Es el hombre de transición. El que recoge y a la vez corrige el testigo. Después de que el 42º Congreso Confederal lo eligiera en marzo de este año con 51,1% de los votos como nuevo secretario general de UGT, Josep María Álvarez ha puesto fin a la larga era de Cándido Méndez, quien durante 22 años lideró la Unión General de Trabajadores. Replantear el cómo y el cuándo de las iniciativas de diálogo; revisar las acciones urgentes a favor de la clase trabajadora e incluso poner en marcha la reducción del tamaño del aparato institucional -de seis a tres federaciones- han sido algunas de las medidas más urgentes puestas en marcha por Álvarez.
En los últimos años el gobierno "ha hecho una utilización propagandística de un diálogo social". Si el asunto va de recortes, con la nueva UGT que no cuenten, dice
A sus 60 años, Pepe Álvarez –así le llama la mayoría- no anda con rodeos. Este asturiano con fama de hueso duro de roer, que con 19 años se marchó a Cataluña -donde hizo carrera sindical-, nunca ha escondido que defiende el derecho a decidir, sin que eso eche por tierra la necesidad de puentes entre España y Cataluña. Quince días después de las elecciones del 26J, y más allá de los pactos políticos, Pepe Álvarez tiene una cosa muy clara: en los últimos años el Gobierno "ha hecho una utilización propagandística de un diálogo social". Así que con la nueva UGT que no cuenten para tal cosa. Y aunque no piensan dejar de acudir a su obligación de interlocución, el nuevo secretario general advierte a las fuerzas políticas, sea cual sea la forma final del mapa parlamentario, que no los llamen para "negociar más recortes". A estas y otras preguntas de Vozpópuli contesta el representante sindical.
-Hace unos días, en unas declaraciones en prensa, aseguró que el diálogo social sólo ha sido "una foto útil para los gobiernos". ¿Da por superadas las negociaciones con las fuerzas políticas?
-Lo que digo es que en los últimos años el Gobierno ha hecho una utilización propagandística de un diálogo social que, en realidad, ha sido inexistente. Si echamos la vista atrás, es fácil recordar que las grandes reformas sociales, singularmente la reforma laboral y la reforma de las pensiones, se hicieron sin diálogo social, y diría que hasta sin información previa a la parte sindical de los interlocutores sociales. Y el acuerdo de diálogo social que se concretó en julio de 2014 tuvo resultados realmente decepcionantes, porque buena parte de los temas no tuvieron desarrollo, y otros en los que las organizaciones sindicales pusimos mucho empeño, como la prestación para parados de larga duración que hubieran agotado otras prestaciones, y que según el Gobierno podría beneficiar en torno a 400.000 personas, finalmente se quedó en una mínima parte de esa cantidad.
-¿Es decir, acudirán con condiciones? ¿Seguirán exigiendo diálogo social?
-UGT se ha tomado siempre como mucha seriedad el cumplimiento de nuestras obligaciones constitucionales como interlocutores sociales, y probablemente eso, y la dramática situación que han vivido las clases trabajadoras en los últimos años, nos llevaron a participar en iniciativas de diálogo, que el Gobierno se planteó con objetivos más estéticos que de auténtico y honesto diálogo social. A eso me refería en las declaraciones por las que me pregunta, y a que, en vista de lo sucedido, no nos vamos a prestar fácilmente a maniobras similares. Pero vamos a seguir exigiendo diálogo social, por supuesto, pero real, desde la buena fe y desde el compromiso de todos para tratar de dar solución a los problemas que tenemos. No obstante, hemos advertido que no nos llamen para negociar más recortes porque no tiene sentido que si crecemos económicamente se sigan pidiendo más sacrificios a los ciudadanos.
"Hemos advertido que no nos llamen para negociar más recortes porque no tiene sentido"
-¿Está o no abierta la puerta para nuevas negociaciones?
-Y por supuesto que no damos por superadas las negociaciones con las fuerzas políticas. Prueba de ello es el documento sindical #20 Actuaciones Urgentes por el Progreso y el Bienestar Social, que hemos presentado a los distintos partidos políticos para solucionar los problemas de las personas. Consideramos que las fuerzas políticas que se comprometieron con estas propuestas sindicales tienen mayoría parlamentaria suficiente para sacarlas adelante.
-Habla de volver a la calle ¿Qué es para usted retomar la calle? ¿Hay que plantear un sindicalismo más ofensivo?
-Hemos vivido unos años muy duros. El sindicato es un instrumento para mejorar las cosas, para conseguir mejores jornadas, mejores salarios, mejores condiciones de trabajo, etc. Pero durante los últimos años nuestro trabajo ha sido minimizar los daños de la crisis y evitar pérdidas. Y eso desgasta mucho, y tiene sus costes. Puede que mucha gente pensara que nos correspondía a nosotros parar la crisis, frenar las políticas de austeridad. Es un hecho que la confianza de la ciudadanía en las instituciones y mecanismos de actuación democrática ha sufrido una erosión brutal y que los sindicatos estamos incluidos en ese lote.
-¿Pero cómo recuperarla?
-Creo que debemos poner todo nuestro empeño en abrir una nueva etapa, en recomponer la credibilidad y en sintonizar más con las necesidades y las aspiraciones de las trabajadoras y los trabajadores. Estamos poniendo todo nuestro empeño en que los problemas de los trabajadores sean el centro del debate político y del conjunto de la sociedad. El paro, la precariedad laboral, la falta de cobertura de los desempleados, los problema sobre el futuro de las pensiones, los bajos salarios, la debilidad de los servicios públicos, etc. son los verdaderos problemas de los ciudadanos y tienen que estar en primera línea de la agenda política y social y no vamos a parar de insistir en ello.
"La confianza de la ciudadanía en las instituciones y mecanismos de actuación democrática ha sufrido una erosión brutal y los sindicatos estamos incluidos en ese lote"
-¿Cuál es el problema más grave: la precarización del empleo o el paro? ¿Entre el poco empleo con condiciones lamentables y el parado de larga duración, dónde se van los esfuerzos de los sindicatos?
-Pues fíjese que estamos llegando a tal grado de precariedad que estamos alcanzando el estadio del parado discontinuo. Hay muchos trabajadores que trabajan dos días, una semana, dos semanas, y vuelven al paro, y así sucesivamente. Es un gravísimo problema que 1 de cada 5 españoles esté en paro, que la mitad de nuestros jóvenes no tenga empleo, que 2 de cada 4 desempleados no tenga ningún tipo de prestación, que 1.700.000 hogares tenga a todos sus miembros en paro y que 700.000 familias no perciban ningún tipo de ingreso. Pero también es muy grave que 1 de cada 4 contratos que se realizan dure menos de una semana y que solo 5 de cada 100 contratos registrados, el pasado mes, sean indefinidos a tiempo completo o que el 98% de los contratos sean de obra y servicio o eventuales por circunstancias de producción. No hay ninguna disyuntiva, porque un parado de larga duración que consigue un empleo de una semana no resuelve ninguno de sus problemas. Además, la devaluación salarial y el hecho de que la práctica totalidad de los contratos que se realizan sean temporales ha disparado la pobreza laboral.
-¿La naturaleza de esa precarización… es un problema dentro de otro mayor? ¿Es problema en sí mismo?
-La precarización del mercado de trabajo no es un fenómeno natural inevitable, es el resultado de decisiones políticas, de opciones políticas. La reforma laboral del PP es la que ha generado la precariedad actual, y la política económica del PP y la Unión Europea es la que está demostrando ser incapaz de generar empleo de calidad. Por este motivo exigimos la derogación de las reformas laborales y creemos urgente cambiar la política económica, cambiar el ritmo de la consolidación fiscal y centrarse en estimular el crecimiento económico con inversiones. No podemos seguir engañándonos, la cuestión no está en elegir entre lo malo y lo peor, entre la precariedad y el desempleo. Porque, además, este tipo de mercado de trabajo tiene otras consecuencias que ya empiezan a verse. El trabajo, su continuidad, su calidad, son el soporte de nuestro modelo tributario, de los servicios públicos, y del Sistema de Seguridad Social y las pensiones. La precariedad del mercado de trabajo está poniendo en riesgo éstas y otras muchas cosas.
-Tanto usted como el Secretario General de CCOO han insistido en la necesidad de que el salario mínimo interanual alcance los 800 euros al mes en 2017, con el proyecto de que llegue a los 950 euros durante la próxima legislatura. ¿Qué tan factible es eso políticamente?
-Hace años que UGT y CCOO venimos planteando la necesidad de que el Salario Mínimo Interprofesional se dote de un mecanismo de revalorización automática, ligado al IPC, para dar estabilidad a la capacidad adquisitiva de los salarios y a la demanda interna. Hemos referenciado siempre este planteamiento en la Carta Social Europea, y por tanto, a que el SMI se sitúe en torno al 60% del salario medio. En este momento esa revalorización es fundamental para remediar muchos de los estragos provocados por la crisis, y para empezar a corregir la brecha de desigualdad y pobreza que se ha generado.
"No le voy a contar ninguna novedad, lo venimos diciendo desde hace siete u ocho meses: creemos que nuestro país necesita un cambio de políticas"
-¿Cuál, de todos los pactos posibles, es el que ve UGT con mejores ojos?
-A nosotros nos importan más las políticas que los partidos o las geometrías parlamentarias. Y en ese sentido, no le voy a contar ninguna novedad, lo venimos diciendo desde hace siete u ocho meses: creemos que nuestro país necesita un cambio de políticas, necesita poner el foco y dar prioridad a los problemas más acuciantes para la gente, que son crear empleo de calidad, buscar fórmulas para garantizar la continuidad del sistema de pensiones y la dignidad de las mismas, realizar una reforma fiscal integral y atajar el fraude. Creemos que hay que reconstruir los sistemas de protección social y los servicios públicos como la sanidad o la educación; establecer una prestación de ingresos mínimos para las personas en desempleo que no tienen ingresos, etc… Creemos que eso es lo que votaron los ciudadanos en las elecciones del 20 de diciembre, y lo que a pesar de todo lo ocurrido durante los primeros meses de este año, han ratificado las elecciones generales del 26 de junio.
-¿Cuál y cómo sería la autocrítica que deberían hacer los sindicatos?
-La autocrítica es una evaluación de las propias actuaciones que debe llevar a realizar cambios y a buscar la forma de ser más eficaces en lo que nos corresponde, y nuestra organización lleva muchos meses inmersa en un gran proceso de cambio que tiene como objetivo, precisamente, mejorar nuestra estructuras organizativas y la distribución de los recursos dando prioridad a una acción sindical más próxima a los centros de trabajo. Creo que hemos reconocido explícitamente haber tenido problemas para conectar con el sentir de una parte de la sociedad, aunque nuestras bases en los centros de trabajo se han mantenido sólidas. Los cambios que se producen gracias a la autocrítica es lo que tiene más relevancia, y lo que más cuesta, aunque aporte poco al interés mediático.
-Desde su punto de vista, ¿Cuál es la expresión más concreta de la pérdida de credibilidad de los trabajadores más jóvenes en los sindicatos?
-Ni siquiera creo que sea una cuestión de credibilidad, porque la situación de los jóvenes en nuestro país es de una gravedad que merecería mucho más tiempo. Más bien se trata de un problema de poder conectar con los trabajadores más jóvenes. El sindicalismo se conoce, se practica, cobra todo su sentido en las empresas, y una inmensa mayoría de los jóvenes españoles no han tenido la experiencia de una vida laboral normalizada. Hay que recordar que el 50% de los jóvenes está en paro y que por tanto es imposible contactar con ellos en el ámbito laboral. Y la inmensa mayoría de los que trabajan lo hacen en condiciones precarias en pequeñas y medianas empresas donde es muy difícil realizar acción sindical. La precariedad laboral se produce entre los jóvenes en todas sus expresiones, desde el trabajo como becarios, hasta la contratación por horas, o mediante empresas de trabajo temporal, como falsos autónomos o directamente en la economía sumergida. Las iniciativas destinadas a estos trabajadores, como el plan de garantía juvenil o la estrategia de emprendimiento joven, son fracasos claros que requieren un replanteamiento urgente, como lo demuestra que la mitad de nuestros jóvenes siguen en paro.
"Ya he dicho en otras ocasiones que el sindicato es como un árbol que necesita ser podado periódicamente"
- Han pasado de seis grandes federaciones a tres, y también ha planteado vías de optimización de recursos. ¿Vivía demasiado cómodamente la estructura sindical o acaso estaba mal organizada?
-Han ido surgiendo desajustes con el paso del tiempo, lógicamente, y era necesario tomar medidas. Ya he dicho en otras ocasiones que el sindicato es como un árbol que necesita ser podado periódicamente. En esta ocasión los cambios han sido profundos, afectando a la práctica totalidad de las estructuras, pero creo que en pocos meses empezaremos a obtener los frutos de todo este proceso de renovación. Todos estos cambios buscan lograr una organización aún más ágil y eficaz, más transparente, con más capacidad para defender los intereses y derechos de los trabajadores y trabajadoras.