Los socialdemócratas europeos, comandados por Pedro Sánchez, se saltan el cordón sanitario a la extrema derecha para salvar la vicepresidencia de Teresa Ribera en el próximo Ejecutivo comunitario. El líder socialista, de viaje oficial en Brasil por la cumbre del G-20, ha estado negociando con sus colegas de Hungría e Italia –Viktor Orbán y Giorgia Meloni, respectivamente– el apoyo de su grupo a los candidatos 'ultras' Oliver Várhely y Raffaele Fitto. Fuentes gubernamentales aseguran que el puesto de Ribera "está resuelto", y explican que el presidente del Gobierno no ha negociado en Brasil nada con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Fuentes del grupo de los socialistas europeos aseguran a este diario que no les queda más remedio que apoyar a Fitto y admiten la negociación con la extrema derecha. "No hay otra", zanjan estas fuentes a Vozpópuli. Si el presidente del Gobierno culmina ese pacto con las derechas 'ultras' europeas, el veto del Partido Popular Europeo (PPE) quedaría sin efecto, por mucho que los 22 eurodiputados del PP mantengan su rechazo frontal a la candidata de Pedro Sánchez.
Lo sangrante de la jugada que trama el presidente del Gobierno es que ha negociado con dos ejecutivos a los que ha tildado de "ultras" y de querer acabar con el proyecto europeo. Es más, Sánchez ha recriminado en varias ocasiones al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que se alíe con Meloni –presidenta de ECR, el grupo de los Conservadores– en Bruselas. Ahora, el líder socialista busca saltar el obstáculo del Partido Popular Europeo, que ha bloqueado el nombramiento de Ribera presionado por el PP español, con los votos del grupo de los ultraconservadores de ECR y de los Patriotas, comandados desde el pasado domingo por Santiago Abascal.
De manera que Sánchez se enmienda a sí mismo tras meses cacareando que ni él ni los suyos pactan o negocian con los ultras en la Unión. Lo cierto es que en el Gobierno admiten, según las fuentes consultadas, el golpe del PP, que le ha obligado a buscar la connivencia con los ultras. "El órdago no les ha salido mal del todo, pero [Manfred] Weber también tiene que saber lo que está ocurriendo: hay un riesgo real de que se rompa el acuerdo" que firmaron populares, socialistas y liberales para hacer a Von der Leyen, de nuevo, presidenta de la Comisión Europea, reconocía a este diario un eurodiputado del PSOE hace escasos días.
La todavía vicepresidenta tecera y ministra para la Transición Ecológica se convirtió la semana pasada en la diana de los populares tras las terribles inundaciones en el litoral mediterráneo, que se han saldado con más de 200 fallecidos. El PPE, comandado por Manfred Weber –enemigo íntimo de Von der Leyen– paralizó su nombramiento y, por tanto, el del resto de candidatos a comisiarios en el Gobierno europeo. La tensión en Bruselas se ha desbordado, donde están hartos de que las cuitas internas españolas se cuelen en la política europea y la congelen.
Fuentes del Ejecutivo sostienen en privado que el acoso y derribo del PP y, por extensión, de lo populares europeos a Terasa Ribera solo tiene un único objetivo: salvar de la quema al presidente valenciano, Carlos Mazón, señalado también por su gestión de la crisis en la Comunidad Valenciana. En Moncloa sostienen que el incendio desatado en Bruselas ha permitido al PP desviar el foco sobre su barón. Aunque en Génova ya le han mandado algún aviso a navegantes, conscientes de que atraviesa serias dificultades y de que su respuesta a la crisis es cuanto menos reprobable.
El PP celebra la "línea roja" cruzada por Sánchez
En la dirección nacional del PP, mientras tanto, si bien conscientes de que Ribera saldrá finalmente elegida, se relamen del rédito obtenido con su pulso en Bruselas. O más bien, del crédito perdido por Sánchez "sacrificando una nueva línea roja". En este caso, en un movimiento más que simbólico para los populares, habida cuenta de que un posible pacto Feijóo/Abascal fue la idea-fuerza en torno a la que giró la campaña del PSOE en las últimas elecciones generales. Un motor electoral con el rechazo a Vox como gasolina con el que Sánchez consiguió retener su poder en el Palacio de la Moncloa.
"¿Os acordáis de las líneas rojas de lo que llaman la ultraderecha? Pues mirad, ahora la oferta del PSOE en Europa es pactar con lo que llaman la ultraderecha europea. Ya veis que la grandilocuencia y los cordones sanitarios duran lo que tarda el PSOE en necesitar a los comisarios de la extrema derecha a cambio de que voten a la comisaria candidata Teresa Ribera", se vanaglorió Feijóo este lunes ante la plana mayor de su partido, congregada en Madrid con motivo de la Junta Directiva Nacional del PP.
Pero la "victoria estratégica" –así lo consideran en Génova– que ha retrasado durante una semana el nombramiento de Ribera no queda ahí. Para los populares, "que el líder de la Internacional Socialista sea quien avale la entrada de la extrema derecha en un Gobierno es algo que le recordaremos siempre a la izquierda en nuestro país". O lo que es lo mismo: un nuevo hilo argumental para el principal partido de la oposición para neutralizar ese ideario de Ferraz que, por ósmosis, asocia a Feijóo con Abascal y al PP con Vox. "¿Por qué no es lo mismo compartir gobierno con Juan García-Gallardo que con Fitto o Várhely?", comparan en el equipo del líder del PP.
El plazo para la formación de la nueva Comisión Europea finaliza el 1 de diciembre. Antes de esta fecha, los comisarios designados por los Estados miembros deben pasar por un proceso de audiencias en el Parlamento Europeo, que incluye entrevistas con comisiones parlamentarias y un voto de aprobación en el pleno de la Eurocámara. Si la nueva Comisión no se forma antes del día 1, la actual continuaría ejerciendo sus funciones en calidad de "Comisión en funciones". Este escenario está contemplado en el marco legal de la Unión Europea y permite que la administración comunitaria siga operando para evitar un vacío de poder.