El portazo de Pablo Casado a Vox ha desconcertado al Gobierno. Ni el PSOE, ni Podemos esperaban la ruptura del PP con el partido de Santiago Abascal durante la fallida moción de censura de Vox. Pedro Sánchez -presionado hasta el último momento por Bruselas- ha congelado la polémica reforma judicial como primera reacción al giro de Casado. El vicepresidente Pablo Iglesias ha evitado criticar el gesto e incluso lo ha aplaudido en el Congreso. Pero en realidad no le ha hecho ninguna gracia.
Nadie en el Gobierno sabe hasta dónde llegará Casado. Pero Moncloa es consciente de que el PP ha sacudido el tablero político. La agenda de Sánchez e Iglesias con sus socios de investidura (separatistas y nacionalistas) ha quedado en el aire, como demuestra el frenazo a la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que además cuenta con el rechazo frontal de Europa.
¿Sin Colón no hay Frankenstein?
La respuesta oficial del Gobierno ante la ruptura de la foto de Colón, el pegamento que ha unido a una amalgama de formaciones separatistas y nacionalistas para aupar a Sánchez e Iglesias a La Moncloa, es doble. Por un lado, se elogia el discurso del líder del PP. Por otro, reclaman pasar de las palabras a los hechos.
"Ha sido un buen discurso", admiten desde el Gobierno. "Pero de momento son solo palabras. A ver hasta dónde llega la disposición de Casado a pactar y renovar las instituciones".
Sánchez se enfrenta ahora a un PP que ha soltado amarras con Vox. Y esa alianza de Casado "con la ultraderecha" es el principal argumento que el PSOE ha utilizado para justificar sus acuerdos con el separatismo catalán y EH Bildu. Y en ese viaje, Sánchez ha empeñado medidas como los indultos a los líderes del proceso independentista condenados, las reformas de los delitos de sedición y rebelión, y otros acuerdos confesados e inconfesables que ahora pueden chocar con la incomprensión de su propio partido y su electorado ante una mano tendida del PP.
"La derecha tiene que estar contenta. Casado se ha caído del caballo como su homónimo (san Pablo)", admite una de las escasas voces críticas del actual PSOE. "Igual la moción tiene un efecto que no se esperaba. Arrimadas también estuvo bien. Y esto es bueno para España".
El Gobierno no esperaba el discurso de Casado. Y se ha notado mucho en las intervenciones de Iglesias y la portavoz del PSOE, Adriana Lastra. La estrategia de reparto de papeles que había diseñado Moncloa se ha visto superada por la ruptura entre el PP y Vox. La idea era que Sánchez se centrara el miércoles en desacreditar a Vox, como así hizo. Y que el líder de Podemos tomara la palabra el jueves para arremeter contra Casado en previsión de un posicionamiento complaciente con Abascal.
Negociar el CGPJ
Iglesias ha tenido que reaccionar sobre la marcha a las palabras de Casado con una intervención menos beligerante que la que había previsto. Y Sánchez ha salido a la tribuna en contra de lo previsto para contemporizar y retar la nueva actitud de Casado con una oferta para negociar los cargos del CGPJ a cambio de frenar su polémica propuesta de renovación del órgano de gobierno de los jueces.
La realidad es que el PP no tenía noticia alguna del anuncio de Sánchez. Cinco minutos antes de que el presidente del Gobierno hiciera el anuncio, el negociador popular en los temas relativos al Poder Judicial y consejero de la Comunidad de Madrid, Enrique López, no tenía noticia de oferta alguna por parte del Ejecutivo.
"Nadie del Gobierno se había puesto en contacto" con él para comentar una vuelta a la negociación, avisaban desde el entorno de López.