiende qué está pasando, cómo es posible que con una mayoría absoluta el Gobierno no sea capaz de controlar determinados pasos de la Fiscalía, por ejemplo, que depende orgánicamente del Ejecutivo.
Un impacto demoledor
Intentó Rajoy en sus desplazamientos del fin de semana a Murcia y Alicante, dos territorios tradicionalmente del PP, apaciguar a su militancia, darles ánimo, impulsarles a afrontar con decisión el tramo más importante de la campaña. No parece haberlo conseguido. Todo está demasiado reciente y el impacto del caso Rato ha sido demoledor.
En el Gobierno ya han descartado la posibilidad de que el presidente comparezca ante el Congreso para explicar el asunto fiscal de Rato
Con esto no se contaba. Superado el escollo de Bárcenas, que ha supuesto un desgaste tremendo para el partido, ya nadie podía sospechar que cayera una bomba de mayores dimensiones en el corazón mismo del partido. "Afecta especialmente al PP", reconoció Rajoy ante los suyos. Era una forma de desmentir lo dicho por la vicepresidenta el pasado viernes cuando habló que se trata de 'una cuestión particular'. Se le ha visto afectado y preocupado al presidente, escaso de sonrisas y en actitud más bien apagada. Todo lo contrario de un líder que afronta una de las citas electorales más importantes de este año crucial. "No nos gusta que se produzcan acontecimientos de este tipo, ojalá no vuelvan a producirse en el futuro", les confesó Rajoy a los periodistas, quizás receloso de alguna sorpresa más que pueda aparecer, inopinadamente, en el horizonte.
La oposición se dispone a extraer todo el jugo posible a la situación. En el Gobierno ya han descartado la posibilidad de que el presidente comparezca ante el Congreso para explicar el asunto fiscal que sacude a quien fuera vicepresidente de su formación. El partido está tocado pero Rato incurrió en las supuestas irregularidades cuando ya no era cargo orgánico ni del Gobierno ni del PP. El problema es que luego Rajoy lo encaramó a la cúspide de Bankia, con el desastroso resultado conocido. Ahora se trata de poner muchos kilómetros de distancia con el presunto defraudador e intentar retomar el sendero de la normalidad en la campaña. Por el momento, los resultados están siendo muy poco positivos.